Editorial Abaco, 2007. 281 páginas.
El grupo dosdoce me invitaba a participar hace poco en una encuesta en la que una de las preguntas era ¿A qué se debe la baja visibilidad de las editoriales en la Web?. Las razones últimas las desconozco, pero está a la vista que hacen muy poco para publicitar sus libros en internet. No sé si tener una buena crítica en una bitácora aumentará mucho las ventas, aunque el ejemplo de Neus Arqués debería hacerles pensar un poco.
Pero si las grandes editoriales están ignorando internet no es el caso de las pequeñas, que se ponen en contacto con escritores de bitácoras y nos tratan con la misma deferencia que a los medios tradicionales. Gracias a esto pude hacerle una entrevista a Andrew Crumey y recibir algunos libros de regalo. Los últimos de parte de la editorial ábaco; La reliquia de Yahveh y Almas mortales. Sus novedades y otras noticias pueden consultarse en la bitácora de la editorial.
El libro es un thriller con tema de ciencia ficción, al estilo de algunos de Michel Crichton. Para conquistar Marte tuvieron que realizarse modificaciones genéticas en los seres humanos, y mientras la tierra está dominada todavía por organizaciones religiosas que impiden la investigación biomédica en Marte la nanomedicina está en un estado muy avanzado. Estas y otras tensiones están llevando a los dos mundos al borde de la guerra, impulsadas por una mano en la sombra.
Aviso desde ya que éste no es un libro de mi estilo y aún así me ha gustado. El trasfondo es menos los adelantos científicos que la conspiraciones políticas y los manejos del poder, y aunque adolece de un cierto maniqueísmo la historia tiene consistencia. El libro mantiene el interés en todo momento y el futuro que se dibuja es creíble, tanto en el aspecto social como en el tecnológico. José Antonio Suárez no es un novato en esto de escribir libros, y el oficio se nota. Menos traducir bodrios extranjeros y más potenciar el producto nacional. Pueden consultar la ficha en la web de la editorial: Almas mortales, donde podrán leer otras críticas del libro.
Escuchando: Piano Concerto in B minor. Hummel.
Extracto:[-]
El doctor Sebastián Arjona no había tenido un buen día en el hospital, y lo último que necesitaba era una noticia como aquella para acabar de estropearlo. El movimiento neohumano había reivindicado el atentado poco después, y eso le atañía directamente, porque él pertenecía a esa organización.
Los neohumanos exigían igualdad de derechos sanitarios y la abolición de la prohibición sobre uso de nanotecnología médica. En Marte se había logrado prolongar la esperanza teórica de vida de sus habitantes en varios siglos; al menos sobre el papel, porque su uso era relativamente reciente y ningún portador de biomáquinas superaba aún los cien años. Los humanos nacidos en Marte, llamados araños en honor a Ares, el dios griego de la guerra, estaban preparados genéticamente para vivir en las duras condiciones del planeta rojo. Aunque éste había sido alterado parcialmente para incrementar su temperatura y presión, Marte carecía de un campo magnético global y la radiación ultravioleta del Sol y los rayos cósmicos causaban daños severos en el organismo a largo plazo. La implantación de diminutas máquinas en el torrente sanguíneo que reparasen esos daños era, más que un capricho, una necesidad si se quería seguir vivo en aquel mundo hostil.
El gobierno incentivó la emigración de empresas a Marte para facilitar su colonización. Pocas se marcharon, los gastos eran enormes y los beneficios, si llegaban, se recogerían dentro de mucho tiempo.
Sin embargo, llegaron. Y justificaron plenamente la inversión.
En la actualidad, las empresas establecidas en Marte eran titulares de la práctica totalidad de patentes de biotecnología. Sin su autorización, la Tierra no podía beneficiarse de la prolongación de la vida que ofrecía la nanomedicina. Pero la cuestión no estribaba en que las empresas de Marte negasen sus productos a un mercado ingente de consumidores. Era el propio gobierno de Tierra Unida quien la había prohibido en los humanos.
Veinticinco años atrás, y a raíz de los intentos de algunas empresas terrestres de replicar biomáquinas sin pagar derechos a Marte, surgió una epidemia causada por una bacteria artificial resistente a todos los antibióticos conocidos. En aquella época no existía un gobierno unificado de la Tierra, y la epidemia, conocida popularmente como gripe negra por su rápida propagación y gravedad de los síntomas, se convirtió en una crisis de alcance planetario que obligó a las distintas naciones a trabajar juntas para solucionar el problema. Marte les ofreció una cura, pero a cambio pidió un tratado que garantizase su independencia. Tras meses de incertidumbre y con la red sanitaria colapsada por oleadas de infectados, la Tierra firmó el tratado. Marte cumplió su palabra y la epidemia desapareció en cuestión de semanas.
Ésa era la explicación oficial de que la nanomedicina siguiese prohibida para los humanos que vivían en laTierra. No era una tecnología segura y cualquier alteración de sus componentes podían convertir una biomáquina en una bomba de relojería con efectos devastadores.
Los neohumanos no aceptaban esa explicación. En Marte había dos millones de personas portadoras de biomáquinas, que vivían sin ningún problema. Es posible que la epidemia de hacía veinticinco años fuera un intento de las compañías aranas, para evitar que su tecnología se comercializase sin licencia, o quizá la desató una empresa de laTierra al intentar imitar esa tecnología. Pero había una tercera explicación, y ésa era la causa de que Sebastián Arjona, un neurólogo que compaginaba su trabajo en un hospital con su consulta privada, hubiese entrado en el movimiento.
Los neohumanos habían sido históricamente una organización pacífica, que presionaba al Gobierno para que los logros sanitarios alcanzados en Marte fueran patrimonio de la humanidad. Llevaban años luchando en todas las instancias para que eso fuera así, sin mucho éxito. Pero algo estaba a punto de cambiar esa situación, y desgraciadamente el Gobierno lo sabía. Portal motivo, la policía llevaba hostigándolos desde hacía meses, cerrando sus centros de reunión y deteniendo a militantes por.motivos triviales. Algunos miembros respondieron atacando bienes del Gobierno Federal, afortunadamente sin víctimas. El Ministerio de Seguridad, dirigido por un ultraderechista, Hans Klinger, halló así una excusa para incrementar la represión, lo cual originó más violencia y más detenciones.
5 comentarios
Gracias por referenciarme. Te confieso que más que «ejemplar», me siento «pionera». Creo que en un mercado tan saturado como el editorial resulta esencial que el autor se situe junto a su obra.
Esta posición no es del agrado de todos pero la alternativa, salvo si eres un autor consagrado, es la indiferencia de la distribución y el olvido. Y, después de todo, nadie nace publicado.
¡Feliz encuentro esta noche!
God Bless Ya…!
Palimp, estoy ansioso esperando tu comentario sobre los cuentos completos de O’Connor, ¿va a salir algún día? Espero que tengamos ahí un acuerdo, no como con Aira….
Pionera y ejemplar; otros escritores han intentado hacer lo mismo y no han conseguido lo que tú.
Guillermob, si hay demanda la publico enseguida.
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