Incluye los siguientes relatos:
Proyecto Brooklyn
El billete de lotería
División de condominio
El desertor
Servidumbre humana
El monstruo de ojos planos
Lisboa al cubo
Que encajan perfectamente en la revista que les dio cabida, Nueva dimensión, porque se alejan de las consignas más trilladas del género y exploran otras vías más originales sin perder el sentido de la maravilla. En proyecto Brooklyn una extraña manera de incursionar en el pasado parece que no cambia nada en la realidad, aunque lo cierto es lo contrario. En El billete de lotería, esos extraterrestres que cada vez que hablan marean la perdiz es un acierto gigante. O en El monstruo de ojos planos un terrestre que aparece en un planeta lejano se las ve y se las desea para demostrar que es inteligente. El jaleo de espías intergalácticos de Lisboa al cubo es desternillante.
En conjunto unos relatos que se salen de la norma y que se disfrutan enormemente.
Muy bueno.
Por otro lado, no era nada fácil hablar con ellos. Obedecían sin chistar, pero el problema se planteaba cuando uno les hacía una pregunta, por ejemplo la siguiente:
—¿En cuánto tiempo hicieron el viaje?
—En su elocuente idioma, «Cuánto tiempo» indica una forma de referencia que tiene que ver con la duración. No me animo a discutir un problema tan complejo con alguien tan sabio como usted. Las velocidades involucradas hacen necesario responder en términos relativos. Nuestro despreciable planeta se aparta de este hermoso sistema durante una parte de su periodo orbital. También debemos tener en cuenta la dirección y la velocidad de nuestra estrella con referencia a la expansión cósmica de esta porción del espacio. Si hubiésemos venido de la constelación del Cisne o de la del Boyero, podríamos responder a su pregunta de manera más concreta, porque los astros que las integran recorren un arco contiguo que forma un ángulo tal con el plano de la eclíptica que…
O, si no, esta otra pregunta:
—¿Su organización política es democrática?
—De acuerdo a la rica etimología del idioma de ustedes, democracia significa el gobierno del pueblo. Nuestro pobrísimo lenguaje no podría expresar la misma idea en forma tan simple y conmovedora. Es claro que uno debe gobernarse a sí mismo. El grado de control estatal sobre el individuo varía, por supuesto, en cada caso particular y según la época. Espero que me perdone por repetir tonterías que deben de ser evidentes para inteligencias tan evolucionadas como las de ustedes. El mismo control se aplica al individuo considerado como parte de la masa. Frente a una necesidad de tipo universal, las especies civilizadas tienden a unirse para satisfacerla. Por consiguiente, cuando no existe una necesidad de ese tipo, hay menos motivos para un esfuerzo colectivo. Puesto que lo que acabo de decir puede aplicarse a todas las especies, es válido aun en nuestro caso. Por otra parte…
¿Se da cuenta de lo que quiero decir?… Al cabo de pocos días, no les preguntaban ni la hora.
El gobierno me concedió un mes para preparar al público por medio de una campaña publicitaria. En un principio, habían pensado que bastarían dos semanas, pero me puse prácticamente de rodillas y rogué que me dieran por lo menos dos meses y medio de plazo. Así conseguí que me dieran un mes.
Explíqueles este aspecto de la cuestión, con lujo de detalles, Álvarez, porque quiero que comprendan exactamente la tarea que yo tenía entre manos. Hábleles de las espeluznantes cubiertas de las revistas que mostraban en vívidos colores a tímidas y atractivas jóvenes atacadas por toda suerte de monstruos. Hábleles de las películas de terror; de las novelas que describían invasiones interplanetarias; de todo lo que tuve que destruir y borrar de la mentalidad del público en un par de semanas. Y eso, sin contar los temblores provocados por la sola mención de la palabra «gusano», y el terror supersticioso de seres que, aparentemente, no tenían un sitio donde albergar un alma.

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