Bob Woodward. Como una moto.

enero 23, 2013

Bob Woodward, Como una moto
Papel de liar, 2009. 526 páginas.
Tit. Or. Wired. Trad. Miquel Izquierdo.

La vida de John Belushi, personaje mítico, contada por Bob Woodward, periodista clave en el Watergate, tenía a priori muy buena pinta. Pero me ha decepcionado completamente.

Desde sus orígenes en el mítico Saturday Night Live, hasta sus éxitos en el cine y su declive, provocados en gran parte por el abuso de drogas, al libro no se le puede recriminar que no esté documentado, ni que falten detalles. Demasiado, ya que me ha resultado tremendamente aburrido. Lo cual, contando una vida tan al límite como la de Belushi, es un pecado capital. Exceso de periodismo y falta de garra narrativa.

Se avisa demasiado de los peligros de las drogas, cuando aparecen otros personajes que abusaron tanto como Belushi y todavía siguen tan campantes (Chevy Chase fue el que le introdujo en la cocaína, y ahí sigue, parodiándose en Community, o Jack Nicholson).

Me he enterado de cosas interesantes, pero me han sobrado más de la mitad de las páginas.

Calificación: Aburrido.

Extracto:

Parte del reparto voló hasta Washington para visitar a Ford en la Casa Blanca, y el propio Ford aceptó grabar tres intervenciones para el programa del 17 de abril de 1976.
«¡En directo, desde Nueva York, es Sábado Noche! —dijo Ford al principio del programa, y entonces presentó a Nessen—: Señoras y caballeros, el jefe de prensa del presidente de Estados Unidos.»
Después de que Chase dijera: «Soy Chevy Chase y ustedes no», el presidente replicó: «Soy Gerald Ford y tú no». En un sketch del despacho oval, Nessen se interpretó a sí mismo ante Chase como presidente. Chase golpeaba una bola de golf con una raqueta de tenis, se grapaba una oreja a la cabeza, tropezaba con una bandera y firmaba accidentalmente sobre su propia mano.
John había pasado buena parte de la semana escribiendo y trabajando en su propia parodia «El nuevo ejército». Michaels lo incluyó en el programa porque era la oportunidad de que John hiciera algo propio.
La escena se abre con John como teniente del ejército sentado en una oficina de reclutamiento. El clásico póster de reclutamiento del Tío Sam («te queremos») colgaba del muro con la cara recortada y sustituida por el capitán James T. Kirk de Star Trek. John, con unos auriculares en la cabeza y los pies sobre la mesa, toca una guitarra imaginaria y ulula: «Bum, bum, du-du, doooouu». De pronto mira a la cámara y grita: «Hola, soy el teniente Schuman. ¡Hola!, Vaya, lo siento». Se quita los auriculares y baja la voz: «Hola, soy el teniente coronel Scott Schuman con un mensaje sobre el nuevo ejército. Ya sabéis que el ejército sin duda ha experimentado muchos cambios desde que vuestros padres pasaron por él». Mira afectadamente a cámara. «Vaya, perdón.» Entonces, limpia la superficie del escritorio, sobre la que se desparraman un polvo blanco, algo de hierba y un librillo de papel de fumar. Lo introduce todo en el cajón de la mesa, agarra la colilla de un porro, le da una última calada y vuelve a reclinarse con indiferencia.
«Y ahora, ahora el tema es que, ah, es un ejército todo de voluntarios. Vamos que no tienes que estar ahí si no quieres. Si no te va, pues guay. Ah, tenéis vuestras vidas por delante. Tenéis cosas que hacer, pero también nosotros… lo mejor que un helicóptero puede transportar desde toooodo el muuuuundo… Podéis incluso ser pa-
racaidistas, y eso es lo más divertido que se puede hacer con los pantalones puestos. Creeedme, lo sé, tíos. Así que apuntaos al ejército…» Empieza a reclinarse de nuevo mientras habla, levantando la vista al techo y echándose más atrás: «…pues cada ráfaga de disparos muestra todos los colores del arco iris». Y se cae de espaldas detrás de la mesa.
Voz en off: «El nuevo ejército: una empresa que coloca».
La parodia de John funcionó, pero las reseñas de prensa se concentraron en Ford, Nessen y Chevy Chase. Nessen y Chase aparecieron en Newsweek, donde se decía que Nessen había «colaborado con la estrella del programa, Chevy Chase». El rumor de que Chase iba a ser el nuevo Johnny Carson volvió a circular. El lunes, en el New Ibrk Times, O’Connor dijo que contar con el jefe de prensa presidencial podría costarle al programa algo muy valioso: la condición marginal necesaria para atacar a los políticos. Añadía que tendría que haberse empeñado en preservarla.
John estaba de acuerdo. Hacía campaña a favor de la osadía que habían mostrado en los inicios: estaban jugando sobre seguro, le dijo a Michaels. Se estaban traicionando a sí mismos.
John pretendía sketches más largos y complejos. En el programa del 24 de abril encontró algo de lo que buscaba. La invitada era la actriz Rachel Welch. La compañía hizo una parodia de Alguien voló sobre el nido del cuco, el film de 1975 que había ganado el Osear a la mejor película y había supuesto para Jack Nicholson y Louise Flet-cher los Oscars a mejor actor y mejor actriz respectivamente. John interpretaba a Nicholson, o sea, McMurphy, un espíritu libre en el psiquiátrico, y Rachel Welch interpretaba a la malvada enfermera Ratched. Todos tenían que llevar disfraces de abeja, y el gág se llamó «Alguien voló sobre el avispero».
Los pacientes se hallan sentados en semicírculo para la sesión de terapia encabezada por la rígida y glacial Ratched.
—Ah, mire, ah, enfermera Raaaaatched —decía John, tocado con una gorra, con las antenas oscilando, dilatando las palabras a la manera de Nicholson—. Quiero que esto le resulte lo más fáaaaacil posible. En unos minutos van a dar los Oscars. Y me imagino que se me permitirá verlo, ¿sabe lo que quiero deeeciiir?

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