Gilbert K. Chesterton. Lo que está mal en el mundo.
Ensayo / febrero 27, 2013

Tenía muchas ganas de leer este libro por dos razones, la primera ser de mi admirado Chesterton, la segunda este párrafo: […]yo empiezo por el pelo de una niña. Cualquier otra cosa es mala, pero el orgullo que siente una buena madre por la belleza de su hija es bueno. Es una de esas ternuras que son inexorables y que son la piedra de toque de toda época y raza. Si hay otras cosas en su contra, hay que acabar con esas otras cosas. Si los terratenientes, las leyes y las ciencias están en su contra, habrá que acabar con los terratenientes, las leyes y las ciencias. Con el pelo rojo de una golfilla del arroyo prenderé fuego a toda la civilización moderna. Porque una niña debe tener el pelo largo, debe tener el pelo limpio. Porque debe tener el pelo limpio, no debe tener un hogar sucio; porque no debe tener un hogar sucio, debe tener una madre libre y disponible; porque debe tener una madre libre, no debe tener un terrateniente usurero; porque no debe haber un terrateniente usurero, debe haber una redistribución de la propiedad; porque debe haber una distribución de la propiedad, debe haber una revolución….

Gilbert K. Chesterton. El hombre que era jueves.
Novela / diciembre 16, 2011

Alianza Editorial, 1987, 1989. 197 páginas. Tit. Or. Trad. Alicia Bleiberg. La cara de Dios Lo había leído hace mucho, mucho tiempo, y esta reseña: El hombre que fue jueves y su crítica negativa me hicieron volver a leerla. No porque mis recuerdos fueran mucho mejores, pero Chesterton es Chesterton. El resumen en la wikipedia: El hombre que fue jueves. Gabriel Symes, policía filosófico, forma parte por casualidad del consejo anarquista más poderoso del mundo. No era la obra que más me gustaba de Chesterton, y sigue sin serlo. Que la alegoría sea cristiana, y que esté en desacuerdo con muchas de las ideas que se exponen (y no es la menor la caricatura del anarquismo) no ayuda. En su momento me pareció simple el truco de la trama, que no desvelaré, aunque ahora no soy tan tiquismiquis. Pero…. Es Chesterton. Le conozco bien, incluyendo sus excesos y sus defectos. No es mi obra preferida, pero no puede no gustarme. Otra reseña aquí: El hombre que fue jueves. Como curiosidad lo he leído alternando la versión electrónica, que llevaba en el móvil y que leía cuando tenía alguna espera y no llevaba libro encima, y la versión en papel. Calificación:…

Gilbert K. Chesterton. Lectura y locura.
Ensayo / diciembre 5, 2011

Ediciones Espuela de Plata, 2008. 264 páginas. Tit. Or. Lunacy and letters. Trad. Victoria León. La locura que nos hace cuerdos Sigo disfrutando con los muchos libros que encuentro ahora de Chesterton, especialmente sus artículos -de los que había leído pocos. En esta recopilación hay para elegir, y aunque algunos han envejecido bastante, y otros confieso no entenderlos por carecer del contexto adecuado, otros siguen tan vigentes. Además, como digo siempre, aunque no esté de acuerdo con lo que dice Chesterton, siempre es un placer leer sus argumentos. Al lío, una nutrida selección de párrafos para que seahgan una idea. En el artículo que da título al libro y donde ya había hablado de que quizás las pequeñas manías son las que nos mantienen cuerdos se afirma lo siguiente: Creemos que una aceptable descripción a grandes rasgos de la locura podría ser la de una preferencia del símbolo por encima de aquello mismo a lo que este representa. El ejemplo más claro lo hallamos en el maniaco religioso, para quien la fe del Cristianismo supone la absoluta negación de las ideas de rectitud y piedad que representa el Cristianismo. Pero hay otros muchos. El dinero, por ejemplo, es un símbolo:…

Gilbert K. Chesterton. Autobiografía.
Ensayo / noviembre 14, 2011

Acantilado, 2003. 396 páginas. Tit. or. Autobiography. Trad. Olivia de Miguel. Mundo interior Teniendo tantos escritores que me gustan, me despisto un momento, y me editan un montón de cosas suyas, sobre todo en Acantilado. Como intento comprarme menos libros, al menos me los compro nuevos, y buenos. El libro recoge un montón de anécdotas jugosas sobre la vida de Chesterton, muchas de sus opiniones, sus relaciones con otros intelectuales de la época, sus asuntos personales, el modelo del Padre Brown, el origen de algunas de sus principales obras… Admirador como soy del autor no hace falta que diga que lo he leído con mucho interés. Pero si tengo que destacar algo es la importancia que da Chesterton a lo que podríamos mundo interior. Destaca mucho más sus pensamientos y sus discusiones con Shaw o Russell que viajes, cargos o trabajos. Para él es más importante su evolución intelectual que la laboral. Y en esto, como en tantas cosas suyas, me siento reflejado, y me cito: Muchas veces comento en esta bitácora como ha llegado el libro a mi poder, que expectativas tenía, la impresión que me causó, de la misma manera que uno cuenta como conoció a su pareja,…

Gilbert K. Chesterton. El club de los negocios raros.
Cuentos / octubre 30, 2011

Edciones G.P., 1958. 182 páginas. Emprendedores Ando comprando las obras de Chesterton y me encuentro gratis este libro. La diosa fortuna me sonríe. Bajo la excusa de un club de negocios extraños se esconden varias historias con el sello de Chesterton. Situaciones que parecen una cosa pero resultan ser otra y que la sagacidad de un juez retirado va adivinando. Así hay gente que se gana la vida siendo ‘retardadores profesionales’ y otros que se inventan lenguajes nuevos. La primera de las historias, donde (ojo, que destripo el final) una agencia se dedica a proporcionar aventuras a sus clientes ya la recogió también Agatha Christie y una película famosa, The Game. Yo siempre he pensado que es una idea excelente de negocio, y aunque hay algunas empresas que se dedican a esto lo hacen siempre desde el espectáculo, el cliente sabe que es un montaje. Estaría bien una como la de la película, donde la víctima no supiera que se encuentra dentro de un guión. La ternura, el buen humor y las situaciones originales y divertidas no faltan en esta colección. Calificación: Muy bueno. Un día, un libro (60/365) Extracto: — ¡Bueno! — exclamó sacando de los bolsillos las enguantadas…