Suma de letras, 2001. 384 páginas.
Tit. or. Pronto. Trad. Alberto Coscarelli.
El corredor de apuestas Harry Arno está a punto de jubilarse y marcharse a una villa que ha comprado en Italia. Pero las cosas se precipitan cuando para atrapar a su jefe las autoridades le meten en un asunto turbio. Tendrá que escapar a toda prisa mientras la policía intenta atraparlo y sus antiguos socios matarlo.
Primer libro de la saga de Raylan Givens al que conocía a través de la serie Justified, que me sorprendió por su calidad. Sin duda el éxito se basa a la construcción de personaje y ambiente que hizo Leonard. El protagonista hace una aparición discreta e incluso timorata; el corredor de apuestas se le escapa dejándolo en ridículo y se lo toma como algo personal.
Una buena novela negra de las que enganchan desde el principio.
Bueno.
—¿Lo que quieres decir —preguntó Harry—, es que podrían enchironarme con Jimmy, acusado de mafioso?
Vio que Torres le miraba, muy serio, y esto comenzó a preocuparle.
—Al principio se planeó así —contestó Torres—. Te encerrarán a menos que declares, que les ayudes a mandarle a la trena. Le dije al agente encargado de la investigación, «¿Cómo piensas conseguir que Harry Arno se chive? No cruza las fronteras interestatales. La suya es una falta menor». McCormick, el agente a cargo del caso dijo, «Sí, tendría que estar desesperado, ¿no te parece?». Así que se lo pensó y añadió, «Vale, ¿y si ese Arno cree que Jumbo se lo quiere cargar?».
—¿Por qué iba a hacerlo? —Harry frunció el entrecejo.
—Para evitar que le acuses.
—Y yo qué voy a decir, ¿que el tipo es un jodido gángster? Todo el mundo lo sabe.
—¿Crees que hablo en broma? —preguntó Torres. No, lo decía en serio, estaba nervioso, pero se tomó su tiempo para acercarse al bordillo y aparcar. Se volvió en su asiento para encararse a Harry y se lo soltó—: Lo que quieren es ponerte nervioso, que creas que Jumbo quiere matarte y entonces vayas corriendo a pedir protección al Departamento de Justicia.
—Lo que siempre he querido ser —dijo Harry—, un chivato.
—Escúchame. McCormick dijo, «Lo podemos hacer de forma que Arno termine muerto y tú arrestes a Jumbo por asesinato. ¿Qué habría de malo en eso?». Después dijo que era una broma, pero no estoy seguro. Se lo pensó un poco más y se le ocurrió otra idea: «¿Y si hacemos correr el rumor de que el tal Arno le está robando a Jumbo parte de las ganancias?» —Torres siguió hablando a pesar de que Harry negaba con la cabeza—. «Jumbo actúa en consecuencia y Arno, al ver lo que pasa, se asusta y acude rápidamente a los federales».
—Todos los encargados de los locales de apuestas que conozco roban —dijo Harry—. Se da por hecho, solo hay que ser discreto. Puedo quedarme con cien a la semana para gastos, Jimmy está al corriente y mientras reciba su parte no dirá ni una palabra.
—Sí, pero McCormick habla de otra cosa, quiere que Jumbo crea que le estás robando cantidades importantes —Harry volvió a mostrar su desacuerdo moviendo la cabeza mientras Torres decía—: Mencionaste la parte de Jumbo. ¿Cuánto es? ¿La mitad?
—Exactamente la mitad.
—¿Sabe cuánto ingresas a la semana?
—Claro que lo sabe.
—¿Sabe la cifra exacta?
—Yo se la digo —afirmó Harry—. Si no me cree puede escuchar las cintas cuando quiera.
—¿Lo ha hecho alguna vez?
—¿Estás de coña? Es demasiado vago.
—Bueno, McCormick tiene gente que controla todas tus apuestas y suma los totales.
—Venga ya, ¿se ocupan de todo eso?
—McCormick quiere saber si lo que ingresas y lo que le dices a Jumbo que ingresas coincide.
—Ese tipo está loco —dijo Harry—. ¿Qué me dices de lo que gano con mis corredores? Casi nada de eso está registrado. Hay jugadores que son amigos y me llaman a casa. ¿Qué me dices de la manera en que la gente procedente de otras partes del país, como Jersey, hace sus apuestas?, el lenguaje que usan. Un tipo llama y te dice, «Me gustan los Vikings y seis por cinco duros». Llama otro tipo, «Harry, los Saints menos siete treinta veces». El tipo pierde, ¿cuál es el beneficio, un diez por ciento limpio? Si se olvidan del beneficio nunca averiguarán la cantidad real. Guardo las cintas por si surgen dudas sobre quién le debe a quién, o por si cuando voy a cobrar el tipo dice que nunca hizo la apuesta. Ocurre pocas veces, porque si surge cualquier duda sobre lo que apuesta el jugador yo lo aclaro rápidamente. A veces llama un tipo y dice, «Harry, dame los Lions y los Niners veinte veces inversa. Bears diez centavos, Chargers diez centavos. Giants cinco veces, New England diez veces si los Rams van a diez». Esto ocurre dos veces al día los sábados y domingos cuando recibo apuestas directas, múltiples, y todas las variantes, tenemos la NBA en marcha, escucha, incluso acepto algo de hockey. ¿Me estás diciendo que los tipos del FBI conseguirán sacar algo en limpio de todo esto?
—Harry —dijo Torres—, te escuchamos hablar con Jumbo, decirle los totales de la semana, cuánto habías reunido. En esa ocasión, Jumbo te preguntó sobre aquel tipo, ese negrazo vestido de domingo con cadenas de oro; aquel que se le acercó en el bar de Calder mientras Jumbo se tomaba una copa entre carreras, y que le dijo: «Tío, la semana pasada me hiciste polvo». Dice haber soltado diez mil y pagado otros mil por el Vig. Escuchamos a Jumbo preguntarte quién era el tipo. ¿Lo recuerdas?
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