Daniel Quesada. Cuestiones de teoría del conocimiento.

octubre 14, 2021

Daniel Quesada, Cuestiones de teoría del conocimiento
Tecnos, 2009. 360 páginas.

Recopilación de artículos sobre el estado actual de la epistemología, sobre todo en el apartado de la justificación de creencias y tipos de conocimiento. Típico libro que me pongo a leer pensando que soy más listo de lo que realmente soy y que me da una patada en la cara.

Me ha costado horrores acabarlo, leyendo a paso de tortuga. Los artículos que más me han gustado son los más divulgativos (Causalidad y epistemología, Escepticismo) y el final (Epistemología evolutiva) que me ha iluminado sobre una idea que siempre me ha parecido muy atractiva. Es la evolución la que ha seleccionado cerebros con un conocimiento a priori que se corresponde con justificaciones válidas del mundo real.

Del resto me he enterado de la tercera parte, tirando alto. Supongo que como manual para la carrera será excelente, pero como lectura para un neófito demasiado hueso.

Recomendable con reservas.

V EL ESCEPTICISMO PIRRÓNICO
1. El pirronismo histórico y el argumento escéptico pirrónico
El escepticismo académico deriva su nombre de Pirrón, un filósofo presocrático nacido en Elis en el año 370 a.C. El pirronismo histórico está asociado con una actitud primariamente práctica con respecto a la duda. El objetivo de estos escépticos era el de alcanzar la ataraxia, un estado de tranquilidad caracterizado por la ausencia de cualquier pasión. Para alcanzar ese objetivo, era necesario superar las interminables disputas filosóficas sobre casi cualquier tema. La manera que los escépticos encontraron de terminar esas disputas consistió en subrayar el hecho de que, para cada tesis filosófica, había argumentos que apoyaban la tesis contraria. Como resultado de esta isosteneia los escépticos lograban alcanzar la ataraxia. Pero se ha argumentado que la relación entre la isosteneia y la ataraxia para el escéptico antiguo era, no una relación racional, sino más bien causal. Dado que el objetivo principal era el de alcanzar la tranquilidad, la característica esencial que los argumentos a favor de cada lado de la disputa debían tener era el de ser psicológicamente persuasivos (o, al menos, tan persuasivos como los argumentos a favor del otro lado), y el que fueran buenos argumentos o no era en realidad no pertinente.
Si esta caracterización del pirronismo histórico es correcta, entonces ese movimiento tiene limitada importancia filosófica. Pero, quizás debido al hecho de que muchos pirrónicos históricos no eran tontos, y que, por lo tanto, no encontraban psicológicamente convincentes argumentos obviamente malos, sí tienen importancia filosófica muchos de los argumentos que los pirrónicos usaron para alcanzar la tranquilidad. Esos argumentos llegan hasta nosotros en su mayoría por intermedio de Sexto Empírico, del segundo siglo d.C., quien compiló varios de los «modos» usados por los pirrónicos. Los así llamados «modos de Agripa» son lo que más interés tienen para nosotros. Hay cinco modos asociados con Agripa, pero tres de ellos son los fundamentales: el modo de afirmación no fundamentada o dogmatismo, el modo de circularidad y el modo de regreso al infinito.
Estos tres modos de Agripa funcionan en tándem de la siguiente manera: Cuando un dogmático (asi es como Sexto se refiere a quienes
8 Término que podría traducirse como «equivalencia de razones», aunque, como se verá enseguida, no está claro que los pirrónicos históricos estuvieran muy interesados en la cuestión de si los argumentos en cada lado de una disputa eran buenos o no.
creen que estamos justificados en nuestras creencias) afirma su creencia en una proposición cualquiera P1 el escéptico pirrónico le pedirá al dogmático que fundamente su afirmación, que dé razones para pensar que es verdadera. El dogmático puede entonces o bien negarse a responder o bien aducir otra proposición, P2, a favor de P1. Si el dogmático se niega a responder, el escéptico pirrónico sostendrá que la única actitud que se puede tomar con respecto a P1 es la de suspender el inicio, ya que no se ha ofrecido ninguna razón en su favor (apelando así al modo de dogmatismo). Si el dogmático aduce otra proposición I*2 a favor de Pl, entonces hay dos posibilidades: o bien P2 es idéntica ,i IM o es una proposición distinta. Si P2 es idéntica a Pl, el escéptico pirrónico también suspenderá el juicio con respecto a Pl, ya que (el escéptico pirrónico cree) ninguna proposición puede fundamentarse a sí misma (apelando así al modo de circularidad). Si P2 es diferente de Pl, el escéptico pirrónico le pedirá al dogmático que fundamente su afirmación de P2. Y ahora el dogmático puede entonces negarse a responder o aducir otra proposición, P3, a favor de P2. Si el dogmático se niega a responder, entonces el escéptico pirrónico suspendrà el juicio apelando al modo de dogmatismo, y si P3 es idéntica a Pl o a P2, entonces el escéptico pirrónico suspendrà el juicio apelando al modo de circularidad. Finalmente, si P3 es distinta tanto de Pl como de P2, entonces el escéptico pirrónico le pedirá al dogmático que fundamente su creencia en P3 —y las mismas posibilidades que surgieron con respecto a P2 surgirán entonces con respecto a P3—. El dogmático no podrá seguir ofreciendo nuevas proposiciones como respuesta al reto pirrónico ad infinitum —tarde o temprano, o bien no dará respuesta alguna o bien citará alguna proposición ya mencionada—. El pirrónico se refiere a esta imposibilidad de responder al reto escéptico con una nueva proposición cada vez que hace falta una razón con el nombre de «regreso al infinito». Los tres modos de Agripa, entonces, trabajan en tándem para inducir suspensión del juicio con respecto a cualquier proposición.
El uso de los tres modos de Agripa por parte del escéptico pirrónico puede presentarse en forma de un argumento, que se ha l 1 amado «el trilema de Agripa» (aunque, en el caso de nuestra reconstrucción, este nombre no es adecuado ya que el argumento contiene cinco cuernos, no tres). Es problemático presentar la posición pirrónica en forma de argumento, ya que cuando alguien presenta un argumento en general se compromete con la verdad de sus premisas y la validez del argumento, mientras que el escéptico pirrónico suspendería el juicio también con respecto a esas proposiciones.

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