Ensayo que explora los conocimientos que tenemos acerca de diferentes aspectos digamos, truculentos, del antiguo Egipto. El autor lo escribe porque ve que tiene mucho tirón cuando hace conferencias y quería escribir algo riguroso, alejado de los papanatismo que se suelen encontrar en ciertos círculos. De piedra me he quedado al descubrir que a lo largo de su vida muchos alumnos se creían reencarnaciones de diferentes faraones egipcios (y algunas Cleopatras).
Se habla de los crímenes, las leyes que los castigaban, las diferentes supersticiones, la vida más allá de la muerte, aspectos de diferentes divinidades, episodios truculentos como el canibalismo en ciertas épocas, por supuesto se habla de tumbas y de momias, y de un sin fin de aspectos curiosos y muy bien documentados con sus referencias correspondientes.
Me he encontrado con cosas asombrosas, como que antes de momificar a mujeres jóvenes dejaban pasar tres o cuatro días para evitar violaciones post mortem, o que casi todas las tumbas han sido profanadas, a pesar de las leyes que lo prohibían y de las terribles maldiciones que las protegían.
Muy instructivo. Dejo abundantes muestras.
Recomendable.
Huelga
En el día 21 del segundo mes de la inundación los artesanos se quejaron de que llevaban 20 jornadas sin llegada de suministros. Dos días más tarde, las autoridades les entregaron 46 sacos de trigo para paliar sus necesidades. Sin embargo, unos meses después se agudizaría el conflicto.
Durante el día 10 del segundo mes del invierno se recrudeció el conflicto. Debido al hambre y la falta de provisiones, los trabajadores abandonaron la montaña, pasaron cerca del templo de Millones de Años de Ramsés III y se dirigieron a la parte posterior del templo de Millones de Años de Tutmosis III, donde se instalaron en señal de protesta. Ante la dimensión que tomaba aquel asunto, la autoridad de la zona actuó. Una comisión encabezada por el escriba del Dominio de la Tumba se desplazó hasta aquel lugar sagrado para negociar, convenciendo momentáneamente a los trabajadores de que su situación se arreglaría. A última hora de aquel día los sublevados se retiraron, aunque la desconfianza se apoderó otra vez de ellos; en la jornada siguiente, día 11 del mencionado mes, se movilizaron de nuevo y se instalaron cerca del Ramesseum. Un escriba de la institución de la Tumba se acercó y les ofreció 55 hogazas. De nuevo se marcharon, pero sin estar convencidos. Y allí regresarían de nuevo el día 12, dispuestos a permanecer en la puerta el tiempo que hiciera falta, hasta que la cuestión de las provisiones se resolviera. Hubo reunión con los representantes del templo y los comandantes del cuerpo de policía de los medjayu en la que se insistió en el hambre que sufrían las familias. Lograron arrancar el compromiso de involucrar al visir en busca de una solución y la concesión de raciones correspondientes a un mes.
Los trabajadores regresaron a la aldea con los sacos y muchas dudas, como demuestra el hecho de que al día siguiente, Men-tumosis, un comandante de los medjayu, tomara el mando de la revuelta y les exhortara a coger sus útiles, reunir a sus esposas e hijos con el objetivo de trasladarse al templo de Millones de Años de Seti I, aunque finalmente tal movilización no se produciría.
El día 17 del segundo mes del invierno, los obreros obtuvieron las raciones correspondientes a otro mes, pero prosiguieron el descontento y la incredulidad. Pasadas algunas jornadas, sin que se pueda precisar la fecha exacta, el artesano Mes, hijo de Anekhet, harto de nuevas dilaciones de los dirigentes, amenazó con profanar una tumba real.
El visir Ta, responsable administrativo del sur de Egipto, seguía sin dar la cara y, casi dos meses más tarde, ordenó a uno de los comandantes de los medjayu que hablara con los huelguistas para tranquilizarles. En fecha 28 del cuarto mes de la inundación el comandante de los medjayu efectuó una proclama paternalista que no resolvió nada. Ante el incremento de la tensión, el escriba de la Tumba aceptó proveer la mitad de las raciones.
El día 1 del primer mes del verano fueron entregados dos sacos de trigo como parte de la ración de un mes de alimentos. Aquel reparto no convenció a los trabajadores, los cuales amenazaron con nuevas movilizaciones. Estas llegarían el día 13, cuando los artesanos se trasladaron al templo de Millones de Años de Me-renptah, donde se reunirían con mensajeros del gobernador de Tebas que les anunciaron la llegada de 50 sacos de trigo.
Lamentablemente se desconoce el resto de este apasionante episodio; el más antiguo de la historia en reflejar una huelga y las consiguientes manifestaciones, puesto que no se conserva la parte final de este texto.
Interpretación de los sueños
El citado compendio, lamentablemente incompleto, contiene una larga lista. Básicamente los sueños correspondían a la vida cotidiana de un egipcio y, por lo tanto, estaban relacionados con el trabajo, la vivienda, el entorno natural, la comida, la religión, la magia o la sexualidad. El primer bloque está representado por los que tenían buen pronóstico interpretativo, en tanto que el segundo se centra en aquellos que tenían connotaciones negativas. Ejemplos de los primeros son:
“Si un hombre se ve a sí mismo en un sueño bebiendo vino; bueno, significa vivir de acuerdo a la justicia” (r. III. 5)
“Si un hombre se ve a sí mismo en un sueño copulando con su hermana; bueno, significa que alguna cosa le será asignada” (r. III. 8)
“Si un hombre se ve a sí mismo en un sueño sobre una palmera dom; bueno, significa una alegría en la conducta de su Iza” (r. III. 9)
“Si un hombre se ve a sí mismo en un sueño navegando en un bote; bueno, significa la salida de todas las disputas” (r. IV. 6)
“Si un hombre se ve a sí mismo en un sueño sentado en un sicómoro; bueno, significa que todas sus cosas malas serán eliminadas” (r. IV. 7)
“Si un hombre se ve a sí mismo en un sueño matando a un buey, bueno, significa que todos sus enemigos serán asesinados” (r. IV. 8)
“Si un hombre se ve a sí mismo en un sueño sentado en un jardín, al sol; bueno, significa placer” (r. V. 13)
“Si un hombre se ve a sí mismo en un sueño comiendo carne de cocodrilo; bueno, significa actuar como un oficial entre su pueblo” (r. V. 17)
“Si un hombre se ve a sí mismo en un sueño mirando la luz de la luna; bueno, significa la clemencia de su dios hacia él” (r. V. 22)
“Si un hombre se ve a sí mismo en un sueño enterrando a un anciano; bueno, significa prosperidad” (r. VI. 1)
En cuanto a muestras sobre los segundos, se pueden destacar las siguientes:
“Si un hombre se ve a sí mismo en un sueño comiendo higos de sicómoro; malo, significa penalidad” (r. VII. 1)
“Si un hombre se ve a sí mismo en un sueño bebiendo cerveza caliente; malo, significa que el sufrimiento irá hacia él” (r. VII. 4)
“Si un hombre se ve a sí mismo mirando su cara en un espejo; malo, significa otra mujer» (r. VII. 11)
“Si un hombre se ve a sí mismo en un sueño siendo mordido por un perro; malo, significa que él será tocado por la magia” (r. VII. 18)
“Si un hombre se ve a sí mismo en un sueño siendo encantado por el sortilegio de otro; malo, significa luto” (r. VII. 23)
“Si un hombre se ve a sí mismo en un sueño actuando como un timonel en un bote; malo, significa que en cualquier juicio él no recibirá justificación” (r. VIL 24)
“Si un hombre se ve a sí mismo en un sueño mirando en un pozo profundo; malo, significa que él irá a prisión” (r. VIII. 5)
“Si un hombre ve en un sueño llamas saliendo contra él; malo, significa que él será asesinado» (r. VIII. 6)
“Si un hombre ve en un sueño sus dientes cayendo sobre él; malo, significa que uno de sus subordinados morirá” (r. VIII. 12)
“Si un hombre se ve a sí mismo en un sueño viendo como se apaga un fuego; malo, significa que sus posesiones se acabarán” (r. X. 7)
El libro terminaba con invocaciones a Isis, diosa de la magia, y una serie de sueños vinculados a los seguidores de Seth. En lo que refiere a las primeras, más adelante se reproducirá una que estaba destinada a neutralizar pesadillas.
La interpretación de los sueños en los templos
En ocasiones un sueño debía ser interpretado a través de otro sueño. Para ello una persona podía solicitar la intervención de un sacerdote que dormía en el templo para que le proporcionara respuestas. Muchos de los que tenían esta capacidad eran portadores de títulos como “supervisor de las cosas secretas” o “escriba de la Doble Casa de la Vida , y tenían acceso a las bibliotecas donde se conservaban papiros que les proporcionaban los conocimientos necesarios (10). El procedimiento era sencillo: se efectuaban ofrendas en honor a la divinidad del templo, el sacerdote dormía y tenía el sueño revelador. Si las sensaciones eran negativas, se invocaba a la diosa Isis para que alejara cualquier mal.
Momificación
En el transcurso del Reino Medio siguieron las prácticas de épocas anteriores, aunque se observan momias a las que se dejaba el corazón en el cuerpo, al tiempo que se aplicaban procesos de extracción del cerebro mediante ganchos metálicos.
Durante el Reino Nuevo y el Tercer Período Intermedio la momificación llegaría a su máximo desarrollo. Si bien había diversas variantes y, en ocasiones, los embalsamadores cometían errores, un proceso completo de momificación pasaba por las siguientes fases: extracción del cerebro con pieza metálica; evisceración a través de un corte efectuado en el flanco izquierdo; tratamiento de las entrañas mediante deshidratación y aplicación de resina; limpieza del cuerpo e inmersión de éste en natrón durante cuarenta días; lino empapado en resinas y productos aromáticos en las cavidades corporales; unción del cuerpo con aceite, y vendaje del cuerpo, incluyendo amuletos destinados a la protección del difunto.
Aunque en los últimos tiempos de la civilización egipcia la calidad del embalsamamiento decayó notablemente, el historiador griego Heródoto informa que había tres precios distintos, en función del trabajo de los profesionales, e incluye un aspecto sumamente morboso: los cadáveres de mujeres distinguidas o hermosas no se entregaban a los embalsamadores hasta tres o cuatro días después del fallecimiento para evitar así la tentación de abuso sexual. Se entiende la búsqueda de un efecto inhibidor en la libido de aquellos sujetos ante los incipientes síntomas de putrefacción
Maldiciones
Este aviso se ajustaría más a los que contienen disposiciones de tipo legal que los que amenazan con consecuencias procedentes de planos sobrenaturales.
Una inscripción de una estatua de un personaje llamado Uersu, hallada en Coptos y datada en la primera fase de la dinastía XVIII, sintetiza las amenazas imperantes en el Reino Nuevo (42):
“Uersu, él dice: para aquel que profane mi cuerpo en la necrópolis, que mueva mi estatua en mi tumba: él será un odiado de Re, él no recibirá agua del recipiente de Osiris, él jamás cederá sus posesiones a sus hijos.
El dice:para aquel que profane mi lugar, aquel que dañe mi tumba o mueva mi cuerpo: el alma de Re le odiará, él jamás cederá sus posesiones a sus hijos, su corazón no permanecerá en vida, él no recibirá agua en la necrópolis (y) su alma será destruida para siempre”
Durante aquella época se extendió la presencia de dioses como agentes vengadores que ejecutaban las amenazas contra los profanadores y sus familiares. Además, hay un aumento de inscripciones contra intrusos que dañaban templos u objetos, y una disminución de maldiciones en tumbas. Un oficial de Aniba advertía con las siguientes palabras (43):
“Para cualquiera que hable contra ello, Amón-Re, rey de los dioses, le perseguirá para destruirlo, Mut perseguirá a su esposa, y Khonsu a su hijo, de manera que él tendrá hambre, él tendrá sed, él se debilitará y él sufrirá”
Amenazas sobrenaturales también podían ser dirigidas contra aquellos que no cumplieran los términos de un acuerdo político. El célebre tratado de paz entre egipcios e hititas, firmado en el año 21 de Ramsés II, tenía unas líneas dedicadas a quienes lo transgredieran. Los dioses de ambos territorios se encargarían de destruirlos (44):
“Sobre estas palabras escritas en esta lámina de plata por la tierra de Hatti y por la tierra de Egipto: para aquel que no las respete, los mil dioses de la tierra de Hatti junto con los mil dioses de la tierra de Egipto actuarán en orden a la destrucción de su tierra, de su casa y de sus sirvientes”
A finales del Reino Nuevo aparecieron maldiciones obscenas, según las cuales un asno violaría al profanador y a su familia. Generalmente, este tipo de amenazas se centraban contra aquellos que dañaran estelas e inscripciones. Muestra de ello es el graífiti número 11 de Deir el-Bahari, escrito en tiempos ramésidas, que contiene la siguiente sentencia contra aquel que provoque algún deterioro (45):
“Un asno le violará y un asno violará a su esposa”
Durante el Tercer Período Intermedio continuó la variedad de advertencias que se habían ido desarrollando en épocas anteriores. Así, por ejemplo, la estela de Iuwelot, gran sacerdote de Amón en tiempos de Osorcón I, hallada en Karnak y datada en la dinastía XXII, presenta una amplia lista de terribles consecuencias contra aquel que se atreviera a causarle algún daño (46):
“Para aquel que mueva esta estela: él es un miserable conspirador por oponerse a lo que yo he dicho, yo estaré inmediatamente encolerizado por la transgresión de mi plan, el cual yo he dirigido (y) protegido detrás de mí para siempre. Yo provocaré que él reciba la miseria, su posesión pertenecerá a otro y sus ojos lo verán; él tendrá (su) cabeza sobre (sus) rodillas hasta que muera y su esposa será violada frente a él. Todos los miembros (de su cuerpo) estarán impregnados en suciedad. Será destruido para siempre y no vendrá como uno que tiene familiares. Sus compañeros serán los esclavos y aquellos que él suplica diciendo: ‘pueda tu ka serjustificado’. Yo lanzaré mi flecha contra él en presencia de su gente (y) ellos caerán bajo la fuerza de mis brazos. El estará frente al fiero Ojo de Horus, el cual ejercerá el poder contra él”
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