Sergi Bellver y Juan Soto Ivars. Mi madre es un pez.

noviembre 2, 2011

Libros del silencio, 2011. 374 páginas.
Sergi Bellver, Mi madre es un pez
Drama

Ay no veas la que ahí se lió, ay no veas. Como en el caso del twit de Vigalondo, que provocó un huracán mediático, unas inocentes declaraciones y la inmediatez de la información que da internet han provocado una avalancha de entradas, artículos, comentarios y mensajes acerca de un manifiesto que ya no existe. La siguiente entrada de Sergi lo explica muy bien:

Mi madre es un hecho

No creo mucho en manifiestos, pero al contrario de lo que algunos parecen afirmar, no creo que un movimiento deba basarse en las obras para hacerse explícito. Muchos ejemplos hay de programas previos. En un exceso de honradez retiran web y proclamas y se dedican a lo suyo, a escribir.

Supongo que a la editorial no le importará el revuelo, pero a los antologuistas sí les debe molestar que no se hable del contenido, que son los siguientes cuentos:

I Mortal y rosa

La sustitución de los cuerpos, por Rodrigo Fresan
Todos mis hijos, por Alberto Olmos
El ejército de los muertos, por Antonio Ortuño
Mamá, por Manuel Jabois
Las paranoias americanas, por Garlo Padial
Amar al padre, por Paula Cifuentes
La posesión, por Jordi Soler
La necesidad de ser hijo, por Andrea Jeftanovic
Versiones, por Katya Adaui
Soy el hijo de Sue, por Juan Terranova

II La metamorfosis

Alas de murciélago, por Javier Calvo
True Milk, por Aixa de la Cruz
Purgatorio, por Matías Candeira
Piel de escamas, por Paula Lapido
La niña es normal, por Fernando Cañero
Las fuentes del Nilo, por Alfonso Fernández Burgos
Parafamilia, por Javier Aviles
Neverland, por David Ventura
Chuchos, por Óscar Gual
Tokio Pigmalión, por Sergio Lifante
Cum dederit, por Javier Moreno

III La geometría del amor

Trayectoria de impacto, por Ricardo Menéndez Salmón
Prueba de amor, por Jon Bilbao
Omnívoros, por Mercedes Cebrián
Cómo hacer amigos e influir en la gente, por Esther García Llovet
Perros, por Manuel Astur
La Hostería, por Mariana Enriquez
La situación, por celso castro
Retrato de familia, por Camilo de Ory
Las pestañas de mi prima, por Berta Marsé
Canela, por Fernando Clemot
La bendición, por Gabriel Sofer

A modo de epílogo
Escenas y retratos familiares con Barcelona al fondo, por Eduardo Mendoza

No sé si es el tema que inspira, o es el buen ojo de los editores, pero es una antología brutal. Sólo hay un par de cuentos flojillos y muchos excelentes. Perturbadores, por la crudeza de su lenguaje (Alas de murciélago) o por la crudeza de sus situaciones (Todos mis hijos). Algo debe tener la familia, que nos lleva a estos abismos.

Lo digo sin reparos: la mejor antología de cuentos española que he leído en mucho tiempo. Siglo XXI era muy buena, pero su gran extensión permite la inclusión de algunos cuentos mediocres. En Mi madre es un pez no hay apenas paja, tanto que parece mentira que sea un libro de encargo.

Dramas aparte, olvídense del revuelo mediático y compren el libro. No se arrepentirán.

Calificación: Imprescindible.

Un día, un libro (63/365)

Extracto:
En la piscina, los cuerpos ejecutan series de movimientos fluctuantes que parecen la simple prolongación de las fluctua­ciones del agua que los rodea. Uno de los gemelos ha penetrado a Lilith por detrás y se la está follando presumiblemente por el culo mientras el otro gemelo se la folla por delante. Lilith gira la cabeza a un lado con el ceño fruncido al tiempo que intenta en­cenderse la pipa de crack a pesar del bamboleo combinado de los tres cuerpos. Morgana sabe que es una pura cuestión de tiempo que la hagan follar con su hermana, porque a fin de cuentas eso es lo que todo el mundo quiere que hagan. En el borde de fi­bra de vidrio de la piscina, Morgana le hace una felación a Omar mientras este da caladas meditabundas a la pipa. A continuación se pone a cuatro patas y deja que Omar la folie por detrás mien­tras ella intenta fumar apoyándose con los codos en el césped. Al cabo de unos minutos se da cuenta de que Omar no tiene la polla muy dura y se mete primero un dedo humedecido en el culo y luego dos para dilatarse el ano. Omar se saca la polla me­dio flaccida, se la casca un momento y por fin la penetra por el culo, donde se le endurece otra vez casi al instante. La forma en que los cinco follan en la piscina es esa forma en que follan todos los grupos de gente, o por lo menos todos los grupos en los que Morgana ha follado: sin intercambiar palabra alguna y sin que parezca haber ninguna clase de comunicación entre ellos. Pese a ello, los distintos actos sexuales se suceden de una manera extra­ñamente carente de espontaneidad, como si todos estuvieran re­presentando los distintos actos de un guión predeterminado que nadie recuerda y del que nadie es consciente. Mientras intenta evitar que la pipa y el encendedor se le caigan de las manos con cada embestida que le da Omar a su culo, Morgana es consciente de todos los niveles de preliminariedad de lo que está teniendo

lugar. La piscina es la fase introductoria del ritual, por supuesto. Casi todas las entradas a los rituales tienen agua. Pero el lobo vive en la Cámara Interior. Así lo sugieren las advertencias susu­rradas entre líneas de cocaína en los lavabos femeninos de East Hollywood. Omar, por supuesto, es un simple prolegómeno a los gemelos. Un simple oficiante, o tal vez un visir. En el agua caliente, Morgana se deja manipular por los brazos bronceados de los gemelos Lund y follar por los penes idénticos que asu­men sus permutaciones silenciosas: boca/culo, culo/boca, cono/ culo, coño/boca y de nuevo boca/culo, que es cuando ella tiene por fin su orgasmo. No está claro si el orgasmo le llega a pesar del miedo que tiene o si es el mismo miedo el que se lo provoca. Los cuerpos de los gemelos la envuelven por completo. Después los cinco salen al césped y la hacen follar con su hermana. Lilith tiene la mandíbula desencajada y no para de balbucear que la de­jen hacer espalda con espalda. Morgana lame el semen sucio que le sale a su hermana del ano mientras los chicos se masturban. Todo es amarillo.

8 comentarios

  • Luis noviembre 2, 2011en9:45 pm

    Algo huele mal: si hay dos cuentos flojillos y ésta es una reseña objetiva y decente, ¿por qué no se nombran dichos cuentos? Más: ¿qué valor tienen las antologías con excusa temática y cómo es posible que una de las recopilaciones que se suponen más clarificadoras del panorama actual de lo breve -«Siglo XXI», con todas sus carencias, como cualquier otra- esté por debajo de las expectativas del reseñista con respecto a esta nueva de dudosa consistencia? ¿Cuándo parará esta absurda tendencia a considerar cada nueva antología la mejor de su era y el alumbramiento de genios por doquier? Esto ya huele, sí, a algo rancio y conocido: mis amigos están en ella, ergo es una antología cojonuda, y el resto caca, culo, pedo, pis. Miren, esta es la verdad: los buenos del cuento, los buenos de verdad, los que quedarán y seguirán leyéndose no son esos que disfrutan de un momento de gloria con un cuentecillo en una antología, los buenos publican libros en-te-ri-tos, obras completas y complejas en Páginas de Espuma, Menoscuarto, Salto de Página, Lengua de Trapo y poco más (bueno, Tropo también, alternando estupideces con obras grandes). Luego llega la segunda división y los campos de tierra de las antologías de temporada. Si no quieres, cuchitril, no lo publiques, que quede entre tú y yo. Saludos hasta el gorro de chorradas.

  • Cities: Walking noviembre 3, 2011en11:00 am

    Cuando el diablo se aburre mata moscas con el rabo

  • Palimp noviembre 3, 2011en12:08 pm

    Gracias por sus comentarios y por presuponer que esta reseña es decente, ahora que las señoritas decentes han pasado de moda bien está que las reseñas lo sean. Pero ¿objetiva? dudo que haya alguien capaz de escribir una. Yo no, desde luego, soy esclavo de mis gustos y no quiero señalar a los dos cuentos que me han parecido flojos y decirles: ¡todos son buenos menos vosotros! Sobre todo porque a lo mejor sí lo son y soy yo el que no sabe apreciarlos. Así que me seguiré guardando esa información.

    La antología Siglo XXI, como ya dije en su momento, me parece la mejor en su campo. Presenta una panorama completa y una calidad muy alta. No está por debajo de ninguna expectativa mía. Pero, y eso es lo que indico en el texto, la cantidad suele estar reñida con la calidad, y si quieres meter 35 cuentos que sean representativos alguno mediocre se te va a colar. Cosa que en ésta no ocurre.

    No sé si hay una tendencia que entroniza cada nueva antología, desde luego aquí no será, porque novedades, en este cuchitril, pocas. Tampoco hago aquí divisiones de cabras y corderos, y mucho menos por motivos de amistad.

    Más de una vez he recibido comentarios criticando mi neutralidad a causa de amiguismos. Reconozco que me halaga que me imaginen partícipe de cenáculos literarios, pero lo cierto es que en este mundillo no conozco a nadie. Facebook ha devaluado mucho la palabra amigo, y si bien he compartido en tres ocasiones una cerveza con Matías Candeira soy más admirador que amigo. Con Sergi Bellver he coincidido un par de veces y a Javier Avilés lo conozco por leer su blog. Con ninguno tengo tanta confianza como para que me ayudaran a hacer una mudanza, y al resto no los conozco ni de vista.

    Tampoco adulo a nadie con la esperanza de futuras recompensas, que me publiquen o que me den trabajo. Soy lector, no escritor, y me gano la vida bastante bien en un campo muy alejado de la literatura. Alguna vez me regalan algún libro para que lo reseñe por aquí, pero éste lo pagué de mi bolsillo. Con esto quiero decir que no hay ningún interés en mi entrada, si bien es usted libre de creerlo o no. Yo duermo muy tranquilo por las noches.

    Lo que si me empieza a oler a chamusquina es la cantidad de gente que se dedica a criticarme cada vez que pongo bien algunas novedades patrias, pero que no dice nada cuando alabo libros viejos. De esta antología me soprendió su alta calidad, que muchos de los relatos que he leído aquí son de lo mejor que he leído este año, y su una consistencia fuera de lo común. Si el mérito es de los antologuistas, del tema o de los autores no lo sé. Yo la he puesto por las nubes por estas razones ¿Cuales son las suyas para criticarla?

  • Luis noviembre 3, 2011en6:55 pm

    […fragmento eliminado por el administrador del blog…]
    Cuchitril, la vida pública de los blogs es asín: tú recetas y el paciente pude quejarse de que el jarabe no sólo no le ha quitado la tos sino que le ha dejado un sarpullido de cojones.
    Saludos.

  • Palimp noviembre 3, 2011en7:32 pm

    Luis, usted puede quejarse de lo que quiera, está en su derecho, y el mío es replicarle. Lo que no le voy a consentir es que insulte a mis invitados. A mí puede llamarme lo que quiera, de tonto p’abajo. Pero si se mete con quien aquí comenta, sacaré las tijeras. Respecto al sarpullido, no se rasque, que le picará más.

  • Cities: Walking noviembre 4, 2011en1:18 pm

    ¿Hostilidad en los blogs al amparo del anonimato? ¿En serio?

    😀

  • Palimp noviembre 5, 2011en5:35 pm

    Hasta hace poco sólo tenía comentarios airados cuando criticaba a algún libro de un autor consagrado o de fama. Sus admiradores me ponían de chupa de dómine por no saber admirar su excelsa prosa, o incluso cuando en su opinión no alababa al libro lo suficiente.

    Pensaba que si dejaba en buen lugar a un libro que a alguien no le había gustado no aparecían esos comentarios por la siguiente ecuación: si ponen mal a un libro que me gusta, me están diciendo que tengo mal gusto y tengo que defenderme. Si ponen bien un libro que no me gusta, pobrecito, no tiene gusto, pero tampoco me voy a ensañar con él.

    Pero no contaba con el mundillo literario y sus envidias. Ahora, cuando alabo algún libro actual de producción patria, siempre sale alguno a decir que no es para tanto, que están sobrevalorados, que mi crítica está motivada porque son amigos míos, etcétera, etcétera.

    País.

  • Cities: Walking noviembre 7, 2011en2:24 pm

    Es perfectamente respetable que no comulguen con tus opiniones, pero les pierden las formas, con lo cual desaparece toda la credibilidad.

    Pero vamos, que eso va a seguir siendo así in secula seculorum

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