Tit. Or.: Theory and History Unión Editorial. 2003 (1957). Trad.: Rigoberto Juárez-Paz.
381 páginas.
La epistemología del socialismo
Sin ninguna duda, la ideología política que más polémica ha suscitado en los últimos 150 años es el marxismo. En todo este tiempo, ha recibido críticas a todos los niveles: desde la interpretación de la historia al modelo económico, pasando por su concepción del derecho o las consecuencias prácticas. Ha tenido que ser la realidad la que se encargara de demostrar que aquello era inviable y que, tarde o temprano, ese paraíso se convirtiera en un horror.
Uno de los libros que intentaron impedir que esto pudiese llevarse a cabo fue este «Teoría e Historia», que atacaba directamente las bases epistemológicas del marxismo. Desde el materialismo hasta su concepción de la historia como algo ya dirigido. Pero no sólo al marxismo. La religión, tanto a nivel de fundamentos como guía para decirle a la gente cómo ha de regir su vida, también es duramente criticado por Mises, en tanto tiene la misma base. Muchas de las críticas que efectúa contra este y otros movimientos están bien fundamentadas… Por ejemplo, el empeño que tienen tanto religiosos como marxistas para decir que la historia está predestinada a dar unos resultados concretos, o su correcta concepción del materialismo y su defensa de la ciencia económica para descubrir las razones por las cuales se producen tales fenómenos históricos, así como destacar la relevancia de la división del trabajo como la fuente de la prosperidad que vive Occidente.
Pero otras no. Por ejemplo, al hablar del materialismo dialéctico, se traga literalmente la «Ley del transito de la cantidad a la cualidad». Cuando habla del conductismo, pretende hacernos creer que esta respaldaba el nazismo, cuando en el debate del aprendizaje, han sido las ideas innatistas las vinculadas (infundadamente) a la «pureza de la raza aria». Omite el condicionamiento operante de Skinner y, más aún, no da con el concepto clave que le habría dado la llave de la crítica a esta rama: el aprendizaje (especialmente del lenguaje), y defiende el dualismo mente/cuerpo. Ahora bien, teniendo en cuenta que llega a afirmar que el psicoanálisis da explicación a los lapsus linguae… es comprensible que soltase alguna sentencia refutada con el paso del tiempo. En este sentido, es más recomendable la lectura de «La tabla rasa», de Steven Pinker.
El libro, en general, consigue su objetivo: demostrar que el marxismo y todas sus derivadas (vease la religión, que toma mucho del marxismo -excepto el ateísmo) no es sino una pseudociencia perjudicial. Por cierto, gracias a Adrià, quien me lo recomendó…
(Un día, un libro 95/365)
Escuchando:Incomplete. Backstreet Boys.
Regresa el posteador residente con una excelente reseña de un libro de política. A falta de mis reseñas sobre Keynes y Mill, por ahora me gana 2 a 0. Espero igual en breve el marcador.
12 comentarios
Desde un punto de vista filosófico está por ver una un brillante y definitivo rebatimiento de los f undamentos del marxismo que convenza completamente a alguien que no estuviese previamente predispuesto,
Ya Popper lo intentó en ‘La sociedad abierta y sus enemigos’, pero como dices, no convenció a nadie.
Coincido con Butcher; el marxismo es una pseudociencia perjudicial, y a quien más ha perjudicado ha sido a la izquierda.
Yo creo que a quien más perjudicado a sido a las personas que han tenido que padecer semejante sistema político… Una cosa es el error intelectual… y otra padecerlo.
Eso por descontado. Con el mismo agravante que en las religiones; que creían en sus sueños.
Creo que es en el archipiélago Gulag donde Solschenitzin muestra a un preso que, pese a haber sufrido una injusticia, seguía defendiendo el sistema a machamartillo.
¿donde ha habido un sistema marxista que no haya sido una ejemplificación de la máxima kantiana?
Ni el propio Marx creía que fuese posible, y pese a ello lo intentó dos veces. Los casos de dictaduras comunistas no sirven por falaces, pero son esgrimidos con desparpajo por los convencidos neoliberales «a la española», al igual que las dictaduras de ultraderecha no representan las ideas liberales que dicen salvaguardar y aplican en modo restringido sólo en pro del beneficio pecuniario.
No dejan de sorprenderme los casos orientales, y desde luego el intento soviético, pero tampoco era mejor la vida alli durante el imperio… cuánta razón tenía Kant.
Ni siquiera los Estados Unidos pueden considerarse como un sistema liberal. Y efectivamente la vida no era mejor con el imperio -cuando los mujiks ‘pertenecían’ a los terratenientes- que con el socialismo. No son las ideas del socialismo las que me parecen malas, sino el carácter de dogma que las ha envuelto y que impiden su evolución.
A mi también me molesta que el fracaso del intento soviético se utilice hasta la nausea para ejemplificar que el marxismo es incorrecto.
A mi entender, el problema del socialismo, está en que no sabe asignar los eficientemente los recursos. Me explico: En este mundo que vivimos, los medios son limitados (no hay una cantidad infinita de hierro, leche, personas o lo que se quiera, aunque la tierra sea más rica de lo que muchos vaticinan). La cuestión es que, en un sistema de libre mercado, es la oferta y la demanda la que deciden a dónde van los recursos, mientras que en un sistema de planificación centralizado (socialismo), es el gobierno el que asigna los recursos. Es decir, es quien decide si se construyen tanques, coches, edificios, si se crían vacas, cerdos, gallinas… La planificación central de la economía elimina la propiedad privada y el concepto de precio (y toda la información que contiene este producto, que va desde la disponibilidad de las materias de las que está hecho hasta la cantidad de tiempo, esfuerzo y preparación que se invierten en la fabricación de tal producto). El gobierno, al estar «a ciegas» por ser incapaz de efectuar un cálculo económico correcto, siempre fracasará. Puede tener éxito para conseguir cosas concretas, pero ello supondrá que otros sectores quedan debilitados (obviamente, si la prioridad es producir coches, todos los esfuerzos irán hacia tal sector, y probablemente se consigan buenos resultados, mientras que en otros sectores habrán problemas muy importantes, como, por ejemplo, en el de la construcción de viviendas, barcos, etc…).
El caso más ilustrativo es el de la Unión Soviética, donde, tras la muerte de Stalin y la llegada de Krustchev, comenzó un periodo de menor represión política. Dos economistas llamados Nemchinov y Liberman propusieron una mayor libertad de empresa para que estos tuviesen una mayor capacidad de adaptarse a las circunstancias (algo así como darle algo de protagonismo al mercado en la distribución de los recursos)… Ni que decir tiene que no les hicieron caso y que aquello acabó como el Rosario de la Aurora…
OFF TOPIC: A ver qué te parece este blog, Palimp…
Sólo que el esquema económico que pintas es muy simplificado ya que la ley de la oferta y la demanda tampoco son perfectas, aunque sobre este tema mejor hablo cuando sepa más.
Sin embargo, como bien dices, puede imaginarse un socialismo con mayor libetad de empresa, al igual que puede imaginarse un sistema liberal con control gubernamental -que es lo que es los Estados Unidos, un país con una economía liberal ‘tamizada’ por el presupuesto del gobierno-.
Por ser de izquierdas he tenido que aguantar mucha demagogia barata con la que no estoy de acuerdo, pero la falta de información de muchos en temas económicos no quiere decir que esté de acuerdo con el modelo liberal, ni de que me crea que sea cierto que es el mejor.
Por cierto, gracias por la referencia al blog; lo vi un día en los referrers pero como no me lo apunté lo perdí de vista. Sindicado queda.
el esquema económico que pintas es muy simplificado ya que la ley de la oferta y la demanda tampoco son perfectas Es que el mercado no quiere ser perfecto, sabe que es imposible (de ahí se deriva un muy interesante concepto de riesgo)… Y el socialismo el que cree que puede ser perfecto… cree en la utopía…
Sobre nociones de economía, siempre recomiendo encarecidamente la lectura de «La economía en una lección», de Henry Hazlitt… Quita muchas falacias de la cabeza sobre el funcionamiento de la economía. No es ni liberal, ni conservador ni socialista ni gaitas… es economía pura y dura.
Tomo nota del libro, ya que no me gusta hablar sin conocimiento de causa. Ese afán de perfección del socialismo -en algunas de sus corrientes- es lo que creo que está equivocado; no sus ideas.
El «afán perfeccionista» no es cosa marxiana, Platon ya apuntaba por esos pagos, y la corriente utópica es la que pretende el perfeccionismo como fin en sí mismo. Marx hablaba de cambiar la distribución del capital en función de la proletarización de los medios de producción, para evitar la alienación del individuo; al final del todo se trataba sólo de una cuestión de libertades llevada de la mano de la existencia de un lumpen: el análisis es extensible, pero no universal, y ahí empiezan los problemas a la hora teorizar sobre la propiedad, porque si ese lumpen es propietario de algo más que su trabajo (como en muchas zonas rurales) es difícil plantear este tipo de cambios.
Su aportación en tanto a un sistema político completo, y, sobre todo, al proceso necesario para ejecutar el cambio se podría calificar de casi raquítica, y casi todo lo que se conoce como marxista en ese sentido lo es más por autoproclamación que por venir de puño y letra de Marx.