Lêdo Ivo. Estación final.
Poesía / diciembre 2, 2022

Valparaíso, 2012. 280 páginas. Trad. Mario Bojórquez. Llego a este poeta a través de otro, como es habitual en esta extraña geografía de la literatura, donde los libros a veces esconden mapas del tesoro. Cavalo Morto de Juan Carlos Mestre me señala a Lêdo Ivo, poeta brasileño descomunal que afirma que su patria no es la lengua y que Mario Bojórquez selecciona, prologa y traduce de manera excelente para que podamos disfrutar de sus poemas. Más de veinte libros de donde nacen textos tan maravillosos como, por supuesto, Caballo muerto: En el Caballo Muerto, las muchachas acostumbran pasear con los soldados. Y después amar. Sucede entonces un despropósito: ellas, después del amor, bordan en las nubes, con un alfabeto azul y blanco, los nombres de sus enamorados: José, Antonio, Manuel, Juan. Las muchachas vuelven más jóvenes de esos amores en el monte. Vuelven intrépidas, excitadas por el filtro de la luna. Y para ellas no hay exigencias, cobardías, acontecimientos. Sólo existen los soldados del batallón. En agosto, enero y aún en septiembre, las muchachas aman en el Caballo Muerto. Pasan abrazadas a sus enamorados y dejan en la arena del camino algo como espuma o velo. Los soldados no saben…

Elvira Sastre. Ya nadie baila.
Poesía / octubre 4, 2018

Valparaiso, 2015,2016,2016 y 2017. 110 páginas. Antología que recoge poemas de 43 maneras de soltarse el pelo y Baluarte e incluye 13 poemas inéditos. Los temas habituales son la alegría ante el amor, el dolor de la ausencia o las relaciones familiares. Son poemas frescos, con los que la autora obtiene gran éxito en redes sociales y recitales en vivo. Personalmente algunos versos me han encantado y tienen mucha fuerza, pero en general el libro me ha decepcionado un poco. Pero a mí con la poesía no me hagan mucho caso que no tengo el gusto afinado. Se deja leer. Eres tan bonita que decírtelo resulta redundante y no decírtelo se parece al silencio. Al final siempre acabo besándote, que es la mejor alternativa a la poesía. Y ya sabes que a mí me gusta acabar los poemas con el verso perfecto, ese que empieza en un papel y acaba en tu boca.