Bitácoras y Libros en Barcelona VIII, sexo con aroma navideño

diciembre 22, 2008

BLB

El pasado sábado se celebró la octava edición de Blocs i Llibres a barcelona / Bitácoras y Libros en Barcelona con los siguientes asistentes:

Sergi Bellver (Bitácora de Sergi Bellver)
Quiosquero y Quiosquera (Pies para quiosquero)
Iván Humanes (Últimas palabras)
Anna (Veleidades vitales)
Frida, (Porque el mundo me ha hecho así)
María José (32 líneas)
Musa Rella (Las tres musas)
Mezkal (Sumidero Mental)
Silvia (Tots a l’Agora, Contes al cove)
Vigo (La librería, Poemas en inglés, Poemas en francés)
Palimp (Cuchitril Literario)

(creo no dejarme a nadie)

Aunque el tema de los deberes era explícitamente sexual, el espíritu de la navidad se infiltró en nuestros corazones y resultaron tener un importante componente de ternura. En vez de detalles escabrosos y subidos de tono tenemos aventuras curiosas, graciosas y ligeramente eróticas. Al final tienen la lista, referencias a Terelu incluidas.

Fue un placer conocer a Sergi Bellver, al que agradecemos su presencia y reencontrarse con el núcleo duro de estas quedadas. Hacía tiempo que no nos veíamos y se echaba de menos. Tuvimos una cena tranquila porque inexplicablemente no había nadie más en el restaurante, pero para la copa posterior tuvimos problemas para encontrar sitio. Estar en buena compañía hace agradable incluso el estar dando vueltas. Repetiremos pronto, cuando nuestra musa particular vuelva de vacaciones.

No les entretengo más y voy a lo que realmente están esperando; los deberes:

(Aviso: salvo cuatro historias creadas para rellenar y preservar el anonimato todas son -o deberían ser- auténticas)

Era una noche de luna llena y aunque eso era lo que menos nos importaba, no estaba de más poder ver algo dentro de aquel coche. La cosa tenía su encanto. Romanticismo, caricias subiditas de tono, era nuestra primera vez… Nos había costado mucho encontrar aquel sitio tan escondido, detrás de unas casas de campo. Ladraban algunos perros, pero nosotros ajenos a lo que se nos venía encima hicimos oídos sordos. Todo crecía y tomaba dimensiones desconocidas. Crecía el deseo y todo lo demás. Ya se sabe. Pero de pronto la luz de una linterna alumbró el interior del vehículo como un rayo que nos cegó a los dos. Empezaron los temblores y los extraños abrieron la puerta. Una pareja de la guardia civil. No podía ser. Uno de ellos llevaba una espada láser de la guerra de las galaxias, o una porra iluminada. La cuestión es que nos hicieron salir del coche y nos pidieron la documentación y muy amablemente nos propusieron que continuáramos la noche juntos. Yo argumenté que mi coche era algo pequeño para los cuatro pero a ellos eso no pareció importarles. La verdad es que desde entonces tengo otra idea muy distinta de la guardia civil y de las porras iluminadas…


Salía con un tío desde hacía un par de semanas y me propuso jugar con una pluma. Me dio curiosidad. Me desnudó y me preguntó si quería que me atara. A tanto no llegué, me dio un poco de miedo pero prometí no moverme. Empezó a acariciarme con una pluma larga y blanca. Muy suavemente. Se veía que no era la primera vez que lo hacía ¡menudo arte! Las sensaciones son muy sutiles, demasiado. Te vas calentando tan poco a poco que ni lo notas, hasta que estás en la frontera de la excitación y el ¡cabreo! porque lo que quieres es sentir algo de verdad y no algo casi virtual. Como había prometido no moverme y soy cumplidora, aguanté. Aguanté las marejadillas de placer que me iban subiendo por las piernas, las sensaciones confusas que me iban invadiendo y el estar durante diez minutos a punto, casi a punto de llegar pero no del todo… rozando el climax una eternidad. De pronto, como si cayera de un décimo piso, me corrí. Probablemente duro un minuto, pero me pareció correrme durante media hora. Me dejó exhausta.

Edward Bulwer-Lytton lo dijo, pero yo lo confirmo: la pluma es mucho más poderosa que la espada.


Ella me pidió que no lo hiciera, que tenía miedo, que con su marido le dolía, que por ahí no.

No le hice caso, insistí, trabajé con varias armas, derribé sus defensas, la derroté a lengüetazos.

Entré.

Al final me pidió que no parara, sobre todo, que no parara, por ahí.


Creo que lo más raro que me han pedido nunca me lo pidió un antiguo ¿novio? A mí no me hubiera importado hacer las típicas escenitas de el paciente y la enfermera o el profesor y la alumna, pero me pidió que nos lo montáramos como si yo fuera Terelu y el Pipi Estrada. Lo que hay que oir. Accedí, pensando que se lo contaría a mis nietas -y mira por dónde me sirve para contarlo aquí. No daré detalles, pero os aseguro que oir ‘Terelu, Terelu’ mientras llegaba al orgasmo es una de las experiencias más extravagantes de mi vida. No duramos mucho, por suerte para mi salud mental. Cada vez que veo a Terelu en mira quien baila me acuerdo de él. Se estará poniendo las botas.


No es exactamente lo más raro que me han pedido en una relación sexual, pero servirá. Perdí mi virginidad de una forma bastante rara. Salí una noche con la que era entonces mi pareja por los locales del Born. Entramos en una especia de garito underground de donde recuerdo que había cuadros colgados de cuerdas como si de lámparas se tratase. La sala estaba prácticamente vacía. En un momento de calentón, vimos unas escaleras en un rincón y subimos, y allí inexplicablemente nos encontramos con una cama con forma de corazón. Posiblemente estaba allí para realizar algún tipo de performance. Nosotros nunca llegamos a la cama; nos quedamos en el camino. Hicimos «el amor» entre el espacio que separaba la escalera de la cama, mientras resonaba en el ambiente lo que comúnmente denominamos como música máquina. Estuvo divertido y todo fue bien. ¿Y que decir? Siempre será una anécdota inolvidable.


Lo más raro: una vez que me pidió sexo una persona que no estaba borracha. Ni drogada.


¿A quién se le habrá ocurrido que un servicio puede ser divertido para tener sexo? Si es el lugar más inadecuado, vamos.

Encima de la lavadora… con un calentador en la cabeza.

Sobre el inodoro… son demasiado bajos y no se puede uno/a mover a gusto.

En el lavabo… uno piensa que están pegados ¡solo están apoyados, señores!

En la ducha… Seguro estará imaginándose la escena del jacuzzi, pero no: hablamos de un piso de 35 metros cuadrados, con un cuadrito minúsculo donde cae el agua, que por algo le dicen «plato» de ducha y no «fuente» de ducha. Y claro, es lo más parecido a una pecera, y el sexo oral se convierte en una especia de ahogamiento, casi un método de tortura de Guantánamo. Y ni hablar de patinarse, o de que en invierno inevitablemente uno queda debajo del chorro de agua caliente y el otro no. Definitivamente el menage a trois es elitista, el día que me gane la lotería será lo primero que haré.


Mal hecho está el mundo que te da pan cuando no tienes dientes y una líbido activa las 24 horas cuando vives en casa de tus padres y no tienes ni un mal simca mil dónde hacer el amor. En esos casos la naturaleza viene al rescate, y no faltan lugares idílicos dónde puedes adentrarte de noche con tu pareja para echar un polvo ecológico. Ahí estábamos los dos, en pleno bosque, al pie de un hermoso árbol -muy aconsejable para apoyarse en ciertas posturas. Pero mi novia pensó que alguien podría tener la misma idea y que no le gustaría ver interrumpido el coito por la aparición de espontáneos. No digamos si en vez de otra pareja son mirones o cosas peores. Así que me propuso subirnos por las ramas. Las del árbol, se entiende. Cualquier tío está dispuesto a descender dos peldaños en la escala evolutiva si de follar hablamos, sin contar que una erección nos suele dejar con la inteligencia de una ameba. Así que trepamos, buscamos y encontramos una postura agradable, y dimos rienda suelta a nuestra pasión. En el kamasutra no hay consejos y en internet tampoco he encontrado nada, pero desde aquí hago un llamamiento a investigar este terreno inexplorado.


Los deberes de esta noche sí que me ponen en un verdadero apuro. Mis parejas siempre han sido personas bastante normales y ni siquiera bajo la influencia del alcohol suelen pedir cosas raras. Con esto no quiero decir que nunca haya explorado el sexo más allá de lo tradicional. Como ya he dicho, he tenido varias parejas e incluso he participado en tríos, tanto de dos hombres con una mujer como de una mujer con dos hombres. Por eso puedo hablar con conocimiento de causa tanto de cunnilingus como de felaciones, de «griegos» o de «cubanas». Sin embargo, nadie me ha pedido nunca que le golpee con un látigo, o que le espose a la cama, o que le recite la alienación de un equipo de fútbol. Por eso, es una suerte que se mantenga el anonimato, ya que si no, me temo que suspendería el examen irremediablemente.


Me pidió verme mientras me masturbaba. No es muy raro, cierto. Pero le gustaba mirar mientras yo me acariciaba, cambiando de postura y cuando llegaba al orgasmo -casi olvidando su presencia- se tumbaba encima de mí y me penetraba ansioso. Una vez decidí montar el numerito por todo lo alto. Representaría que estábamos rodando una película pornográfica, él el director y cámara y yo la actriz. No teníamos cámara y tampoco lo hubiera permitido, así que él sólo imaginaba que tenía una. Compramos un consolador para darle más realismo. Empezamos más o menos como siempre, aunque estaba ridículo con su cámara invisible. Poco a poco nos fuimos metiendo en el papel, él dando indicaciones y yo mostrándome cada vez más lujuriosa. Nunca había usado un consolador, pero lo lamí como si fuera lo más apetecible del planeta. Lo hundí en mi sexo gimiendo como una perra en celo (no fue así, pero es más acorde con la imagen de una película pornográfica). El numerito duro tanto que cuando mi novio dejó de lado la cámara y vino conmigo a la cama no duró ni medio minuto. No me importó mucho ya había tenido dos orgasmos y estaba servida. Ahora me da pena no haber tenido cámara. Creo que mi actuación fue memorable, y digna de ser conservada.


Proponerme, lo que es proponerme, nunca me han propuesto nada. Digamos que, en este terreno, las cosas siempre han ido rodadas, un entendimiento, un acuerdo tácito, sin ruptura de continuidad. Quizá la única vez fue cuando… bueno, no sé como surgió la idea, o sí lo sé, lo propuse yo. «Mi fantasía sería hacer un trío». Y allí estaba él/ella para cumplir todos mis deseos. «Se lo digo a alguien de confianza, a mi hermano/a. Quedamos en un bar para que le conozcas y si no te gusta no hacemos nada». Viéndole podía imaginar a su hermano/a y pasé unos días cachondo/a perdido/a pergeñando el plan. Pero no pudo ser, mi fantasía me exigió derechos de antigüedad… y me quedé con ella: sabía que ella duraría más conmigo que yo con aquel/lla noviete/a.


Mi novia me planteó hacer un trío con otro tío. Me convenció con el cebo de que después haríamos uno con dos tías. Acepté y una noche nos lo montamos con un amigo suyo. Como a los dos nos daba cosa tocarnos en vez de trío tuvimos duos alternados y cuando me tocó a mi de ‘mirón’ tuve que aguantar como otro se tiraba a mi novia, mientras ella gemía de placer. Os juro que en mi vida he visto algo más excitante. Las emociones iban por otro lado, pero me puso la polla a punto de explotar. Con el tiempo lo dejamos, el otro tío no tuvo nada que ver, no sé si el trío quiso decir algo, pero yo todavía utilizo el recuerdo de aquella noche para masturbarme. Lo del trío con dos tías, maldita suerte, nunca llegó a realizarse.


No sé si por mi falta de perspicacia o por mi mala memoria lo cierto es que no recuerdo que nunca me hayan pedido nada raro, sexualmente hablando, y en la época de descubrimientos y novedades todo me parecía de lo más natural y lamentaba no haber sido yo quien cayera en la cuenta de aquello que me parecía de lo más obvio. Pero si puedo contar lo que me sucedió con un amante de temporada; no poeduo decir que fuera un joven imberbe más bien estaba en la frontera de los cuarenta, pero… Sólo sabía hacer el cunnilingus en la posición del 69, de forma que algo que suele ser de lo más divertido, al finalizar las emana se ha´bia convertido en pura rutina, así que me vi en la necesidad de enseñarle alguna variante. Un día, o una noche, o una tarde… le puse boca arriba, me arrodillé a la altura de sus orejas y… ya saben, le gustó tanto que al finalizar la semana siguiente me vi, de nuevo, en la obligación de enseñarle otra modalidad lingüística, habíamos caído de nuevo en la rutina, variante horcajadas.

Actualización: Anna nos proporciona las siguientes fotos del evento (click para ampliar).

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10 comentarios

  • Mariana la de los Libros diciembre 22, 2008en7:56 pm

    Muy curiosa combinación la navidad y el erotismo, pero los breves relatos de verdad valen la pena.

  • C.Martín diciembre 22, 2008en8:03 pm

    Los leo, los releo, y no consigo encajarlos satisfactoriamente con cada uno, ni siquiera el mío, juas.
    Gracias, Palimp, por estas estupendas veladas.

  • Nacho diciembre 22, 2008en8:11 pm

    Hombre, quizá no sean especialmente raros los testimonios, pero a mí me han entrado unos calores leyéndolos que ni te cuento (y eso que, según el termómetro, estamos a cuatro grados).

    ¡Nos vemos el año que viene!

  • Sergi Bellver diciembre 22, 2008en8:47 pm

    El placer, y no es una frase hecha, fue mío, Palimp. Conocer a nuevos compañeros (todo el grupo) de lo literario en la red siempre es grato, pero ponerle cara a viejos camaradas de la blogosfera (Iván, Marcela, tú mismo) lo fue aún más. Ten por seguro que cada vez que me sea posible repetiré en futuras ediciones de esta entrañable BBL. A ver si se cumplen mis deseos a largo plazo y un día Barcelona se convierte para mí de nuevo en origen permanente, en vez de destino ocasional. Por lo menos cuento con que me sentiré menos solo (como freak de las letras) en esta ciudad.

    Un abrazo muy fuerte a todos.

    pd: el Gordo no ha tocado, de manera que lo de la editorial… tendrá que esperar un poco más 😛

  • dsdmona diciembre 22, 2008en9:00 pm

    Que lástima haberme perdido esta edición… los relatos… calientan el ambiente aunque la gente se ha comedido mucho, yo la verdad es que no sé que habría escrito y estoy segura que se me hubiera notado el rubor en la cara cuando se hubiera leído (para algunas cosas todavía soy una niña 😉 ).

    D.

  • elveidedalt diciembre 22, 2008en11:50 pm

    ¿Espiritu navideño? ¡Joder! Tengo material para unos cuantos posts!
    (el tuyo era el del guardia civil, seguro!) 😉

  • Quiosquera diciembre 23, 2008en4:19 pm

    ¡Qué lástima haber tenido que marchar tan pronto! Brrr.. claro, dejásteis el plato fuerte para el final… De todas formas, creo que nuetros relatos hubieran desmerecido. En aquella época no teníamos ni tan sólo un 600.
    FELIZ NAVIDAD
    para todos/as (esto es lo políticamente correcto, pero me toca las narices tanta cortesía).
    ¡Ah! y buen año 2009 (que a más de uno ya nos iría bien.
    Un abrazo,
    Quiosquera

  • María José diciembre 24, 2008en10:12 am

    Como siempre una cita estupenda. Tal vez no hayamos conseguido calentar el ambiente, no sé, la guardia civil siempre corta un poco, aunque algunos ya no opinen lo mismo. Para carnaval o hacemos un viaje literario por España o nos disfrazamos de escritores, quien sabe…Lo importante es que ampliemos el círculo y sigamos en contacto.
    Un beso para todos y felices ideas.

  • Frida diciembre 24, 2008en6:24 pm

    ¡Fue una noche estupenda! Y los relatos calentaron tan poco porque solo fueron los preliminares. El sexo es una cosa que tiene que hacer chup-chup, como los buenos potajes. Me parece una buena idea lo de disfrazarse en Carnaval, es lo suyo. Un beso.

  • Palimp diciembre 25, 2008en3:58 pm

    Gracias a todos por asistir. Fue una noche estupenda porque ¿Cómo iba a ser con tan buena compañía?

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