Vladimir Bartol. Alamut.

abril 7, 2008

Editorial Salvat, 1994. 382 páginas.
Tit. Or. Alamut. Trad. Mauricio Waczec y Slavica Membrado Boursac.

Vladimir Bartol, Alamut
Visiones del paraíso

Es un lugar común que la palabra asesino viene de hashshashín, o consumidor de hachís, en referencia a una secta controlada por Hasan-i Sabbah. Así lo creía yo también pero por lo visto no es así. Quien divulgó la historia fue nada menos que Marco Polo y parece que hay más de fabulación que de verdad. En este artículo: Los asesinos se aclaran un poco las cosas y en este otro de la wikipedia: Nizaríes se arroja también más luz sobre el asunto.

Vladimir Bartol, sin embargo, novela la versión más cercana a Marco Polo. En Alamut, una fortaleza prácticamente inexpugnable, Hassan Ibn Saba ha montado unos jardines ocultos muy particulares. Ahí tiene escondido un harén y cuando algunos jóvenes demuestran su valor en el combate los droga con hachís, los traslada dormidos a los jardines, y les hace creer que están en el paraíso. A partir de entonces serán capaces de hacer cualquier cosa por su jefe, incluso cometer asesinatos suicidas.

Esto último parece ser históricamente cierto, pero por desgracia hoy día sabemos que no hace falta un montaje como el descrito en el libro para convencer a alguien de que se suicide cometiendo un atentado. Hassan Ibn Saba afirma en un momento dado que una antorcha no arde dos veces para indicar que si se quiere conseguir el mismo efecto que tuvo el profeta Mahoma se tendría que inventar algo nuevo o no funcionaría. No ha sido así.

En teoría el libro es una crítica a los sistemas totalitarios, aunque no sé si consigue muy bien su propósito; en muchas ocasiones se empatiza con el protagonista, que sacrifica a los jóvenes por un fin más elevado. El protagonismo va recayendo en diferentes personajes, así vemos el punto de vista de los soldados, del artífice de todo el movimiento e incluso de las jóvenes que esperan en el harén.

Como puede verse por los artículos enlazados al comienzo de la entrada la fidelidad histórica no es excesiva, y como literatura tiene sus fallos. Pero en general es una lectura correcta que hace reflexionar en muchas ocasiones y que tiene sus momentos entertenidos. En cualquier caso, no ha sido una elctura desaprovechada.

Reto 2008: Eslovenia.

Escuchando: I Want Your Love. Chic.


Extracto:[-]

Era la primera vez que Ibn Tahír bebía la quintaesencia de la doctrina ismaelita. Le pareció misteriosa y esperó con impaciencia nuevas revelaciones.

Abu Soraka se retiró. Una vez que se hubo ido, el griego Theodoros, al que llamaban Al–Hakim (el Médico) y que había abrazado la verdadera fe, hizo su entrada en la sala de estudios. Era un hombrecito corpulento, provisto de una barba negra y en punta, y de un bigotito del mismo color. Tenía un rostro redondo y sonrosado, extrañamente dividido por una nariz larga y recta que le bajaba hasta el nivel de los labios, gruesos y rojos como los de una mujer. Además, poseía una doble papada grasa y delicada, unos ojos redondos y reidores… y nunca se sabía si hablaba seriamente o en broma. Los alumnos lo honraban con el título de dey pese a no estar consagrado. De él se sabía una sola cosa: el jefe supremo en persona lo había traído de Egipto. Era un médico muy instruido y enseñaba muchas materias, aunque principalmente la constitución y el funcionamiento del cuerpo humano. Tenía reputación de ser una especie de sabio, que soñaba con armonizar las enseñanzas del Corán con la filosofía griega. Cuando describía las enfermedades, los venenos y las diferentes especies de muertes, salpicaba sus exposiciones con citas sacadas de los filósofos de su país, principalmente de los escépticos, de los cínicos y de los materialistas. Al escucharlo, los alumnos abrían desmesuradamente los ojos de asombro y más de uno encontraba que sus enseñanzas estaban algo teñidas de impiedad. Por ejemplo, tenía una manera muy personal de explicar los orígenes del hombre, mezclando los inventos de su cosecha con las lecciones de los pensadores griegos y los preceptos del Corán.

–Recordad –le gustaba decir–, que Alá creó a Adán a partir de cuatro elementos. Primero necesitó la materia sólida, pero ésta era dura y desmenuzable. La redujo a polvo y la mezcló con un segundo elemento: el agua. Con esta mixtura de polvo y agua hizo barro, con el que modeló la figura del hombre. Pero esta figura era blanda y se deformaba al menor contacto. Así creó el fuego para secar el embotono externo de la figurita humana. Ahora el hombre tenía una piel, flexible pero demasiado pesada. Le sacó un poco de materia de en medio del pecho y por temor a que el vacío así formado comprometiera la solidez del conjunto, le insufló aire. De esta manera fue acabado el cuerpo del hombre, que hasta ahora se compone de estas cuatro sustancias: tierra, agua, fuego y aire.

»Para que el hombre posea la vida –prosiguió el sabio–, sabed que Alá le insufló un alma. De origen divino, el alma es extraordinariamente sensible a la armonía que debe reinar entre los distintos elementos que componen el cuerpo. En cuanto se rompe el equilibrio, la armonía desaparece y vuelve a su origen, que es el mismo Alá.

»Las perturbaciones del equilibrio entre los elementos pueden ser de dos órdenes: de orden natural o de orden mágico. Los trastornos naturales pueden entrañar cuatro especies de muertes. Si, como consecuencia de una herida, el cuerpo pierde su sangre, se produce un agotamiento del elemento acuoso y llega la muerte. Si se le aprieta la garganta a alguien, se lo priva del elemento aéreo: se asfixia y muere. Una persona que muere congelada es que ha perdido el elemento ígneo. Finalmente, en un cuerpo que se disloca es el elemento sólido el que se rompe y se disuelve; la muerte es también inevitable.

»Quedan las muertes mágicas, llamadas también médicas, que son más problemáticas… Están provocadas por misteriosas sustancias naturales que llamamos venenos. La tarea de las ciencias naturales es hacernos conocer el uso de los mencionados venenos y de enseñarnos a fabricarlos… Un arte útil y necesario para todo ismaelita militante.

Estas enseñanzas sorprendían a Ibn Tahír y no menos que las anteriores. ¡Aquellas cosas eran tan nuevas para él! Además, le costaba captar las razones por las cuales tenía que estudiar materias tan insólitas. El griego se inclinó sonriendo y se marchó. El dey Ibrahim volvió a aparecer delante de los alumnos. Su llegada produjo un silencio de muerte. Ibn Tahír adivinó que iba a hablarles de algo importante; en efecto, se trataba de dogmática ismaelita. Ante todo, el maestro hizo una pregunta indicando al alumno que debía responder. Preguntas y respuestas se sucedieron rápidamente, breves, extrañamente acompasadas. Ibn Tahír concentró toda su atención.

–¿Quiénes son los peris?

–Los peris son malos espíritus de sexo femenino que reinaban en el mundo de Zaratustra, quien los arrojó a los infiernos.

–¿Quién era Zaratustra?

–Zaratustra era un falso profeta, adorador del Fuego, que Mahoma arrojó a los demonios.

–¿Dónde viven los demonios?

–En la cima del monte Demavend.

–¿Cómo lo sabemos?

–Por los vapores que exhala la montaña*.

–¿Eso es todo?

–Y por los aullidos de las voces que oímos llegar de allí.

–¿Quiénes son los selyúcidas?

–Los selyúcidas son invasores: turcos llegados del país de Gog y Megog para apoderarse del poder en Irán.

–¿Cuál es su naturaleza?

–Su naturaleza es doble: mitad hombres, mitad demonios.

–¿Por qué?

–Porque unos devis o espíritus del mal se aparearon con mujeres de raza humana, que luego engendraron a los selyúcidas.

–¿Por qué abrazaron los selyúcidas el Islam?

–Para disimular su verdadera naturaleza.

–¿Cuáles son sus intenciones?

–Aniquilar el Islam e instaurar en la tierra el reino de los demonios.

–¿Cómo lo sabemos?

–Por el hecho de que apoyan a un falso califa en Bagdad.

–¿Quién es en Irán el peor enemigo de la causa ismaelita?

–El gran visir del sultán, Nizam al–Mulk.

–¿Por qué siente un odio mortal por la única y verdadera doctrina?

–Porque él mismo es un renegado.

–¿Cuál es su crimen más impío?

–Su crimen más impío es haberle puesto precio a la cabeza de Nuestro Amo en diez mil monedas de oro.

Ibn Tahír se entusiasmó. Sí, el gran visir que había hecho decapitar a su abuelo era un criminal. Y ahora atentaba contra la misma vida del jefe supremo de los ismaelitas…

4 comentarios

  • Vigo abril 10, 2008en7:26 am

    Ya decía yo que aquella historia de los hashshashín drogados por hachis creyéndose en el Paraíso de Allah tenía algo de fabulación. Si al menos hubiera sido otra droga de mayor calibre…

    Hay una cita en el libro, la tendría que buscar ahora, y se me hace pesado, pero tu que tienes el libro más reciente la recordarás. Yo más o menos me la invento (aunque hago un intento poético)
    «Dios has creado al hombre sin alas pero quiere volar, y con la el espíritu de un león pero sin su fuerza. ¡Qué limitado que has creado al hombre!»

  • Palimp abril 10, 2008en11:33 am

    Algo me suena… intentaré buscarla a ver si la localizo.

  • Kuako abril 1, 2010en6:41 pm

    Buen libro, que sin embargo deja mucho que desear porque bebe en fuentes historicas contaminadas.
    Toda la historia del Jardin del Paraiso y de los asesinos drogados con hachiss es falsa, y no solo falsa sino que se sigue vendiendo aún porque interesa.Los historiadores (los buenos) saben que Marco Polo (el autor de la leyenda) llego a Alamut varias decadas después de que hubiera desaparecido la fortaleza. Y que los historiadores sunnitas y chiitas (duodecimanos)se encargaron de hundir y desprestigiar a los ismaelitas alla donde les encontraban, y por ello inventaron centenares de panfletos ridicudizandoles y tergiversando su historia y su fé.
    Los asesinos si eran capaces de matar (lo cual es deplorable), pero no se drogaban con hashis, es todo tan infantil, imaginaros un asesino todo colgado y paposo en busca de su victima…jajajajaj

  • Palimp abril 7, 2010en6:04 pm

    Es una novela, claro, así que se puede permitir licencias.

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