Fernando Martínez Laínez. Crímenes contados.

julio 13, 2012

Fernando Martínez Laínez, Crímenes contados
Menoscuarto, 2006. 268 páginas.

La editorial Menoscuarto se está convirtiendo para mí en sinónimo de calidad, así que no podía dejar pasar una antología de cuentos negros. Se incluyen los siguientes:

Miguel Agustí – Buena suerte, Basuras
Juan Bolea – La tumba de su mejor amigo
Rafael Fuentes – Miruna
Alicia Giménez Bartlett – La voz de la sangre
Francisco González Ledesma – El tiempo en las ventanas
José Luis Gracia Mosteo – Adán prefiere a la serpiente
Julián Ibáñez – Cerdos
Juan Madrid – Cosas que pasan
Andreu Martín – Ahora vamos a hablar de Laura
Fernando Martínez Laínez – Mirando al mar
José Luis Muñoz – El inspector
Manuel Quinto – Pornoduro (Un nuevo caso para Buenaventura País)
Rafael Reig – Caso cerrado

Una variedad encomiable, desde clásicos del género que demuestran su calidad (Ahora vamos a hablar de Laura) hasta los desvaríos mezcla de ciencia ficción, detectives y mucho humor (Caso cerrado).

Me ha sorprendido Rafael Fuentes, con una ambientación muy realista y cruda, y el lenguaje de Manuel Quinto, del que me he hecho firme propósito de buscar sus libros.

Comprimir la trama de misterio-investigación-resolución en un cuento deja en ocasiones la impresión de un polvo apresurado. Algunos lo solucionan dejando un final abierto (Como en Cerdos), pero en general creo que al género le sienta mejor la media y larga distancia.

Eso sí, cuando al ir a leer el libro recordé con pena de que ya me lo había acabado, me di cuenta de lo mucho que lo había disfrutado.

Calificación: Muy bueno.

Un día, un libro (316/365)

Extracto:
Pornoduro
(Un nuevo caso para Buenaventura País)
Creo que ya os he hablado alguna vez de mi amigo Lorenzo María Zurrandera, el crítico de cine y menore-ro con el que suelo compartir jamancias en el figón del Pinchaúvas, en la calle Borrell, muy cerca de donde se abren las humildes oficinas de mi editorial Diamante Negro.
Lorenzo María se pirra por las rollizas adolescentes que se sientan frente a él, cuando acude a dar cursillos sobre Historia del Cine a los institutos de Enseñanza Media. Les lanza todo tipo de anzuelos y procura apartar a las viciosas glotonzuelas por todos los medios a su alcance. Pero corren malos tiempos para los madurones verdes. Las niñas despabilan a sus compañeros de pupitre y se doctoran en polvos de gallo con los maca-rrillas de discoteca. Ni siquiera nos queda a los provectos el recurso de contar batallitas. Todo dios ha hecho la guerra o se conoce de memoria todos los trucos. El mundo gira a tal velocidad, que la polla te marca las seis y media «comme la rose qui ce matin était déclose», como diría el gabacho del Ronsard, y ya me disculparéis la erudición de almanaque. Zurrandera gimotea ante mí, en el pozo de sus deseos insatisfechos, sentados ambos frente a un plato de lentejas atocinadas. Yo me he acostumbrado a escucharle a poco volumen, dejando vagar la mirada por entre los demás parroquianos del antro, fauna asaz pintoresca, vive el cielo: funcionarios avinagrados, subordinados cariacontecidos, soplagaitas derrengados, rijosos de medio pelo, sidralistas de conventillo y argonautas encefalopirados de escaso lustre. El Pinchaúvas, filósofo popular, suele acercarse a nuestra mesa y, en trance de escuchar las jeremiadas del crítico acerca de los lances del bolo, define la cópula a lo misionero con atinadas palabras: «Resulta la mar de chusco —dice— que, mientras follas, sientas picores en la picha y pidas que te rasquen el culo». Y es que la vida, incluso la sexual, es un contrasentido a ritmo de merecumbé.
Un hermoso día del mes de mayo, mes de las flores, andábamos Lorenzo María y yo dando buena cuenta de un conejo aperdigonado y macerado en Jumilla, cuando mi colega me soltó tan poco honesta proposición:
—¿Has estado alguna vez en el rodaje de una película pornográfica?
Dejé de masticar la carne filosa y mis labios se abrieron al estupor.
—Nunca.
—¿Quieres asistir a uno esta tarde? Un amigo mío de los tiempos de las Congregaciones Marianas está filmando una en Lloret de Mar.

2 comentarios

  • Nacho julio 13, 2012en6:39 pm

    De Menoscuarto tengo «Historias impertinentes», de Léon Bloy, que seguro conoces.

  • Palimp julio 19, 2012en4:23 pm

    Pues no, pero me lo apunto ya.

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