Norma, 2018. 260 páginas. 23 historias de género negro ambientadas en la ciudad de Barcelona, que cubren un amplio espectro de temas. Desde el taxista que se cree el protagonista de una película hasta traficantes de droga que acaban mal en una hoguera de San Juan. El atractivo es que el escenario es Barcelona, muchas de las calles las conozco como la palma de mi mano. La calidad es desigual, tanto en las tramas como en el dibujo, en general este último es bastante correcto en todas las ocasiones y hay alguna joyita, así que en conjunto merece la pena. Bueno.

Blackie books, 2019. 220 páginas. Tit. or. How fascism works: The politics of us and them. Trad. Lucía Giordano. Por aquí reseñábamos el libro de Eco Contra el fascismo y esto es una versión ampliada y modernizada. Un decálogo de aspectos en los que el fascismo moderno utiliza una mezcla de conceptos clásicos con herramientas modernas para introducirse en nuestras vidas, cambiar el discurso político, y llevarnos a un futuro un poco más negro. El autor nos habla del pasado mítico, la propaganda, o el antiintelectualismo, que ya lo usaban los fascistas clásicos. Ese pasado donde todo era mejor y más sencillo, pero que los tiempos modernos, con su wokismo quieren destruir. Pero también de nuevas inquietudes, como la angustia sexual que provoca la revolución feminista y el auge de los derechos LGTBIQ+. Si sumamos las redes sociales, un mundo cada vez más complejo, amenazado por el cambio climático y con unas desigualdades cada vez más grandes, tenemos la tormenta perfecta para el auge de la ultraderecha que estamos viendo en todo el mundo. Libros como éste nos dan aviso. Bueno. Un cop més, l’arma a què recorre la política feixista és l’amenaça potencial d’una agressió sexual. El mes de…

hyo, 2025. 116 páginas. La protagonista tiene que volver a la casa materna después de un fallido intento de independizarse, con la sensación de fracaso que siempre acompaña, con una madre tóxica con la que tiene una relación llena de altibajos. Me ha encantado cómo está escrito este libro, con capítulos brevísimos pero intensos, que nos van dibujando el ambiente de esa familia desestructurada que pese a todo, sigue adelante. Muy bueno. 41 Mientras mi hermano menor vende limonada, Joaquín, el niño de la vereda de enfrente, sigue practicando ponerse plantas en la boca. Le pregunté y me explicó. Los pétalos rojos sirven para calmarse, los amarillos para hablar con insectos y los blancos para entender, sea lo que sea que eso signifique. Se sienta en el suelo y, después de chupar uno amarillo, habla con las hormigas, en silencio, con una parte del cuerpo que no sé cuál es. Desde la vereda de enfrente Roña mira a mi hermano Marcos, luego mira a Joaquín y se lamenta. Cuánto le gustaría tener un hijo normal. 42 El sonido de una avispa entra al cuerpo antes que el aguijón. La avispa puede estar lejos, pero el batir de sus alas amenaza…

A caballo entre 1856 y 2016 se entrelazan dos historias. Tres amigas que quieren montar un grupo punk solo con su actitud y sus ganas, y una poeta en el pasado que enfrenta su posible casamiento. Todo esto con el dibujo arrebatador de Borja que hace que cada página, cada viñeta, sea una pequeña obra de arte. Y que este volumen (que he leído el último, aún siendo el primero) engancha muy bien con el cierre de la trilogía. Que pedazo de obra de arte. Muy bueno.

La autora hace un ejercicio de autoficción en el que las historias de sus abuelas, sobre cómo llegó la electricidad a Chile, se mezclan con la historia familiar, la represión política, el avance del capitalismo, y su propia historia personal. Todo articulado alrededor de la compañía eléctrica que trajo la modernidad cambiando para siempre un mundo que, sin embargo, siguió lleno de desigualdades y problemas. Bueno. Aparecieron tranvías que sustituyeron a las carretas, a las mulas y a los carros de sangre, como le llamaban a los tranvías tirados por caballos, acortando las distancias del mapa urbano. Leo en unas revistas viejas las publicidades de la época. «Compre hoy su plancha eléctrica», «Luz, fuerza y calor», «Llegó la nueva cocina eléctrica», «Yo tengo mi ampolleta, ¿usted tiene la suya?». Leo que los empresarios chilenos se asociaron a los ingleses para dar abasto y muchas companies llegaron a hacerse cargo de la instalación de las nuevas tecnologías. Hubo que crear centrales eléctricas para poder generar la energía necesaria. Hubo que inventar sistemas para que la corriente llegara a todos los lugares donde se requería. Leo que muy pronto coexistieron en el país unas sesenta empresas eléctricas que servían a la industria,…