Julián Gallego. Pintura contemporánea.

enero 16, 2025

Julián Gallego, Pintura contemporánea
Salvat, 1971. 100 páginas.

Recorrido por la pintura contemporánea (hasta 1971) bastante exhaustivo para las pocas páginas que tiene. Incluye láminas en color con obras de bastantes autores. Es una pequeña joyita que puede ser una excelente introducción al estado del arte de la época o, en mi caso, de recordatorio de tantos autores y obras excelentes.

Esta colección tenía obras bastante interesantes para ser algo que se vendía al por mayor y por poco precio. Cierto que el tiempo las ha maltratado bastante y si han tenido algo de uso se desencuadernan pero no se puede tener todo.

En el caso de este libro solo por las ilustraciones ya merece la pena, pero el texto de Julián Gallego es breve y certero, en apenas dos párrafos te destaca lo más importante de un movimiento o un artista, y te deja con ganas de más.

Muy bueno.


Aunque Larionov pinte, desde 1910, cuadros rayonistas totalmente abstractos, es Vassily Kandinsky (Moscú 1866-Neuilly 1944) el fundador de la pintura no-figurativa, pues a su primera acuarela abstracta (fines de 1910) que reúne, en un ritmo rotatorio, manchas y rayas (Col. Nina Kandinsky), van a seguir, sin solución de continuidad, sin pasos atrás, gran cantidad de cuadros de este género y una importante obra doctrinal, encabezada por el libro Über das Geistige in der Kunst (De lo espiritual en el arte), publicado en 1912. El mismo año aparece en Munich el almanaque «Der Blaue Reiter» (El jinete azul), en el cual colaboran, con Kandinsky, los pintores Franz Mate (Munich 1880 – Verdón 1916) y August Mae\e (Meschede 1887 – Champagne 1914), los músicos Schonberg, Sa-banejev, Hartmann, etc. «La gran conmoción —escribe Kandinsky en el prefacio de la primera exposición del grupo Der Blaue Reiter —; el desplazamiento del centro de gravedad en el arte, la literatura y la música; la diversidad de las formas; la constructiva composicional de esas formas; la intensiva evolución hacia lo interno de la naturaleza y el correspondiente abandono de la apariencia y su embellecimiento exterior, tales son los signos universales de un nuevo interno Renacimiento.» El Biaue Reiter se esforzará por «hacer sensible la aspiración interior en cada forma y en su resonancia íntima». Como vemos, estamos lejos de un arte materialista. Macke, el más pintor del grupo, no puede renunciar a las experiencias visuales, que estiliza en una composición no lejana de Delaunay. Marc se especializa en la pintura de animales, en grandes frisos rítmicos y decorativos, evocación de la vida natural. En 1911 y 1912 se celebran (Galerías Tanhauser y Hans Goltz)
dos exposiciones a Jas que Kandinsky y Marc invitan a sus • artistas preferidos; en la primera, en torno al doaanier Rousseau, hay obras de Macke, de Delaunay, de los Burl-juk, de Campendonk, etc. En el catálogo de la segunda vemos los nombres de Arp, de Braque, de Delaunay, de Gontcharova, de Larionov, de Müller, de Picasso, de Via-minck, de Kubin, de Nolde, de Pechstein, de Heckel, de Derain, de La Fresnaye… Se trata de una recopilación de arte contemporáneo, sin unidad ni programa, como otra famosa exposición de estos años: la Armory Show de Nueva York, en 1913, que reunió más de mil obras modernas. Estas exposiciones han sido más eficaces que las proclamas y manifiestos, que muy pocos leen, para la difusión de un arte nuevo en el que existen ya los gérmenes de la abstracción y de un anhelo de integración de las artes que más tarde se llevará a la práctica en la academia Bauhaus (1922-1933) de la que Kandinsky será profesor, después de haberlo sido en Moscú (1918-1921).
En sus obras, Kandinsky distinguía entre impresiones (formas provocadas por la visión del exterior), improvisaciones (formas en que expresa sus emociones internas) y composiciones (obras definitivas, resultado de estudios y razonamientos). Su intención es siempre espiritualista: «Cada forma tiene un contenido interno. La forma es la manifestación externa de ese contenido…» «Es, pues, evidente que la armonía de las formas debe reposar en el principio del contacto eficaz del alma humana» o «principio de la necesidad interior». Los colores tienen, para Kandinsky, un contenido: el amarillo es color terrestre; el azul, celeste. Los tonos serán calientes o fríos según tiendan hacia el amarillo o hacia el azul. Los tonos cálidos se acercan al espectador, los fríos se alejan.

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