Arco Libros, 2010. 308 páginas.
Análisis de las poéticas del microrrelato con abundancia de ejemplos y de citas de autores (solo por la lista ya merece la pena leerlo). Un excelente ensayo sobre un género por el que yo tengo predilección.
Muy bueno.
Un día oscuro de otoño de un oscuro año llegó a un oscura estación de tren de un oscuro pueblo de provincia un oscuro personaje que llevaba oscuras intenciones. Justo apareció un bichito de luz y le arruinó los planes
.
Rosas
Soñabas con rosas envueltas en papel de seda para tus aniversarios de boda, pero él jamás te las dio. Ahora te las lleva todos los domingos al panteón.
Años más tarde, la llamada generación de Medio Siglo se introdujo en la brecha y exploró las posibilidades del nuevo género; así, paulatinamente, fueron apareciendo los libros de Ana María Matute (Los niños tontos, 1956), Max Aub (Crímenes ejemplares, 1957), Ignacio Aldecoa (Neutral Comer, 1962), pero también están los textos de José María de Quinto («Cuentos cuantitativos»), Jesús López Pacheco («Tres historias inverosímiles»)’ y muy especialmente los de Antonio Fernández Molina, que desde 1967 dio a la imprenta numerosos libros compuestos casi exclusivamente de microrrelatos sin que la crítica literaria les prestara la más mínima atención: La tienda ausente (1967), Los cuatro dedos (1968), Dentro de un embudo (1973) y Arando en la madera (1975), entre otros.
La niña engañada
Su madre le ofreció una naranja si hacía aquello que ella quería. La niña lo hizo con esfuerzo sonriente. Entonces la madre, carcajada soez de ojos y dientes, se comió la naranja y le tiró a la niña la piel.
La niña cojió la piel y se quedó mirando por la ventana ¿a Dios? Tenía atravesada una letra de una palabra nueva en la garganta. Y sus ojos, como si la dosis de pena de toda su vida se le hubiera subido anticipadamente a ellos, como si hubieran visto, vivido en un segundo toda la vida, miraban, plomos fijos, densos, gastados, como los de una vieja.
Esbozo para un relato
«Todo irá bien mientras sigas mintiendo por mí», le dic< protagonista de la película en blanco y negro a la mujer a la que besa y acaricia. E insiste entre beso y beso: "¿Acaso no has confiado siempre en mí desde que nos casamos y no te he fallado nunca?". "Sí", le contesta ella, "por eso te amo. Has hecho tanto por mí...". Entonces el espectador deja de remover el azúcar en la taza de café, mira a su esposa y, de repente, le pregunta: "¿Tú harías lo mismo por mí? ¿Serías capaz de mentir para protegerme de un crimen?".
La continuación del relato puede tomar cuatro caminos. Primero: la mujer duda, no dice nada y sigue mirando la película, segundo: la mujer le dice que sí, que por amor sería capaz de eso y mucho más, y sigue mirando la película. Tercero: la mujer le dice que no, que una cosa es estar casada con un tonto y otra muy distinta estarlo con un asesino, y sigue mirando la película. La cuarta es la que tiene más posibilidades: ella le pregunta a su vez: "¿Y tú? ¿Qué harías si te dijera que esta mañana he matado a tu amante?"58.
En cuanto a los autores preteridos cuando se estudia el microrrelato entre los años cuarenta y setenta, llamaré la atención, de forma desordenada, sobre algunos nombres y textos de sobra conocidos pero que han tendido a ser soslayados. Por ejemplo, el volumen Bagatelas de otoño con el que Pío Baroja cerraba sus memorias, estaba compuesto casi totalmente por "historias y anécdotas" que el novelista califica de "pequeneces", independientes unas de otras, sin continuidad ni cohesión, entre las que abundan los relatos de pocas líneas, cada uno singularizado por un título, como el siguiente titulado "La sensibilidad alemana":
Se cuenta que un famoso cirujano alemán se le murió la mujer, de la que se decía que estaba locamente enamorado.
Uno de sus amigos se apresuró a ir a su casa a darle el pésame.
Al entrar en el despacho se encontró al viudo, que con un escalpelo en la mano comenzaba a abrir el vientre de la muerta.
- Pero..., ¿cómo? -dijo el amigo, sorprendido y espantado-. ¿Va usted a disecar a su mujer?
- Sí; pero ya está muerta, no crea usted"
Se les llama, entre otras cosas, microrrelatos, minifio ciones, ficciones súbitas, relatos hiperbreves, textículos. Sin haber conseguido aún una denominación aceptada por todos, este tipo de texto literario en miniatura, de extensión por lo general no superior a dos páginas, muy a menudo desarrollado en una sola línea, ha conseguido un minoritario pero fervoroso público lector, una atención editorial creciente y hasta una gran cantidad de aplicados practicantes en el "ciberespacio". En poco tiempo, han aparecido en España varias antologías que reúnen este tipo de relatos: Por favor, sea breve (antología de relatos hiperbreves), de Clara Obligado (Madrid, Páginas de Espuma, 2001); Galería de hiperbreves, del Círculo Cultural Faroni (Barcelona, Tusquets, 2001); Antología de cuentos e historias mínimas (siglos xix y xx), de Miguel Diez R. (Madrid, Espa-sa-Calpe, 2002). Yes de justicia citar por lo menos tres antologías que precedieron a éstas en el tiempo: La mano de la hormiga (Los cuentos más breves del mundo y de las literaturas hispánicas), de Antonio Fernández Ferrer (Fugaz, Madrid, 1990), Dos veces cuento (Antología de microrrelatos), de José-Luis González (Madrid, Ediciones Internacionales Universitarias, 1998), y Ojos de agua (Antología de microcuen-tos), de José Díaz (Barcelona, Círculo de Lectores, 2000).
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A la vista de las antologías citadas, el caso es que, del mismo modo que el género no ha encontrado todavía la denominación más certera, tampoco su naturaleza acaba de definirse del todo. Utilizar como elemento fundamental la brevedad del texto puede resultar demasiado simple, si la brevedad no viene acompañada de otras características que le den al microrrelato correspondiente una específica naturaleza narrativa. Afirmar, como Monterroso en la cita referida, que la imaginación de los "escritores de brevedades" trabaja más que la de los escritores de textos largos puede servir como tema para un texto breve divertido, como lo es el suyo, pero no deja de ser una falacia. El problema de la indefinición conceptual, de lo que pudiéramos llamar la falta de canon en esta materia, ese alegre "todo vale con tal que sea corto" hace que, junto a textos muy valiosos, en que se produce esa auténtica concentración dramática y condensación -"lo esencial de lo narrativo" que exigían Borges y Bioy- se encuentran a menudo estampas inertes, que carecen de ese movimiento que es inexcusable requisito del cuento. Además, el arrancar fragmentos a textos completos, que nos permitiría extraer cientos de microrrelatos y frases chispeantes de las obras de Shakespeare o de Cervantes, de las metáforas de Lorca o Neruda, no dejaría de ser una manera poco literaria de hacer picadillo la literatura.
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