Enrique Gallud Jardiel. Historia cómica de la Zarzuela.

enero 9, 2023

Enrique Gallud Jardiel, Historia cómica de la Zarzuela
Verbum, 2020. 130 páginas.

Historia de la Zarzuela y argumento de muchas de ellas contado con mucho humor pero sin dejar de ser riguroso. Si eres amante del género -como yo- lo disfrutarás muchísimo. Entre otras cosas para enterarte del argumento de muchas zarzuelas, porque en las grabaciones solo tenemos las partes cantadas y es difícil seguir la trama. Aquí nos la cuentan con mucho gracejo.

El autor es nieto del dramaturgo Jardiel Poncela y comparte el mismo tipo de humor. A mí me ha arrancado alguna que otra carcajada, aunque a algunos les pueda parecer que es un tipo de gracia un poco trasnochada yo la disfruto muchísimo. ¿Será porque a los que nos gustan las zarzuelas somos un poco antiguos?

Bueno.

¿Qué opinan los frailes del asunto? La respuesta a esta pregunta puede esperar, porque se va a responder por sí sola al poco de empezar el segundo acto.
El caso es que el público, durante este descanso, tiene que hacerse tantas preguntas que no tiene tiempo para hacer consumición en el bar del teatro y eso sale perdiendo la empresa.
El melodrama continúa.
Como el asunto de Rafael y la pecadora arrepentida no tiene mucha chicha, el autor tiene que tirar de los actores cómicos para hacer avanzar la trama, por lo que ambos porfían sobre si se dan un beso o no se lo dan, alargando forzadamente la acción.
(En realidad, la razón por la cual los protagonistas de la obra casi no aparecen en ella es que son cantantes y los cantantes no solo no saben decir los diálogos, sino que, además, no les gusta nada aprendérselos. Así es que, con muy buen juicio, los libretistas prescinden de ellos todo lo posible. Hacen que los actores secundarios desarrollen la acción y reservan a los cantantes solo para desgañi-tarse en las romanzas.)
Ahora sí viene una escena tremebunda. Rafael pronuncia el siguiente diálogo, ejemplo supremo del arte literario:
—Mi tragedia es honda como un abismo.
Dicho lo cual, se enfrenta a Dolores, que se arroja a sus manos y le besa los pies o cosa parecida.
Él, con mentalidad frailuna, le aconseja que vuelva junto al seductor y le pida perdón, para ver si él la acepta de nuevo. Pero Dolores es orgullosa y dice que no lo hará. Como Rafael no sabe qué camino seguir, el autor opta por acabar aquí el cuadro con un oscuro, sin que se haya decidido nada.
Cuando se reanuda la acción, el Prior ha salido al patio a fumarse un cigarrillo y aprovecha para entonar una romanza en donde les confiesa a los pocos espectadores que aún aguantan heroicamente en sus butacas que el hermano Rafael le tiene algo mosca. Se imagina que sigue enamorado de la de las narices y que acabará huyendo del convento por la escalera de incendios si hace falta.
Nos asegura que «el amor es un veneno de un poder fatal». Luego pone cara soñadora —recordando seguramente sus devaneos pre-prióricos— y le roba el acto a Rafael, cuyas frases musicales son más feas que las suyas.
El Prior y Rafael se enfrentan al fin. El primero le afea al segundo que haya faltado al rezo (como de costumbre, por otra parte) y Rafael pide que le oiga en confesión, porque tiene algo verde que contarle. El Prior le escucha, encantado, como suele pasar. Rafael confiesa que la pasión le domina y el Prior le pide detalles picantes. Finalmente, deciden que el hermano se vaya con la chica, pero no en ese momento, sino en el cuadro siguiente.
Ya estamos afortunadamente en el cuadro final de la obra. Vuelven a salir Nicasia y Perico para dar ambiente. Aparece Rafael, vestido de artista bohemio, seguido de Dolores, con el niño en brazos y unas alforjas con queso y chorizo para el camino. Ambos se despiden del convento con lágrimas en los ojos. Suenan campanas. Hay chupinazos. Desfilan los mozos y las mozas. El Prior y los monjes agitan pañuelos y la obra se acaba para alivio de muchos.

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