Blanca Álvarez. El amor es un cuento.
Novela / enero 31, 2018

Sm, 2007. 150 páginas. Ignoro cómo llegó este libro a mi lista de recomendaciones, pero no me ha gustado nada. Enfocada para un público adolescente narra las desventuras amorosas de un grupo de niñas bien que llegan a la conclusión de que el amor es un cuento y que lo mejor que podemos hacer es vacunarnos cuanto antes. Las historias que se cuentan parten de hechos más o menos realistas (infidelidades, amores interesados, personas manipuladoras), pero son tan planos y estereotipados que no resultan nada creíbles. La autora dedica mucho tiempo a divagaciones sin mucho sentido y poco a poner un poco de carne y hueso a los protagonistas. Que esté dirigido a un público adolescente no debería ser excusa para no tener un poco de calidad estilística. Muy flojo. Tal vez por esa visión suya las clases de música se limitaban a la interpretación correcta de piezas sen cillas pero con encanto para una fiesta, o al acompañamiento de cancioncillas en festividades familiares. La Música, con mayúsculas, recibía el mismo tratamiento que las carreras difíciles. Cosas de hombres, de feas o de pobres cuya aspiración a mejorar su posición resultaba más decente por esa vía que por otras, ilícitas…

Carlo Collodi. Pipeto, el monito rosado.
Novela / enero 23, 2012

Sm, 1984. 112 páginas. Monito de palabra Después de leer las aventuras de Pinocho me quedé con ganas de más, y gratis me lo encontré de intercambio. Pipeto es un omnito que quiere comportarse como un hombre, y puede tener la suerte de conseguirlo, aunque por goloso y no cumplir sus promesas se meterá en más de un lío. El esquema es muy parecido al de Pinocho: monito que quiere ser humano, hada que puede concedérselo, pero antes deberá portarse bien. En este caso el pecado es faltar a la palabra dada. Aunque no sea excesivamente original y Pinocho sea superior, las aventuras de este simpático monito me han resultado muy entretenidas. Calificación: Bueno. Un día, un libro(145/365) Extracto: Pipeto no se parecía en nada a sus hermanos ni a los otros monitos de la vecindad. Tenía un hociquillo nervioso e inteligente; un par de ojos picaros, que no se estaban quietos ni un instante; una boca que se reía siempre, y un tipillo garboso y flexible como una vara de junco. En una palabra, que era un mono, como suele decirse, hecho que ni pintado. Viéndolo así, a primera vista, se le podía, casi, confundir con un niño de…