Samuel Beckett. Fin de partida.

mayo 16, 2011

Bibliotex, 1999. 92 páginas.
Tit. Or. Fin de partie. trad. Ana Mª moix.

Samuel Beckett, Fin de partida
Soledad

El problema de Beckett es haber escrito una obra tan perfecta e influyente como Esperando a Godot. Una obra que no me canso de ver y de leer. Pero el resto de su producción también es muy bueno, como este Fin de partida, que hasta tiene su entrada en la wikipedia.

En un paisaje gris, rodeados de nada, Ham y su criado Clov parecen esperar que se apague el mundo entre discusiones, diálogos absurdos y breves interrupciones de los padres de Ham -que están dentro de dos cubos de basura.

Es inevitable que veamos un paisaje post-apocalíptico, aunque el autor negó siempre esa interpretación. Pero para nuestra sensibilidad esa ambientación es inequívoca, incluso si su simbolismo es otro. La obra comienza, casi de pasada, con una paradoja matemática:

Terminó, se terminó, va a terminar, quizá esté por terminar. (Pausa.) Los granos se unen a los granos, uno a uno, y un día, de pronto, forman un montón, un pequeño montón, el imposible montón.

Hace referencia al hecho de que si no tenemos granos suficientes como para formar un montón, añadiendo uno tampoco lo tendremos. Pero la realidad es que si vamos añadiendo un grano, al final acabará apareciendo el montón. Aunque aquí más que añadir parece que estemos restando personajes, lo que uno imagina es que si vamos quitando a la gente, poco a poco, todo terminará y llegará el fin. De una partida de la que todavía no conocemos las reglas.

Otra reseña: Samuel Beckett, Fin de partida


Extracto:[-]

Un cuarto sin muebles. Luz cenicienta.

En las paredes de la derecha y de la izquierda, hacia el fondo, dos ventanitas muy altas, con las cortinas corridas.

A la derecha, en el proscenio, una puerta. En la pared, junto a la puerta, un cuadro dado vuelta. En el proscenio, a la izquierda, dos tachos de basura, muy juntos, cubiertos con una vieja sábana. En el centro, cubierto con una vieja sábana, sentado en una silla de ruedas, está Hamm. Clov, inmóvil al lado de la silla, lo mira. Tez muy roja.

Clov va a colocarse bajo la ventana de la izquierda. Camina en forma rígida y vacilante. Mira la ventana de la izquierda con la cabeza echada hacia atrás. Vuelve la cabeza, mira la ventana de la derecha. Se coloca bajo la ventana de la derecha. Mira la ventana con la cabeza echada hacia atrás. Vuelve la cabeza y mira la ventana de la izquierda. Sale, regresa en seguida con una escalerilla, la coloca bajo la ventana de la izquierda, sube, corre la cortina. Baja, camina seis pasos hacia la ventana de la derecha, regresa, toma la escalerilla, la coloca bajo la ventana de la derecha, sube, corre la cortina. Baja, camina tres pasos hacia la ventana de la izquierda, regresa, toma la escalerilla, la coloca bajo la ventana de la izquierda, sube, mira por la ventana. Risa breve. Baja, da un paso hacia la ventana de la derecha,regresa, toma la escalerilla, la coloca bajo la ventana de la derecha. Sube, mira por la ventana. Risa breve. Baja, se dirige hacia los tachos de basura, regresa a tomar la escalerilla. La toma, cambia de idea, la deja, va hacia los tachos de basura, quita el trapo que los cubre, lo pliega cuidadosamente y se lo coloca bajo el brazo. Levanta la tapa de uno de los tachos, se inclina y mira dentro. Risa breve. Lo tapa. Hace lo mismo con el otro. Va hacia Hamm, quita el trapo que lo cubre, lo pliega cuidadosamente y se lo coloca bajo el brazo. Hamm parece dormir. Viste robe de chambre, solideo de fieltro y gruesas pantuflas, un gran pañuelo manchado de sangre le cubre la cara, de su cuello cuelga un silbato. Tiene una manta sobre las rodillas. Clov lo mira. Risa breve. Va hacia la puerta, se detiene, se vuelve, contempla la escena, se vuelve hacia la sala.
CLOV

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