Ediciones Marcianas, 2001. 252 páginas.
Eskorbuto es, quizás, el grupo punk más punk de este país (Si los Sex Pistols eran punk, ¿Eskorbuto qué son?). Coherentes consigo mismos no se casaron con nadie, hicieron lo que quisieron, se enbroncaron con todo el mundo, y nos dejaron unas cuantas canciones escritas desde las entrañas. Algunas de ellas convertidas en himnos como Mucha policía, poca diversión.
El libro es bastante flojo. Básicamente es un corta pega de declaraciones, entrevistas, conciertos, alguna que otra foto, declaraciones de otros músicos y las letras de las canciones (que hoy en día se encuentran en cualquier parte, por ejemplo aquí: Eskorbuto. No niego que hay cosas que me ha gustado conocer, pero un poco de trabajo periodístico no hubiera estado mal.
Probaré con otros libros a ver si hay mejor suerte.
Se deja leer.
“Si los Sex Pistols eran punk, ¿Eskorbuto qué son?». Hacíamos tanto ruido que las letras de nuestras canciones no se llegaban a entender, pero eso sí, manteníamos la atención de la gente durante todo el concierto.
Éramos imprevisibles, en cada concierto podía suceder cualquier cosa. Jualma corriendo por todo el escenario; yo saltando y metiéndóle hostias a la guitarra; Gugu golpeando brutalmente la batería hasta casi destrozarla, con los platos rotos por el suelo; y Laiky inmutable a todo lo que sucedía como un poste, tocaba el bajo.
La gente en los conciertos no sabía dónde mirar pues todos llamábamos la atención. En más de una ocasión yo he tocado la guitarra con sólo tres cuerdas y las otras tres rotas, no había tiempo para cambiarlas, no se podía parar de hacer ruido. Nuestras actuaciones eran explosivas y a cada una de ellas era mayor la cantidad de gente que acudía. Empezábamos a ser conocidos y así debíamos continuar, con energía. Nuestras canciones y actuaciones eran de auténtica guerra, ya que en las tiendas no venden metralletas, pero lo que sí venden son guitarras y con las guitarras nosotros hacíamos canciones de guerra. Fuimos el primer grupo en decir las cosas clarísimas, lo cual nos trajo siempre montones de problemas, pero debíamos seguir moviéndonos y no quedarnos estancados, pues sólo dependíamos de nosotros mismos, ya que no teníamos lo que se dice un padrino que nos abriera camino.
En Eskorbuto hablábamos sobre los tiempos venideros y de las nuevas acciones que debíamos acometer, pero Laiky no parecía muy entusiasmado, parecía no tener motivos para luchar por Eskorbuto. Jualma y yo hablamos con Gugu sobre el tema de Laiky. Gugu trabajaba en el taller de su padre hasta las seis de la tarde y no podía hacer nada hasta esa hora. Normalmente ensayábamos después de esa hora, pero Jualma y yo teníamos todo el día libre y sí que podíamos movernos. Jualma y yo quedábamos todos los días para movernos, pero Laiky siempre ponía alguna excusa para no venir y así un día tras otro. Hicimos una reunión los cuatro y le pusimos^sobre aviso a Laiky, que si Eskorbuto no le motivaba era mejor que lo dejara.
Pasaron unas semanas y las cosas seguían igual. Laiky era un buen amigo y lo sigue siendo, pero empezábamos a ser conocidos y debíamos movernos todos para no quedarnos estancados.
Laiky abandonó el grupo a finales del 81. En ese momento, nuestro problema era encontrar un substituto que tocara el bajo, pues se nos avecinaba una actuación en los carnavales de Bilbao y la solución momentánea fue coger a un tipo que ya conocíamos desde hacía algún
tiempo y que había tocado el bajo en otro grupo que se llamaba Cero Noventa y Uno. Se llamaba Seni y se convirtió en nuestro músico de alquiler. Pero no era la solución adecuada y así ocurrió que fue el bajista en el concierto de Bilbao pero no volvió a tocar con nosotros.
Nuestra auténtica solución fue genial en todos los aspectos. Jualma tocaría el bajo y cantaría, yo seguiría tocando la guitarra y, en vez de hacer coros simplemente, cantaría también algunos temas y Gugu seguiría a la batería. En ese momento pasamos de cuarteto a trío. Y habría una ventaja, a la hora de repartir tocaríamos a más. Por tanto, a comienzos del 82, la formación de Eskorbuto era: Jualma, bajo y voz; Iosu, guitarra y voz y Gugu, batería.
Eskorbuto seguíamos ensayando y haciendo nuevas canciones. Jualma y yo, que todos los sábados por la noche nos quedábamos a dormir en la parte de arriba del local de ensayo, éramos despertados todos los domingos por la mañana a primera hora por un tipo rarísimo que tenía un coche, un Seat 124 destrozadísimo que milagrosamente funcionaba. Este tipo, de baja estatura llegaba en su coche, se bajaba de él y nos llamaba golpeando la puerta del local. Nosotros pasábamos de abrirle, porque dormíamos, pero él seguía dándole mamporrazos a la puerta. Y así diez minutos, un cuarto de hora, … porque él sabía que nosotros estábamos dentro del local y continuaba llamando sin cesar. Al final le abríamos y le decíamos que no podía pasar. Pero el tío le plantaba una cara de la hostia y, sin nuestro permiso, acababa infiltrándose poco a poco.
Jualma y yo ya no sabíamos qué decirle para que se largara. Paco, que así se llamaba el tipo, empezaba a hablarnos de tonterías. Mientras hablábamos se liaba un porro y poco a poco se iba acercando a la batería, que la teníamos tapada con una manta. Realmente no sabíamos cómo se lo hacía, pero tenía un morro que se lo pisaba. Le decíamos que la batería no era nuestra y que nuestro batería se podía mosquear si notaba que alguien había estado en su batería. Él hacía oídos sordos y acababa destapándola y seguía hablando:
– ¡Una Pearl!, yo también tuve una Pearl, son bastante buenas.
La probaré a ver que tal suena.
Nos ofrecía tabaco Winston y fuego para sobornarnos y acabamos rindiéndonos, pero eso sí, le advertíamos:
– ¡Sólo cinco minutos!
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