Recopilación de las fábulas de Esopo, las de Babrio y la Vida de Esopo, texto sobre la supuesta vida del fabulista pero que es básicamente ficción. Todo muy bien editado con prólogos y notas varias para orientar en la lectura.
Varias cosas me han sorprendido de estas fábulas. La primera la crudeza con la que están expuestas. A diferencia de los fabulistas posteriores, que versifican y hacen prácticamente un cuento de cada una, aquà se presenta el meollo sin muchas alharacas. También se incorpora una moraleja o ámbito de aplicación que en muchas ocasiones no sólo es risible, sino que están completamente equivocadas. Ejemplo:
En una ocasión en que un niño estaba bañándose en un rÃo, corrió peligro de ahogarse. Al ver a un caminante, le pidió auxilio. Éste le reprochó por temerario, y el muchachito le dijo: «Ahora ayúdame; luego, a salvo, me haces los reproches.»
La fábula va dirigida a quienes, contra sà mismos, dan motivo a que los recriminen.
Pero lo más destacable es que casi todas las fábulas famosas ya están aquÃ: las moscas golosas, la cigarra y la hormiga, la zorra y las uvas, el pastor mentiroso… en puro hueso, como ya he dicho, pero aquà están todas (ver extractos del final).
La vida que viene a continuación es, tal y como indican en el prólogo:
Las pretensiones históricas son más bien nulas, ofreciendo, todo lo más, el pretexto de una ambientación. Sin embargo, a pesar de su sencillez, suele darse una cierta elegancia literaria.
Y son aventuras encadenadas en las que el ingenio de Esopo va triunfando sobre sus enemigos.
Las fábulas de Babrio son, en general, versiones de las de Esopo con un poquito más de literatura. Inaugurando una corriente que sigue hasta nuestros dÃas:
Nuestro poeta se queja en el segundo prólogo de que es él el primero a quien se le ocurre versificar las fábulas esópicas[16] y que en seguida siguen sus pasos una serie de plagiarios. No podÃa imaginarse Babrio hasta qué punto ello iba a ser asÃ: desde sus contemporáneos a un falsificador profesional del siglo XIX llamado Minoides Mynas, muchos son los intentos de hacer pasar por babriano lo que no eran más que versificaciones de la cosecha propia de estos imitadores.
Me resulta muy curioso que se calcule que Esopo murió en el 564 antes de cristo y que más de 2500 años después todavÃa contemos a nuestros hijos las mismas fábulas.
Recomendable.
En una despensa se derramó miel y las moscas que allà volaron se la comÃan y, por la dulzura de su presa, no se separaban de ella. Pero sus patas quedaron pegadas y no podÃan volar, con lo que, sintiéndose asfixiar, dijeron: «Desdichadas de nosotras, que morimos por un corto placer.»
De igual modo, la glotonerÃa es causa de males para muchos.
En el verano, una hormiga que iba por el campo recogÃa granos de trigo y cebada, que almacenaba como alimento para el invierno. Un escarabajo se asombró de verla trabajar tanto, pues se agotaba cuando los demás animales, dejando a un lado los trabajos, se entregaban al descanso. La hormiga, por el momento, guardaba silencio, pero más tarde, cuando llegó el invierno y la lluvia empapó el estiércol, el escarabajo, hambriento, fue a pedirle que le diera algo de comida. Y la hormiga le dijo: «Escarabajo, si hubieras trabajado entonces, cuando te metÃas conmigo porque me esforzaba, no te faltarÃa ahora comida.»
AsÃ, los que durante el tiempo de abundancia no se preocupan del futuro, caen en la mayor miseria cuando las circunstancias cambian.
«No andes torcido —le dijo una cangreja a su hijo—, no te arrastres oblicuamente sobre la roca mojada.» Y él respondió: «Madre y maestra, primero anda tú derecha y en viéndote lo haré yo.»
Un pastor, que llevaba su rebaño bastante lejos de la aldea, se dedicaba a hacer la siguiente broma: se ponÃa a gritar pidiendo auxilio a los aldeanos diciendo que unos lobos atacaban a sus ovejas. Dos o tres veces los de la aldea se asustaron y acudieron corriendo, volviéndose después burlados; pero al final ocurrió que los lobos se presentaron de verdad. Y mientras su rebaño era saqueado, gritaba pidiendo auxilio, pero los de la aldea, sospechando que bromeaba, según tenÃa por costumbre, no se preocuparon. Y asÃ, ocurrió que se quedó sin ovejas.
La fábula muestra que los mentirosos sólo ganan una cosa: no tener crédito aun cuando digan la verdad.
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