Todo intento de establecer un canon está condenado al fracaso. Se puede intentar ser exhaustivo, como aquel 1001 comics, pero además del cansancio de tanta cantidad siempre te dejas algo. Puedes intentar ser exclusivo, seleccionar lo mejor de lo mejor. Nadie estará de acuerdo con esa lista.
Aquí tiran por la calle de enmedio, lo que es un acierto. Son los 100 cómics preferidos de los que hacen la compilación. Ante la subjetividad de principio no cabe protesta ante la inclusión de unos y la exclusión de otros. Como el objetivo tampoco es poner los mejores aparecen referencias de entretenimiento que no suelen estar en los cánones al uso.
La lista se convierte en un buen punto de partida para conocer cómics. Nada más y nada menos. Yo ya estoy en ello. Como queja el tamaño de letra, demasiado pequeño para mis ojos (y no soy de los que leen con letra grande) y algunos vacíos de composición, como bien dicen en esta reseña: Cien tebeos imprescidibles.
Hikikomori es una enfermedad de carácter mental originada principalmente en Japón a causa de la fuerte presión social que sufre el individuo, ya sea por acoso de sus compañeros, por las altas expectativas que tienen sus unidades parentales frente a un futuro poco definido o por la gran competitividad existente en el mundo académico para conseguir ser los mejores de su promoción; no se espera otra cosa de cualquier estudiante. Los casos más comunes de esta enfermedad, definida por primera vez en Japón en el año 2000 y cuya traducción podría ser algo así como «aislamiento social agudo», se encuentran en preadolescentes y adolescentes que se ven incapaces de encajar en su círculo social y se forjan a golpe de aislamiento un refugio de fantasía individual.
Podemos determinar pues que Sempei Hinomoto, protagonista absoluto de esta historia sobrecogedora, es la consecuencia sobrenaturalizada del acoso social y la presión parental que hemos comentado hace apenas un par de párrafos. El mismo autor, Hideshi Hito, en las páginas introductorias, se esmera en describirlo como «un chaval de aspecto enfermizo que no sabía hacer nada bien», todo lo contrario a sus hermanos que son hijos modelo.
En el pobre destino de Sempei aparece la somatización de los problemas de adaptación que muchos adolescentes padecen en un gusano venenoso, de un rojo brillante (pese a ser una obra en blanco y negro), que él mismo vomita y que es la causa de todas las desventuras que se le vienen encima. Tras la picadura del gusano rojo viene una larga transformación agónica, como un Peter Parker nipón sin la suerte de desarrollar superpoderes, ni la fortuna de Gregor Samsa, en la metamorfosis de Kafka, de amanecer ya transformado en un insecto gigante, Sempei empieza por perder las extremidades, tanto las superiores como la inferiores, de la forma más desagradable y orgánica que podamos imaginar, y poco a poco se va consumiendo su cuerpo humano, que sirve de vaina al ser diabólico que alberga, para dar paso a un insecto gigante, un gusano, incapaz de comunicarse con su familia. Yo no puedo ver aquí otra cosa que una clara similitud entre la historia del pobre muchacho con cualquier caso de hikikomori que, poco a poco, se van alejando de la realidad que les rodea para acabar por no comunicarse ni con su familia.
A partir de aquí el relato cobra tintes de una historia que todos recordamos, por lo emotivo y frustrante que resulta desde los ojos del protagonista. Son evidentes las similitudes con el mosntruo de Mary Shelley.
Un comentario
Jot Down es lo más parecido a Mondo Brutto que hay en publicaciones mainstream: muy interesante pero demasiado espeso para ser una revista. Se toman cada artículo o entrevista con la seriedad y profundidad de una tesis doctoral.