José Antonio Marina. Elogio y refutación del ingenio.

marzo 6, 2007

Editorial Anagrama, 1992. 282 páginas.

José Antonio Marina, Elogio y refutación del ingenio
Defensa insípida, torpe refutación

Estoy hambriento de ensayos. No suele haber muchos en el mercado de San Antonio y pocos en edición de bolsillo. Las bibliotecas municipales tampoco están especialmente surtidas. Y para una vez que compro uno, nuevecito, me estrello.

Mucho sonaba el nombre de Jose Antonio Marina pero no había leído nada de él. Lo he solucionado comprando este Elogio y refutación del ingenio, premio Anagrama de ensayo, cuyo tema me resultaba atractivo.

Comienzo la lectura y me encuentro con lo siguiente:

En 1894, Paul Valéry escribía a André Gide: «Entre los libros realmente indispensables y que nadie escribirá, hojeo frecuentemente en mi espíritu la Historia y filosofía de la ingeniosidad.» Pues bien: aquí está. No lo he escrito por inspiración de Valéry, pero cito este texto porque es delicioso saberse tan esperado y necesario.

¡Modesto, baja, que sube Marina! Decido tomarlo como una ingeniosidad y sigo p’alante:

Este libro es un ejercicio de «psicoanálisis lingüístico». Sobre el diván está tendida la palabra «ingenio». Mejor dicho: un hablante que utiliza la palabra «ingenio» y que nos representa a todos. Así pues, el lector va a ser psicoanalizado a través de ese representante ideal.

¡Si yo no puedo ni ver al psicoanálisis! Empezamos mal. A partir de aquí confieso haber leído el libro a la contra, pero el resto de páginas no consiguieron darle la vuelta a mis prejuicios. No es que el libro no valga nada, pero tampoco es que valga mucho.

Como bien dice el título, empezamos por un elogio de las virtudes del ingenio: libertad, frescura, juego… una serie de características positivas que indudablemente parece poseer. Pero toda cara tiene su cruz, y el ingenio también: no profundiza, se queda en las meras apariencias, el placer estético… Ya tienen resumido el libro. Les prometo que no hay mucho más.

Uno espera de un ensayo muchas cosas, y en particular que le iluminen el objeto del estudio. Marina ni clarifica, ni define, ni acota, ni tiene una teoría ni ataca a otra. No se limita a hacer un catálogo de ingeniosidades pero tampoco ofrece material para la discusión. Salvo un par de ideas (como que el problema del arte contemporáneo es que está basado en el ingenio) el resto es dar vueltas alrededor de lo que les he resumido en el párrafo anterior: algo que ni es nuevo ni merece un libro. Mucho juego etimológico que no pasa de mera anécdota. Aunque Marina afirma que esto es un prólogo a un ensayo más profundo acerca de la inteligencia creadora, ni es excusa ni me anima a seguir con sus libros.

Personalmente, además, estoy en contra de mucho que lo que afirma sin más prueba que su palabra. Así, afirma que en la ciencia no tiene cabida el ingenio, por ser una disciplina cuadriculada. Veo muchos científicos llevándose las manos a la cabeza. Sí, en la ciencia y en la tecnología el ingenio está tan presente como en cualquier otra rama del saber humano. Recuerdo el ingenio de Arquímedes no sólo al descubrir su famoso principio (que quizá puede definirse como perspicacia) sino al recortar maderas con formas de círculos o secciones para averiguar, mediante el peso, cual es el valor de su área y a partir de ahí intentar deducirlo geométricamente.

Se jacta también el autor de que una vez descubierto el truco es fácil imitar el ingénio y plantea un juego. En una lista mezcla frases de Oscar Wilde, greguerías de Gómez de la Serna y definiciones del diccionario de Coll con otras de su propia cosecha y reta al lector a distinguir el trigo de la paja. Confieso que fui incapaz de distinguir las greguerías, con las definiciones me fue mejor y en el caso de las frases de Wilde no fallé ni una. ¿Por qué? Porque además del truco hace falta tener talento, que a Wilde le sobraba y que Marina no tiene en la abundancia que se piensa.

Soy de la opinión de que el ingenio es una más de las herramientas cognitivas que tiene nuestro cerebro para enfrentarse al mundo, y que al conjunto de todas las herramientas de las que disponemos le llamamos inteligencia. Tiene tanto sentido hacer un elogio y refutación del ingenio como hacerlo de la memoria.

En definitiva, el libro tiene el peor defecto que el autor achaca al ingenio (no profundiza y se queda en las formas) pero carece de las virtudes del mismo (ni en sueños se podía calificar este libro como chispeante). Una decepción de la editorial de mis amores y un libro que, de más está decirlo, no puedo recomendarles.

Escuchando: Estoy en la luna. Tequila.


Extracto:[-]
Resumiendo: con el juego, el sujeto pretende disfrutar de una libertad absoluta. Es, pues, un espejismo del paraíso. Sin normas, sin trabas, sin límites, sin peso, la conciencia se expande en un aire triunfal. Leo en Borges una línea de Petronio citada por Addison. Dice que el alma, cuando está libre de la carga del cuerpo, juega. En efecto, hay en el juego una nota de ingravidez, y también de utopía e inocencia. Niega la necesidad de una norma heterónoma, pues cree en el fair play, que es su aristocrática derivación ética. El jugador se percibe como sujeto activo, ejerciendo con exaltación su libertad y poderío, a salvo del mundo, que se le presenta enfurruñado bajo la severa figura de la seriedad, el orden de los fines, el interés y las consecuencias.

El afán lúdico ha guiado todos los movimientos contraculturales de este siglo, como expondré más adelante. Vivimos el momento de la «de-construcción», o lo que es igual, de la sistemática construcción del desguace, actividad contradictoria que se afirma negando y demuestra desmontando. En el fondo de su violencia alienta un concepto de libertad desligada. Toda religación implica una atadura, Nietzsche lo vio
con nitidez. Era necesario desprenderse de todos los valores acuñados, porque aniquilan nuestra libertad. Hay una religiosidad implícita en toda religación a una norma. Por ello el vigoroso y atormentado profeta de nuestra época escribió: «Temo que no vamos a desembarazarnos de Dios porque continuamos creyendo en la gramática.» Una fuerza tremenda nos acecha oculta en la sintaxis y la ortografía. Quien se preocupe de ellas acabará utilizando agua bendita. Un texto del mismo autor me convence de que las asociaciones señaladas en este capítulo no son arbitrarias. Lo escribió en Ecce homo, su autobiografía, y dice así: «No conozco ningún otro modo de tratar con tareas grandes que el juego.» Así anunciaba la aurora de una nueva época en la que el nacimiento y la desaparición de las figuras finitas y temporales se experimentarían como baile, como danza, como juego (Nietzsche, 1888; Fink, 1966).

Me reafirmo, pues, en mi tesis: el campo semántico del ingenio está unificado por ser un proyecto de existencia basado en la búsqueda de la libertad desligada, cuyo emblema y triunfo es el juego.

37 comentarios

  • Eingenio marzo 6, 2007en9:10 pm

    Por el momento… me opongo. Es como si hubiéramos leído libros distintos.

  • Palimp marzo 6, 2007en11:01 pm

    Suele pasar. A mí me pareció flojo e inexacto.

  • La Otra Chilanga marzo 7, 2007en1:47 am

    Bueno, si me lo encuentro habrá que echarle un vistazo y platicarlo luego; aunque confieso que, compartiendo en mucho anteriores críticas tuyas, no me llama mucho hacerlo. Pero el oficio manda y la razón obliga; así que ya compartiremos impresiones, si llegara el momento.

  • Elena marzo 7, 2007en8:41 pm

    No he leído este libro de Marina, pero sí «La inteligencia fracasada», y aunque a ratos se me hizo algo pesado, me gustó en general. Algunas de sus reflexiones me parecieron más acertadas, otras menos, pero tengo que admitir que me gustó el libro. Quizás este que tú reseñas no tenga nada que ver, o quizás tengamos gustos distintos. En todo caso he encontrado muy interesante tu reseña.
    Un saludo

  • Omanero marzo 7, 2007en10:37 pm

    Lo de las opiniones opuestas, puede pasar, pasa y me parece absolutamente necesario, sería una pena que todos opináramos lo mismo de las mismas cosas.

    Sobre lo que explicas del libro, si leo Pues bien: aquí está. No lo he escrito por inspiración de Valéry, pero cito este texto porque es delicioso saberse tan esperado y necesario probablemente habría dejado de leerlo al instante. Digo yo que quizá sería irónico, porque, de no serlo, me parece que no es de recibo.

    Sigo. Cualquier intento de juzgarme como lector, me molesta. Que un autor me tenga que poner a prueba me parece

    a) que el autor se tiene en muy alta estima y/o
    b) que no tenía más que decir y, por lo tanto, el que tiene que decir es el lector.

    Sigo. La deconstrucción. ¡Ay la deconstrucción! Hablar y asumir la deconstrucción como dogma a partir de la lectura de Derridà y cuatro cosas más –que es la impresión que me da el extracto que has puesto como ejemplo–, es de primero de marisabidillo, además de que la deconstrucción, como tal, me parece que no pasa de cuatro o cinco ejercicios, bastante poco productivos, por otra parte. Para mí mentar la deconstrucción es como la Ley de Godwin que dice que en una discusión, quien primero haga una comparación con Hitler, automáticamente ha perdido, argumente lo que argumente. Pues con la deconstrucción me ocurre lo mismo: en cuanto alguien la airea sin criticarla, pierde toda la credibilidad, más si me lo junta con Nietzsche en el mismo párrafo.

  • Magapola marzo 9, 2007en10:49 am

    A mí José Antonio Marina me encanta y además me cae bien. ¡Qué grandes elecciones haces! Este libro no me lo he leído, pero sí «La inteligencia creadora», «Dictamen sobre Dios» y mi preferido, un libro exquisito donde los haya: «Crónicas de la ultramodernidad».

  • Palimp marzo 9, 2007en1:47 pm

    Veo que hay diversidad de opiniones, aunque predomina quien aprecia al autor. Esto me anima a darle una segunda oportunidad ¿Alguna recomendación?

  • Magapola marzo 9, 2007en2:18 pm

    Yo te animo a que leas cualquiera de los que he dicho antes, a mí me encantaron, aunque eso sí, de un tirón no te lo puedes pimplar, dale tiempo, tiene una prosa muy asequible pero a veces te puedes perder con los conceptos.
    ¡Ánimo y cuéntanos!

  • Palimp marzo 9, 2007en2:34 pm

    Pues intentaré conseguir tu preferido y ya os contaré ¡Gracias por las recomendaciones!

  • IHB marzo 10, 2007en3:20 am

    Estimado,

    Yo le recomedaría Teoría de la inteligencia creadora, que como indica su presentación oficial es la columna vertebral de su pensamiento.

    Abrazos.

  • Palimp marzo 10, 2007en3:26 pm

    Gracias por la recomendacón, aunque ahora no sé cual elegir.

  • El lector a la sombra marzo 11, 2007en1:46 am

    Como en los toros: división de opiniones. O pitos y palmas, que viene a ser lo mismo. Tal vez debamos considerar a este autor un divulgador, nada más (¡y nada menos!), cuyos libros entretienen bastante, pero poco más. En fin, que lo importante es leer, y a eso es a lo que me apunto con algunos títulos de este autor, que no filósofo. Él debe saber, mejor que otros, que la filosofía no se enseña. Se enseña a filosofar.

  • Palimp marzo 11, 2007en9:18 pm

    Se agradece su visita, Lector a la sombra, y su aportación. Y como he visto unos cuantos libros suyos en la red de bibliotecas de Barcelona veré si cambio mi opinión sobre el autor.

  • mina junio 1, 2007en4:57 pm

    ‘Crónicas de la ultramodernidad’ y ‘La selva del lenguaje’ lo salvan. Pero recientemente le escuché en directo los consejos que da para triunfar en el amor a sus alumnos de instituto, y definitivamente se tiró solito del pedestal con fractura de cráneo incluida.
    Aunque sus andanzas sobre el pacto educativo no me parecen mal.

  • Palimp junio 1, 2007en5:09 pm

    Coincidencia de las lectoras: a por las ‘Crónicas de la ultramodernidad’

  • pixi-dixi junio 24, 2007en8:09 pm

    Totalmente de acuerdo con su opinión acerca de lo flojito que es Marina

  • pixi-dixi junio 24, 2007en8:29 pm

    ¡Por fin una opinión ponderada acerca de Marina! Ya estoy un poco harto de tanto bombo a un «filósofo» superficial. No he encontrado en sus libros ni una sola idea original, un párrafo profundo, una novedad o una idea llamativa. Filófoso para lectores que leen poco y no tiene un bagaje con el que comparar y aquilatar opinones. Juan Ramón dijo de Neruda que era un poeta para los que no les gusta la verdadera poesía; algo así pasa aquí, aunque con la opinión de Juan Ramón por una vez no estaré de acuerdo, lo que no quita para que sea un rendido admirador de su obra. No me gusta dar consejos y no creo que esta recomendación sea del agrado de aquellos a los que les gusta Marina, pero no me reprimo, que es malo; lean los ensayos de Montaigne (entretenidísimos y profundos a más no poder) o a Emerson, o a Stuart Mill, o a Unamuno… No sólo porque sean básicos para comprender los fundamentos de nuestro pensamiento moderno y podamos ver de dónde vienen muchas de las ideas que circulan por ahí como si fueran nuevas, sino porque Emerson dijo por ejemplo algo tan hondo como «Así como las oraciones de los hombres son una enfermedad de la voluntad, su fe es una enfermedad del intelecto» o Mill algo tan bello como «la poesía se oye más que escucharse». Con lo que dice el Marina articulista por lo general no se puede estar en desacuerdo porque son tal ristra de obviedades que se caen por su propio peso; lean al respecto el artículo de Rafael Reig sobre el último libro de Rojas Marcos, él dice estas mismas cosas con mucha más gracia que yo (se ha publicado este mes de junio).

  • Palimp junio 25, 2007en9:07 am

    Gracias por tus comentarios; yo no puedo opinar mucho porque sólo he leído un libro pero estoy de acuerdo con lo que dices. ¿No tendrás el enlace al artículo de Reig?

  • mina junio 25, 2007en4:18 pm

    Añadid Bertrand Russell, William James y Chesterton a Stuart Mill y Emerson, por favor. No son Montaigne, pero son igual de necesarios.

    A Marina lo salva su labor de divulgador. Ojalá mucha gente haya empezado a leer a Marina y haya seguido con Stuart Mill… Lo mejor de sus libros son las bibliografías, y lo peor, cuando dejó de añadirlas.

  • Palimp junio 26, 2007en3:28 pm

    Yo de momento buscaré ‘Crónicas de la ultramodernidad’

  • pixi-dixi junio 27, 2007en5:37 pm

    El artículo de Reig apareció en El Cultural 21-27 de junio de 2007.
    Quizá haya señalado pocos ensayistas en mi nota; claro que hay muchos más, merecedores de que los leamos (todo lo redacté a bote pronto tras leer por fin, con agrado, una crítica que me gustó, acertada y sin mala baba acerca de la obra de MArina). De acuerdo con los que cita Mina, por ejemplo.
    Reig, en esos artículos de El Cultural, por lo general pone el dedo en la llaga sobre la pobreza de ciertos libros de gran éxito editorial; a este respecto no sé si es aún mejor el que publicó sobre Paulo Coelho. No siempre estoy de acuerdo con él; por ejemplo, un día se quejaba de que cierto autor se las daba un poco de pedante y ¡citaba autores raros! Yo estoy deseando que me descubran autores raros, si merece la pena leerlos. Hay muchos raros con los que la industria editorial apenas cuenta y son un verdadero placer. Recientemente he descubierto a Cunninghame Graham y sus relatos son preciosos. Hay muy poco editado de él. Para citar a los más consabidos y previsibles basta tener la tele puesta, ni siquiera ser buen lector. La infumable prosa de ALmudena Grandes o las ridiculeces Gala: ¡vamos, para ese viaje no hacen falta alforjas!
    Cierto que a MArina le puede salvar su labor de divulgador; ojalá fuera cierto que la gente se acercara los buenos libros por los epígonos. No estoy tan seguro, pero algo aportarán.
    Perdonen que me extienda tanto, es que me ha gustado encontrar un foro donde la gente habla con un poco de cabeza y gusto.

  • Palimp junio 27, 2007en9:55 pm

    No hay manera de encontrarlo con el buscador del mundo… habrá que investigar. Se admiten sugerencias sobre escritores, sean o no conocidos; nunca está de más ampliar campo.

    Esta página está a su disposición, siéntase libre de comentar a su antojo.

  • Mikimoss julio 2, 2007en6:55 pm

    Creo que el autor de esta crítica al libro de Marina no ha entendido muy bien la relación entre ingenio y ciencia que apunta el filósofo toledano. Lo que ocurre con el ingenio es que tiene los pies de barro. Es valioso ser ingenioso en el momento de la creación de una teoría científica, cuando hay que sintetizar los numerosísimos datos de la experiencia sensible de la manera más coherente posible. El ingenio es un rápido despliegue de sentimientos, criterios estéticos, morales y culturales para salir al paso de un problema acuciante. Pero no sirve de nada en el momento justificativode la creación científica porque tales criterios no resultan intersubjetivables, al basarse en intuiciones individuales. Lo máximo que podemos hacer es educar al ingenio -hacerlo más inteligente, en la terminología de Marina- para aumentar la probabilidad de que sus ocurrencias, además de bellas, sean verdaderas.

  • Palimp julio 3, 2007en7:52 am

    Puede ser que no lo haya entendido, o que Marina no entienda como funciona la ciencia, o que no entendamos lo mismo por ingenio.

    Dice usted que el ingenio tiene los pies de barro y que no es intersubjetivable. Una cosa es decirlo y otra demostrarlo; ni lo haca Marina en su libro ni lo hace usted. Siempre he creído que para desmontar una hipótesis basta dar un contraejemplo. Veamos algunos.

    Repito el de Arquímedes. El método que utilizó para averiguar el área de ciertos elementos geométricos es ingenioso: recortar las formas en madera y pesarlas. Así ya sabía que resultado tenía que obtener mediante sus métodos matemáticos. Ingenioso es también utilizar el agua desplazada para averiguar la densidad de un cuerpo.

    Galileo también descubre muchos métodos ingeniosos en su diálogo sobre dos nuevas ciencias, en especial el que describe para pesar el aire. En general, en la tecnología hay soluciones ingeniosas por doquier.

    Pero no sólo está en las aplicaciones prácticas; también en la construcción de teorías de alto nivel. Einstein llegó a la relatividad pensando ¿Que vería si viajo en un rayo de luz? ¿Ingenioso, no cree?

    No hay que despreciar tan a la ligera la belleza; en ciencia la belleza de una ecuación es tan importante como su verdad, y muchas veces nos sirve como indicativo de ésta.

  • Mikimoss julio 3, 2007en7:30 pm

    Repito mi comentario anterior: el ingenio tiene su papel en el momento creativo de las teorías científicas (y en cualquier arte), pero no en el justificativo. La Relatividad General de Einstein no pasaría de un bello artificio matemático si no fuese porque acabó prediciendo la desviación de la luz estelar al pasar cerca de cuerpos masivos o el retraso de los relojes atómicos orbitantes. En cambio la ingeniosa teoría de cuerdas sigue ostentando la categoría de verdad privada ya que aún no ha sido posible contrastarla con los hechos experimentales.

    Pero no es en el terreno científico donde me interesa más la crítica al ingenio que hace Marina, sino en el terreno artístico y cultural en general, donde ataca en sus fundamentos al posmodernismo que proclama la espontaneidad, la falta de criterios, el subjetivismo, etc., como valores creativos.

  • Palimp julio 4, 2007en1:11 pm

    La justificación de una teoría está en que encaje con la realidad: da lo mismo si viene de un golpe de ingenio o no. Además, en el diseño de experimentos interviene mucho el ingenio. También en las matemáticas; el método de reducción al absurdo o el de inducción son muy ingeniosos y a alguien se les debió de ocurrir. Lo mismo que la demostración de Cantor de la no numerabilidad de los números reales por el método de la diagonalización -método que se ha aplicado en otras áreas con igual éxito. O el teorema de Gödel, ingenioso de principio a fin.

    Tampoco me parece acertada la crítica del postmodernismo. Entiendo que se critique un arte basado sólo en el ingenio, lo mismo que se podría criticar un arte que sólo tuviera habilidad, etcétera.

  • Mikimoss julio 4, 2007en1:56 pm

    Creo que estás usando una acepción de ingenio vulgar, como sinónimo de astucia, lucidez o inteligencia. Marina la emplea en el sentido de ocurrencia o intuición. Una ocurrencia puede ser inteligente o no serlo en función a como se adecúe a un proyecto previo, tal como puede ser la veracidad, el bien o la belleza.

  • Palimp julio 4, 2007en1:58 pm

    No, la empleo en el sentido de ocurrencia o intuición.

  • chota septiembre 11, 2007en1:02 am

    ¡hola! Espero no llegar tarde a la discusión. No comprendo muy bien que crítica Palimp, puesto que en sus últimos mensajes me parece ver concordancia con lo que dice Marina en el libro, y con lo que muy bien ha explicado Mikimoss. El problema es cuando solo nos quedamos en el ingenio, cuando iniciamos un proyecto sin atender a las restricciones de la realidad. La cultura ingeniosa quiere huir de esas restricciones, quiere transgredirlas, lo que en principio no esta mal, el problema es que sólo quiere transgredirlas, y eso es porque tiene una idea determinada de libertad que, comparto con Marina, creo que es bastante pobre. («La realidad es fascista», decía un teórico de la posmodernidad. Sin duda,una frase ingeniosa)
    Al respecto recomiendo el tremendo libro de Giles Lipovetsky «La era del vacio» (Anagrama)

  • Palimp septiembre 13, 2007en8:47 am

    Mi crítica va dirigida a que el ingénio es una herramienta más del bagaje cognitivo humano, con sus limitaciones, pero no criticable en si misma. Marina dice que no tiene aplicación en la ciencia, y no es verdad.

  • chota septiembre 13, 2007en9:52 pm

    Entiendo lo que dices Palimp. no tengo el libro al alcance y lo leí ya hace un tiempo, pero creo que en él diferencia dos significados de «ingenio», un más antigüo, que creo que es en el que tu piensas, y otro posterior, más moderno, fruto de esa curiosas variaciones de significado que acontece a las palabras, que es el que se elogia y refuta. creo que es una cuestión de lenguaje más que de fondo.

    otrosidigo: che, Marina està molt bé. Acercar la filosofia útil al vulgo, manteniendo rigor y no extendiendo el pesimismo, que es la moda intelectual, tiene mucho valor.
    en otro orden de cosa. me gusta este espacio. estoy pensando en trasladar las aspiraciones de mi pobre y modesto blog aquí. ¿se puede? un saludo

  • Palimp septiembre 14, 2007en10:54 am

    Claro que se puede, ¿quieres tener aquí una bitácora?

  • chota septiembre 14, 2007en11:16 am

    sí, quiero, ¿qué tengo que hacer?

  • Palimp septiembre 14, 2007en11:22 am

    En esta página tienes las instrucciones:

    http://www.liblit.com/bitacora.php

  • Una noviembre 22, 2007en3:51 pm

    ¿Y si te obligan a leerlo para la universidad?

    ¿Y si encima tienes que hacer un trabajo elogiando y refutando un ingenio?

    Madre mía, ¡creo que me voy a morir!

  • Mabel mayo 4, 2008en8:23 pm

    A todos los interesados/as en el tema aconsejo «El poder del ingenio» de Luis María Cano

  • Palimp mayo 5, 2008en8:33 am

    Quda apuntado y gracias.

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