Astrid Lindgren. Rasmus y el vagabundo.
Novela / septiembre 18, 2019

Kalandraka, 2011. 158 páginas. Tit. or. Rasmus pa luffen. Trad. Ingbritt Wallis y Pedro Ángel Almeida. Rasmus vive en un hospicio con la esperanza de que algún día alguna familia se decida a adoptarlo. Mientras tanto se va metiendo en líos, y uno resulta ser tan gordo que decide escaparse. Se encontrará con un vagabundo que le hará compañia y con el que correrá increíbles aventuras. Lindgren es internacionalmente conocida por su personaje de Pipi Calzaslargas, también huérfana. La soledad de un niño no es algo para tenerlo a broma y a pesar de lo divertido que puede ser vivir aventuras siempre es necesario tener un abrazo a mano. Ternura a capazos, incluyendo un final feliz que lo hace muy adecuado para leer a los niños y no tan niños. Recomendable. En medio de todo aquel estiércol había una preciosa concha blanca con pequeñas manchas oscuras. — ¡Oh! —dijo Rasmus—, ¡oh! Abrió rápido el portillo del corral y, sin hacer caso del cacareo asustado de las ¿allmas que revoloteaban inquietas por todos lados, se lanzó a coger la concha. En ese momento, su felicidad era tan grande que no podía soportarla él solo. Tenía que ir a contárselo todo a…

Miquel Obiols y Miguel Calatayud. Ay, Filomena, Filomena.
Cuentos / abril 19, 2013

Kalandraka, 2012. Una colección de los siguientes relatos de Obiols: ¡Ay, Filomena, Filomena! El caramelo de fresa ¡La tierra está en las nubes! El cuento de nunca acabar Miranío y Miranía ¿Quién quiere cambiar de cabeza? La mesa del Rastro Cola de caballo Ilustrados por Calatayud, que aunque muy querido de Jesús Cuadrado nunca me gustó como dibujante de tebeos, sí como ilustrador. Mis preferidos el que da título al libro, incluído al final y ¿Quién quiere cambiar de cabeza?. Ideal para leer algo diferente a los peques. Calificación: Bueno. Extracto: jAy, Filomena, Filomena! Filomena era una niña que tenía mucha imaginación, tanta imaginación que, cuando explicaba alguna cosa, la gente mayor no la entendía porque hablaba de manera diferente y todos se hacían un verdadero lío al oírla. Guando Filomena se ponía a parlotear, siempre acababan diciendo lo mismo: —¡Ay, Filomena, Filomena! -¡Qué disparates estás diciendo! —Niña, cuando te pones a hablar, te quedas sola. Pero ella no les hacía ni caso, puesto que su lenguaje era secreto y solo se lo había enseñado a los otros niños, y así toda la pandilla acabó hablando como Filomena.Y entre ellos, ¡ya lo creo que se entendían! Todo empezó un buen…