Enzo Traverso. De la memoria y su uso crítico.

octubre 18, 2011

Enzo Traverso, De la memoria y su uso crítico
Generalitat de Catalunya, 2008. 98 páginas.
Tit. or. De la mémoire et de son usage critique. Trad. Gustau Muñoz.

En este país estamos decididos a perder la memoria histórica. El pacto que se alcanzó en la transición incluía una amnesia que dura y durará. He asistido atónito al proceso del juez Garzón que, sin ser santo de mi devoción, no merece un exilio semiforzoso. Y me da miedo ver que quien mandaba, sigue mandando.

No sé si quien olvida su historia la repetirá, pero la memoria está presente consciente o inconscientemente en el espacio público, y debemos ocuparnos de ella. Estudiar, poner en claro, iluminar.

Este libro brevísimo establece algunas directrices e invita a la reflexión.

Calificación: Bueno.

Un día, un libro (48/365)

Extractos:

Reconocidas éstas como los verdaderos héroes del pasado, se configura una nueva situación en la que, para conseguir un lugar en las representaciones colectivas del pasado, los actores de la historia deben aparecer como víctimas o someterse a un proceso de victi-mización. Inevitablemente esta tendencia genera una hermenéutica histórica estrecha, a menudo mutilada, pues suprime la pluralidad de los sujetos históricos. Si un niño judío gaseado en Auschwitz es incontestablemente una víctima inocente, un insurgente del gueto de Varsovia levantado en armas era también un combatiente que había elegido precisamente sustraerse al papel de víctima que le habían asignado sus perseguidores. Moriría, por tanto, con las armas en la mano y considerarlo sin más como una víctima no le haría justicia. Un militante del ERP (el Ejército Revolucionario del Pueblo) asesinado por los torturadores argentinos entre 1976 y 1982 habría sido, ciertamente, muerto por una dictadura que pisoteaba los derechos humanos, pero él se consideraría a sí mismo como un combatiente en una guerra civil y sería perseguido a causa de sus actos políticos. Actualmente es harto corriente, tanto en Argentina como en Chile, calificar de genocidio la represión sangrienta que llevaron a cabo las dictaduras militares en la década de 1970. Eso permite a estos países sincronizarse con las normas conmemorativas del mundo globalizado, pero ayuda poco a la comprensión del pasado.

Un fenómeno de este tenor se ha dado ya en Estados Unidos, donde paradójicamente el Museo Federal del Holocausto, dedicado a un genocidio que tuvo lugar en Europa, carece de equivalente en relación con los crímenes de alguna manera fundadores de la nación americana, como la esclavitud de los negros y el genocidio de los indios.35 Cabe añadir que este Museo Federal fue inaugurado en 1995, en el quincuagésimo aniversario de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, que siguen figurado en la lista de gestas militares de una guerra patriótica.

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