Incluye los siguientes relatos:
Ausencias
Muerte en reversa
¿un gran malentendido?
Ultimas noticias de la humanidad
El espumillón de los días
Esta tierra es tu tierra
La ocasión
En las antípodas
Diario de una lectura
La pasión de Marta
Saturno devorado por sus hijos
La virgen de agosto
La broma infinita
La sublimación del amor sólido
+Low
Que varían en extensión desde relatos de una página hasta otros que necesitan de su espacio para desarrollarse, en su estilo, que a veces nos arranca una sonrisa y otras nos deja el corazón en un puño y en su temática; por aquí aparecen padres persiguiendo a sus hijos, personas que viven en la calle, relatos de ciencia ficción, lectores en un parque, escritores que gastan bromas incomprensibles…
Todos ellos con la calidad que es marca del autor, que ya lo había demostrado en sus novelas (Muerto de risa y Die Zweisamkeit) y que continúa en estos relatos que se leen tan bien como están escritos.
Por citar los que más me han gustado en diferentes registros empezamos por Ausencias, donde la inocente perspectiva de un niño no nos esconde la tristeza de la pérdida, La pasión de Marta, mi preferido de todo el volumen, muy trabajado, con una estructura narrativa que va y viene sin marearnos, contándonos una historia conmovedora y Saturno devorado por sus hijos relato breve que es capaz, en una página, de dibujarnos una situación que nos arranca una carcajada.
Muy bueno.
Canturreba… Hoy voy ganando, ayer perdüííí Y yo ya sabía que se estaba refiriendo al absurdo, a la miga de pan, al cajón de sastre.
Te decía que no escribía. Al final solo mandaba audios. A todas horas. Encendía el móvil, daba igual festivos que no, y ya tenía ahí su voz. Una voz apremiante, legañosa. Los sonidos toscos de un oso después de hibernar dando señales de vida. En seguida acabó aburrida de escribir guasaps, así que bien de audios, los cascos siempre puestos. Dos pendientes blancos. Primero con cable, luego inalámbricos. El bluetooth era sangre sin la cual no podía vivir. Perdona… dicho ahora sé que suena absurdo. Pero las palabras, inocentes de ellas, e impetuosas, salen de mi boca antes de poder corregirlas. Lo siento. Putas pastillas.
Si hubiera querido despedirse creo que no hubiera escrito nada, o hubiera grabado un audio con la canción de The Doors, The end, por ejemplo. Aunque lo pienso y me parece muy macabro despedirse en un papel, con un audio. Hay que tener la cabeza muy en su sitio, mucha sangre fría, para escribir una nota de despedida en la que dar testimonio de un crimen futuro: el tuyo. Víctima y verdugo. Tratar de razonarlo. No lo veo. Aquellas razones que esgrimimos cuando el muerto es el otro, valen para nosotros, me pregunto. Te pregunto. ¿El odio te lleva a levantar la mano contra ti mismo? ¿O es la frustración? ¿O es el miedo? ¿O la soledad?
Ves… una sucesión de oes, de ceros, de nadas.
Aquí al menos podríamos haber tenido una nota, un escrito, unas pistas con las que esclarecer los hechos. ¿En serio lo crees así?
Estaba triste, frustrada, aburrida, dolida y no quería seguir viendo, así no, para qué. Te imaginas leer esta retahila de sandeces. Supon que alguien entra en internet, en un foro, buscando notas de suicidio. Y que después de leer unas cuantas elige aquella que cree ceñirse mejor a lo que siente, aunque diste mucho de su sentir. Ya no es algo propio, un trozo de carne sangrante la que está en el papel, aquello que se convertirá en una despedida, en un adiós examinado con lupa, palabra a palabra, con la minuciosidad de un forense por aquellos que nos quedamos a este lado, desolados, sino la voz de otra persona, una ficción, una creación literaria, algo impostado y por ende, falso.
Tiene que ser un impulso. Decirte ¡ahora! y hacerlo, como cuando te tiras a la piscina de golpe sin importarte un bledo el posible corte de digestión. Qué razones poner en el papel. Palabras que quizás tuvieran un sentido para ella, pero no para los demás. Además, qué palabras son aquellas que dan por cerrado el asunto, que son de conformidad para quién las lea. ¿Qué razones? La tristeza, la soledad, la frustración, los reveses de la vida. No, eso no mata. Eso es vivir. ¿Tú te quitas del medio porque estás triste? No. ¿O porque estás aburrido o frustrado? No. Son más cosas, supongo. Creo que debe haber algo más de fondo y concluyente que aliente a dar ese paso. Si se trata de un paso, y no del epílogo que exige nuestra historia personal. No, no hablo del destino, de un fin inexorable que no podemos superar. Aunque sí que hay ciertos desenlaces que vemos en los demás pero no en los que tenemos al lado, tan cerca nuestro, que nuestra mirada se vuelve ciega.
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