Altair, 2011. 340 páginas. Tit. or. Travels with myself and another. Trad. Ana Guelbenzu. Crónica de cinco viajes de la autora a diferentes lugares y que, por una razón u otra, fueron un infierno y completamente desagradables y ruinosos. El primero es a China junto a Hemingway, al que nombra como ‘C.R.’ y da el tono general del libro. Vale que las condiciones que se encuentra no son precisamente las mejores, pero es que la autora se pasa el rato quejándose por todo. En esta primera crónica, sin embargo, Hemingway sale bastante bien parado. El grueso del libro trata de su viaje a África, que en aquel momento era bastante más inhóspita para los turistas que ahora (lo que ya es decir) acompañada de un conductor que no sabía conducir. Aquí tampoco se corta un pelo la autora para criticar todo lo criticable, rozar el racismo en ocasiones, a veces paternalista, a veces bastante crudo. Aún así se enamora de los sitios. No es una persona negativa, solo un poco tiquismiquis. Es de destacar que son crónicas escritas en los años 50, y en la segunda (en un Caribe en guerra) hasta hace un análisis de cómo era el sitio…
Valdemar, 2003, 2005. 360 páginas, Tit. or. Amphigorey too. Trad. Óscar Palmer Yáñez. Segunda antología del genio de la ilustración Edward Gorey, que mezcla un dibujo que se acerca a los antiguos grabados con un sentido del humor negro muy particular y que nos fascina a sus seguidores incondicionales. Bebés monstruosos, extraños patios donde juegan animales que van y vienen, calcetines que corren aventuras, señoras seducidas por demonios, jardines demoníacos, hermanos alocados con trágicos destinos… la cantidad de imágenes sugerentes que aparecen en estas páginas te dejan con la boca abierta. No es un autor para todos los públicos, pero si te gusta, te encantará. Muy bueno.
Norma, 2021. 84 páginas. Un millonario perteneciente a la alta burguesía catalana llevaba un año desaparecido hasta que aparece muerto en un descampado. La viuda encarga al detective investigar donde estuvo y, si es posible, quién lo ha asesinado. La clave resulta estar en los mares del sur del título. Adaptación solvente de la que considero una de las mejores novelas de la serie del detective Carvalho pero que me ha dejado bastante frío. Creo que todavía no ha habido nadie que haya dado con la tecla de la cara del detective, y en este cómic, tampoco. Pero ver las calles de Barcelona le dan un plus. Algunas cosas que vienen de la novela, a estas alturas del milenio, ya me chirrían un poco. El retrato de la alta sociedad, excelente. No está mal (pero mejor el libro).
Matteo se fue de su casa paterna al confesar a su padre que era homosexual y que éste no lo supiera aceptar. Tras un desengaño amoroso tiene que volver al pueblo y convivir con su familia, enfrentarse a su pasado e intentar resolver las cosas. Las vueltas al pueblo son terribles, sobre todo si eres diferente y, además, tienes que terminar de arreglar tu situación sentimental. Un cómic acerca de las relaciones familiares y emocionales y como intentar reconstruirse a uno mismo. Bueno.
Planeta Argentina, 2004. 254 páginas. Una mujer ve por la televisión un atentado fallido en el barrio imaginario de el Dock, y una de las asaltantes resulta ser una antigua compañera. Este hecho trastocará su vida cuando el hijo de esa compañera vaya a vivir con ella. Insufrible. Se pasa el libro dando vueltas a anécdotas insignificantes sin llegar a ningún lado. El comportamiento de los protagonistas no tiene ni pies ni cabeza, y el propio libro no sabe muy bien a dónde ir. El lenguaje no salva este despropósito. Me ha recordado a aquella uruguaya que se mueve por las mismas coordenadas, muchas vueltas para no ir a ningún sitio. Me quedo con esta frase de la contraportada: en esta novela de diálogos que van a la deriva, como fragmentos de un monólogo interior, la digresión finalmente resulta un atajo y el melodrama no excluye su propia farsa. Pues así más o menos es el libro. No me ha gustado. Sencillamente nadie lo reclamaba. Algunos días después de haber llegado a casa, le pareció una buena idea dejar una cinta con mi voz en el aparato de Poli. Si yo salía, podía estar tranquila de que él no iba…