Blackie books, 2009. 158 páginas.
Tit. Or. Le tutu. Moeurs fin de siècle. Trad. Gonzalo Pontón Gijón.
Copio el resumen del propio libro porque no lo voy a hacer mejor:
Los personajes de esta novela son seres excéntricos y alterados, figuras aberrantes del París fin de siècle. Mauri de Noirof, el protagonista, se casa con una rica heredera obesa entregada a la bebida, corteja y deja embarazada a una mujer de dos cabezas, se convierte en diputado, culmina inventos increíbles, desarrolla un lenguaje propio, dilapida fortunas, llega a ministro de Justicia y se entrega en compañía de su madre a tenebrosos festines con despojos anatómicos, entre otros excesos.
El libro está acompañado de una oscura leyenda, publicado en 1890 pero censurado e inencontrable hasta que en 1960 lo saca a la luz un estudioso. A mí todo esto me parece sospechoso, sobre todo una vez leído, me da la impresión de un montaje del descubridor. Pero no he encontrado en ninguna parte información que confirme su autenticidad o su falsedad, así que le podemos dar el beneficio de la duda.
El libro ha resultado escandaloso porque tiene pasajes subidos de tono, y de mal gusto porque habla en varias ocasiones de cuestiones excrementicias y similares. Pero si, como a mí, a usted no le escandalizan las relaciones sexuales extravagantes ni le molestan los chistes de cacas, el libro se queda prácticamente en nada. Literariamente muy flojito, y la trama me aburrió soberanamente.
Bien si realmente es de 1890 por lo que tiene de adelantado, pero hoy en día sosillo de leer.
Es un gustoso razonamiento de mierda el que hacéis sobre el asunto del cagar. Bien se ve que no sabéis demasiado de placeres, por cuanto ignoráis el que hay en el cagar, y éste es el mayor de vuestros infortunios. Hace falta no haber cagado en la vida para no sentir el placer que el cagar provoca; pues bien puede decirse que de todas las necesidades a que la naturaleza nos ha sometido, la de cagar es la más agradable. Hay pocas personas que no crean, al cagar, que su zurullo huele bien. La mayor parte de enfermedades sobreviene por mengua de cagar, los médicos sólo
nos curan a base de hacernos cagar, y quien mejor caga, antes sana. Puede decirse incluso que comemos para cagar, e igualmente que no cagamos sino para comer, y si la carne hace la mierda, es cierto también que la mierda hace la carne, porque los cerdos de sabor más delicado son los que más mierda comen. ¿Es que en las mesas más finas no se sirve mierda guisada? ¿No se preparan asados con la mierda de becadas, agachadizas, alondras y otras aves, mierda que se sirve entre platos para despertar el apetito? Las morcillas, embutidos y salchichas, ¿no son guisos en sacos de mierda? La tierra se volvería estéril si no se cagara, esa tierra que produce los manjares más necesarios y delicados a base de cagajones y mierda; dando por sentado que no cagará en campo ajeno quien pueda cagar en el suyo. Las mujeres más bellas son las que cagan mejor, en tanto que las que no cagan se vuelven secas y delgadas, y por consiguiente feas. Los cutis más finos se mantienen tersos gracias a frecuentes lavativas. Es, pues, a la mierda a quien debemos la belleza. No hay disertaciones médicas más sabias que las que versan sobre la mierda de los enfermos. ¿Acaso no han traído de la India una infinidad de drogas que sólo sirven para producir mierda? La mierda entra en los ungüentos o maquillajes más exquisitos. Sin la mierda de garduñas, civetas y otros animales, ¿no nos veríamos privados de los olores más intensos y mejores? Los niños que más se cagan en sus calzones son los más blancos y los más rollizos. La mierda entra en muchos remedios, particularmente en los de las quemaduras. Convenid, pues, en que cagar es la cosa más bella, útil y agradable del mundo. Cuando no cagáis os sentís pesada, hastiada y de mal humor; si cagáis os tornáis ligera, alegre y con buen apetito. Comer y cagar, cagar y comer, acciones que se siguen y se suceden las unas a la otras, hasta el punto de que puede decirse que no se come sino para cagar, como no se caga sino para comer. Sin duda estabais de muy mal humor cuando clamasteis contra el cagar.
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