William Gaddis. Ágape se paga.

diciembre 15, 2016

William Gaddis, Ágape se paga
Sexto piso, 2008. 116 páginas.
Tit. Or. Agape Agape. Trad. Miguel Martínez-Lage

Tenía ganas de leer a Gaddis, autor con fama de difícil -incluso en el prólogo de esta obra así se afirma. Pero antes de empezar con libracos como JR (casi 800 páginas) decidí picotear un poco con este Ágape, más cortito.

Jack Gibbs, que ya aparecía en el mencionado JR, está agonizando en la cama del hospital. En un largo monólogo interior nos habla de la historia de las pianolas mecánicas, automatización de un arte que pasa a las masas, se preocupa por su legado y como pasar el patrimonio a sus hijas, sufre por la enfermedad que le aqueja y se pasea por la maraña de relaciones mentales que pasan de un tema a otro.

Está claro que no estamos ante una narración sencilla, pero tampoco es que los monólogos interiores inconexos no tengan una solera dentro de la tradición literaria. El texto puede ser difícil de seguir por las múltiples referencias eruditas que van saliendo (de las que he conseguido pillar imagino las que me habrán quedado por entender). Pero el buen pulso de Gaddis consigue un texto con ritmo, que se lee con gusto.

Maravillarme no me ha maravillado; estoy leyendo ahora El bandido de Walser y, aunque escrito hace mucho tiempo, hace un mejor uso de la concatenación de sucesos sin aparente relación entre sí.

mirada desde las alturas a la masa de los hombres allá abajo, los que de entrada no valen nada, ése sí es un abismo aún más ensanchado entre unos hombres y los otros que entre esos otros y el reino animal sí eso era de Nietzsche y lo dijo antes de que lo retorcieran del todo y lo dejaran deforme y demás, a ver si recupero el resuello sí evita el estrés intenta pillar el, la pierna aquí, con lo que suena como lo que mi pequeño y dorado Sigi encontró de bueno entre aquellos seres humanos cuando contó al reverendo Oskar Pfister que según su experiencia la mayoría son pura escoria, todo esto de un lado y Tolstói del otro, con su deber para con aquellos despojos, bastaría con darles unos trozos de Tolstói bajo la espera, espera, llevo buscando esto sí esa inyección de mitoxantrona tiene efectos colaterales, puede provocar dificultades respiratorias no respiración superficial dolor en la región lumbar y en las piernas Dios del cielo de quién vendrán todas las bendiciones me pregunto si son éstas. No hay decoloración aquí en el punto en que la aguja entró en la vena, ni magulladuras inusuales ni hemorragias a qué le llamarán inusuales. El otro brazo lo tengo ya morado éste se está poniendo como un jardín lleno a reventar de flores, ojos rojos ojos amarillos el blanco de los ojos vuelto azul no hay forma de verlos ni de escucharlos triturarme las muelas si no hay nada que escuchar sangre en el no, no es la sangre en la camisa aquí está la camisa sí no parece mi camisa la mía era de algodón de Egipto ésta parece de una muselina áspera al tacto no tiene cuello ¿o sí? No veo nada claro no hay espejo en la pared allá lejos hace mucho rato que, cuando alquilamos esta casa a una actriz y era verano, y esa silla morada de terciopelo ahí en la esquina con el asiento desgarrado donde el perro, ella tenía un pastor alemán que había rasgado entero el asiento de la silla la historia es demasiado buena en fin al no ver muy bien me desoriento un poco a veces pero esta habitación es, cuando alquilamos la casa aquel año, pero no es el cambio sino cuan rápido se producen los cambios ahora, ni siquiera las semanas sino los años y cuántas vidas distintas has vivido, los primeros pasos los que cuentan sí, siempre di el paso que no era, el paso
en falso, el paso erróneo, por ejemplo ser cinco, diez, veinte personas distintas que no se conocieran las unas a las otras ni siquiera si se encontrasen en la calle se saludarían ¿lo ves? No. No importa, ¿a que no?, porque no me crees, así que en realidad no importa, mentiras y falsedades da igual dónde mires, mira, si me he traído a Huysmans con los suyos atendidos por estas asombrosas negras desnudas y por su sinfonía de licores, sinfonía de flores, y las flores que parecen falsas, tanto que todo es falso como la habitación como un barco rodeado de peces mecánicos y esa maravillosa descripción de las dos locomotoras nuevas como mujeres, el cultivo intencional de lo falso y de la falsedad en esta novela francesa de hace más de un siglo, Á Rebours, en 1884, ya entonces un relumbre elitista sobre una cultura cuya literatura y cuyo arte se arruinan por la codicia y por los brazos de la multitud que la estrechan, el qué, la epifanía, la encarnación de la mediocridad y todo repelente acerca de eso que ya entonces, ¡sí!, y la fuente de esa podredumbre ya entonces, sí, Norteamérica, ahí tampoco hay noticias, ¿o sí? Mentiras y falsedades que revientan de la desconfianza de la masa frente a la élite da igual por dónde lo mires, desconfianza del intelectual al que Tolstói llama indigno de confianza, inútil, artificioso, que se nutre de los libros, no de la experiencia, que nunca ha combatido en una guerra, que nunca ha labrado un campo, de modo que sus escritos no aportan naday no producen nada más que mentiras ¿que no? No me crees porque son moneda de curso legal, ¿a que lo son? La falsedad es moneda de curso legal y ya estamos de vuelta una vez más donde empezamos no la pura falsedad sin adulterar sino lo que Platón llama la mentira de las palabras que no es sino una suerte de imitación, una imagen ensombrecida, eso es útil a veces cuando tienes que tratar con un enemigo, por ejemplo es lo que hacemos todos, ¿sí o sí? Y por qué dice Tolstói digo yo que es nuestro deber edificar a las masas, que es nuestra vocación edificar al género humano, incluidos aquellos a los que uno cree que podrá enseñar sin saber nada, ya que los artistas y poetas enseñan de un modo inconsciente, esa literatura, esa música, esa pintura

Un comentario

  • Cities: Walking diciembre 15, 2016en10:00 am

    Mi toma de contacto con Gaddis fue Gótico carpintero y desde luego que me pareció exigente, pero también espectacular. ‘Agape se paga’ lo tengo pendiente, como en tu caso, me parecía que empezar con uno de sus famosos tochacos era demasiado riesgo.

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