Diminuta, 2014. 56 páginas. Historia de la transición de un niño atrapado en un cuerpo de niña y los problemas hasta conseguir sentirse bien con su cuerpo, el calvario de los requisitos legales y la tranquilidad la primera vez que se miró en el espejo y se sintió guapo. El dibujo, más próximo a las historias infantiles, acentúa el dramatismo de la historia, que se cuenta de una manera simple pero eficaz. Bueno.
Sapristi, 2020. 128 páginas. El autor nos cuenta su autobiografía, desde que notó que era un niño que no encajaba en el colegio y empezó a sufrir acoso escolar hasta cómo fue construyendo su mundo y su familia elegida. Un proceso doloroso pero a la vez empoderador. El dibujo, falsamente infantil, contrasta con las situaciones que se nos cuentan, que también son retrato de una época muy característica de nuestro país. Bueno.
Astiberri, 2013. 192 páginas. Historias breves, de dos páginas o menos, que tratan temas que son bastante difíciles de describir. Se aglutinan alrededor de la peor banda del mundo, que llevan ensayando años y siguen siendo terriblemente malos, pero se extiende a toda la ciudad en la que hay un desfile constante de personajes increíbles, situaciones a la vez metafísicas y tronchantes, y lugares nacidos de un Kafka portugués con fiebre. Cuando crees que las cosas no pueden ir más lejos el autor se saca de la manga otro concepto que es capaz de arrancarte una risa y volarte la cabeza, a la vez. Imprescindible.
Tusquets, 2008. 334 páginas. Tit. or. Picul negru. Trad. Joaquín Garrigós Bueno. Un antiguo profesor universitario y hoy recepcionista de un hotel decide investigar las razones por las cuales su padre se suicidó cuarenta años atrás. Un sobre con una carta es el hilo de donde empieza a sacar el ovillo, a través de un remitente que no es quien parece ser. La contraportada, con un resumen parecido al que he puesto en el párrafo anterior, puede dar la impresión de ser una novela policíaca. Nada más lejos de la realidad. Es completamente experimental, con saltos temporales, personajes que aparecen sin que sepamos muy bien por qué y, sobre todo, un lenguaje a medio camino entre las continuas interrupciones del texto que inventó Joyce y narraciones desde diferentes puntos de vista. Yo mismo creo que he conseguido seguir la trama, pero no pondría la mano en el fuego. El resultado es una novela que se me ha hecho muy pesada a veces, porque no le veía sentido a ese ponerse palos en la rueda narrativo, con momentos bastante intensos que eran una delicia. Sobre todo al final, que la cosa se anima más. Lo mejor es el retrato de la…
No es estrictamente un cómic, son páginas que plantean una situación inicial, sin viñetado, que se va transformando en otra cosa, a través de un grafismo muy cuidado en blanco y negro, que siempre causa una sorpresa agradable. Muchas de las páginas tienen una fuerte crítica social, a pesar de ser sin palabras y de lo estilizado de la propuesta. Una obra de arte que nos deja con la boca abierta. Dejo muestras. Muy bueno.