Editorial Mong, 2013. 318 páginas.
Libro compuesto de un diccionario de definiciones graciosas, artículos encicoplédicos de coña, chistes visuales y mucha retranca. Como la revista Mongolia pero en libro de tapa dura.
Me ha arrancado alguna que otra sonrisa pero, pese a que algunos de los autores como Adanti me encantan, no es mi tipo de humor.
Para pasar el rato.
CHISTES CLÁSICOS rEVISITADOS CON LA CRISIS
Una señora tenía un perro llamado Mi Nómina y un día el perro se le extravió.
Muy preocupada, fue a preguntar aun banquero «Señor banquero, ¿ha visto
usted a Mi Nómina?», a lo que el banquero respondió «No, pero me encantaría vérsela y
regalarle un juego de sartenes».
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«Mamá, mamá, el abuelo está malo». «Pues apártalo, cómete las patatas y no lo
comentes en el barrio que si se enteran que está muerto dejamos de cobrar su
pensión».
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«Donjuán Carlos, quince barcos de guerra marroquíes se acercan a las costas españolas»,
«¿Una flota?», «No, majestad, flotan todas».
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Un señor está triste y le pregunta un amigo «¿Qué te pasa?». A lo que el otro le
contesta «Es que casi atropello a un político». Y le dice entonces el amigo «¿Qué pasó? ¿Te
falló el freno?». «No, el acelerador».
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«María, ¿qué me das por mi marido que es senador por Murcia?», «Nada», «Trato
hecho».
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Juan y Pínchame la Burbuja Inmobiliaria se fueron a la Banca, Juan quebró. ¿Y Pínchame la
Burbuja Inmobiliaria?
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Entra un monaguillo a la sede del episcopado y dice: «Señor don Antonio María, me acuso de haberme acostado con el cura de la iglesia que hay enfrente». A lo que le responde don Antonio María: «Está bien, hijo. Reza un par de padrenuestros pero la próxima vez
recuerda que esta es tu parroquia».
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¿En qué se parece un árbol de Navidad a Javier Arenas? En que los dos tienen las bolas de color.
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Le dice Sofía a Elena: «Hija, sube a casa como los buenos hijos». A lo que responde
Elena: «No, mamá, que me vuelves a tirar».
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¿Por qué Paquirrín se deja bigote? Para parecerse a su madre.
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En una fiesta, un príncipe heredero le pregunta a una presentadora de
televisión: «Señorita, ¿usted se acostaría conmigo por 100 euros?». «Por supuesto
que no», responde ella. «¿Y por 500 euros?», «Tampoco». «¿Ypor
un millón de euros o el trono de un país tercermundista?».
«Hombre, por eso tal vez sí», responde ella. «Bueno, pues vamos
a la cama», dice el príncipe heredero y la periodista responde
ofendida: «Pero ¿qué se ha creído que soy yo?».
A lo que el príncipe concluye: «No, si lo que es usted, señorita,
ya lo sabemos, lo que nos falta es ajustar el precio».
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