Varios autores. Crack. Instrucciones de uso

noviembre 17, 2011

Mondadori, 2005. 268 páginas.
Varios, Crack. Instrucciones de uso
Manifiesto

Empiezo a intentar poner al día la gran cantidad de libros que tengo pendientes de reseñar, y aparece este que según el esclavo lector leí hace más de tres años. Como para acordarme con detalle.

Por suerte he encontrado esta reseña: Crack. Instrucciones de uso, por Ricardo Chávez et al. que les explicará mucho mejor que cualquier cosa que intente yo el contenido del libro.

Ahora que todavía colea lo del nuevo drama reincido en que soy poco amigo de manifiestos. Aún así el que suscriben los autores del libro me llegó a caer simpático. En primer lugar, porque no parecen tomárselo muy en serio, y en segundo porque vivir a la sombre del boom y del realismo mágico tiene que ser asfixiante. Reivindicar la libertad de escribir una novela diferente es algo encomiable.

Que yo sepa sólo he leído una de las novelas del crack, En busca de Klingsor, la cual cumple a la perfección con el manifiesto; un investigador intenta averiguar la identidad de un alto cargo científico nazi. Sin embargo, la novela aquí incluída, Variaciones sobre un tema de Faulkner me parece más un homenaje al realismo mágico que matar al padre.

Me apunté e hice la promesa de leer a los autores del manifiesto, así que me debió gustar.

Calificación: Bueno.

Un día, un libro (78/365)

Extracto:
Las cinco novelas Crack son precisamente el sitio donde ha de buscarse cuanto de pacto, de alma prometida y de ambición; cuanto de apuesta por una literatura, llamémosle, «profunda», hay en el momento actual de estos escritores.
Lo extraordinario ha sido la coincidencia. Las novelas fueron elaboradas sin consigna colectiva. Si posteriormente se agruparon hubo, por un lado, menos voluntad que destino compartido en el siempre voluble medio de las editoriales, y, por otro lado, lo más importante, una correspondencia de postulados, promesas y quizá, por qué no, incumplimientos.
Exposiciones como ésta no hacen sino compartir nuestro asombro: desembocar en los accidentes episódicos de la época había sido, hasta ahora, el único punto de reunión en nosotros, autores nacidos a partir de los sesenta.
Palabras más, palabras menos, lo que nos ha unido hoy es una misma condena, si se entiende que las novelas son ya, para bien o para mal, una demarcación y un voto de proceso. De aquí en adelante se trata sólo de recorrer y exprimir hasta sus últimas consecuencias la elección hecha.
¿Cuáles han sido los términos del convenio? ¿Cuál ha sido el juramento?
Los libros son el único sitio donde han de buscarse las respuestas; sin embargo, es posible adelantar el mapa que toda declaración de principios desdibuja para facilitar las adhesiones y los agravios.

El Crack
Tomemos como punto de partida el «Manifiesto del Crack», publicado originalmente en la revista Descritura (número 5, 5 de agosto de 1997, pp. 32-43), defendido el 7 de agosto de 1996 por Ricardo Chávez Castañeda, Ignacio Padilla, Pedro Ángel Palou, Eloy Urroz y Jorge Volpi en el Centro Cultural San Ángel de la capital mexicana y reproducido en el capítulo anterior de Crack. Instrucciones de uso. La primera acepción del término denotaba las cinco novelas unidas por el tema apocalíptico y la voluntad formal de sus autores; se trataba de La conspiración idiota de Chávez Castañeda (México, Alfaguara, 2003), inédita entonces; Si volviesen sus majestades de Padilla (México, Nueva Imagen, 1996); Memoria de los días de Palou (México, Joaquín Mortiz, 1995; reed. México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2000; reed. México, Planeta, 2003); Las Remoras de Urroz (México, Nueva Imagen, 1996; reed. Barcelona, Seix Barra!, 2002) y El temperamento melancólico de Volpi (México, Nueva Imagen, 1996; reed. México, Seix Barral, 2004). Para algunos texto fundacional de la nueva narrativa hispanoamericana —para otros innecesario alarde—, el «Manifiesto del Crack» constaba en su primera versión de cinco partes autónomas donde cada autor discernía las similitudes entre las novelas y postulaba los rasgos teóricos que debían caracterizar, en con-
traposición a la tendencia narrativa dominante en los setenta y ochenta, la nueva novela hispanoamericana: la vuelta a las grandes novelas totalizadoras como El Quijote, Pantagruel o el Ulys-ses, y el homenaje estructural a quienes la propugnaron en la narrativa mexicana —José Revueltas, Carlos Fuentes, Fernando del Paso o la Generación de Medio Siglo— e Hispanoamericana —Ernesto Sábato, Juan Carlos Onetti, Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez.

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