Paolo Bacigalupi. La chica mecánica.

abril 15, 2012

Paolo Bacigalupi, La chica mecánica
Mondadori, 2011. 538 páginas.
Tit. Or. The windup girl. Trad. Manuel de los Reyes.

Tenía ganas de leer este libro, del que había leído todo tipo de críticas, en general entusiastas, lo pedí para Reyes y como me había portado bien, me lo trajeron.

Lo mejor es la ambientación. El cambio climático es un hecho y los océanos han subido de nivel. No hay nada de petróleo y carbón, poco, reservado para usos militares o gente adinerada. La gente quema metano -obtenido del estiércol- y la tracción animal y humana proporciona la fuerza motriz, almacenada en muelles. Varias epidemias han asolado el planeta y la agricultura, las semillas de arroz y trigo resistentes las venden grandes corporaciones. En este entorno la situación se sitúa en Tailandia, que se mantiene independiente pese a los problemas, aunque en un delicado equilibrio.

Con la tapadera de una fábrica de muelles un agente de la poderosa Agrigen, multinacional agrícola americana, intentará averiguar si Tailandia cuenta con un banco de semillas que podría darles un beneficio económico inmenso.

Los detalles hacen muy creíble este futuro no muy lejano, y la trama no carece de una acción que se va haciendo trepidante a medida que se acerca el final. Pero sin negar sus virtudes por momentos me parecía que la novela no se dirigía a ninguna parte y que los acontecimientos se iban precipitando sin ilación. Pero consigue lo que debe hacer la buena ciencia ficción, transmitir un futuro creíble y sumergirnos en él.

Buena y entusiasta reseña, que comparto casi por completo aquí: La chica mecánica. Al leer el final puede adivinarse una continuación.

Calificación: Muy bueno.

Un día, un libro (228/365)

Extracto:
Emiko moja los labios en el whisky, deseando estar ebria, mientras espera a que Kannika le indique que ha llegado el momento de la humillación. Una parte de su ser sigue rebelándose, pero el resto (la parte que está sentada con la diminuta chaquetilla que le deja el torso al descubierto, la ceñida falda pha sin y un vaso de whisky en la mano) no tiene fuerzas para oponer resistencia.

Se pregunta entonces si no será al revés, si no es posible que la parte que pugna por conservar un ápice de dignidad sea la misma que busca destruirla. Si no es posible que su cuerpo, esta colección de células y ADN manipulado (con sus propias necesidades, más poderosas y prácticas), sea el verdadero superviviente: el único con voluntad.

¿No es ese el motivo de que esté aquí sentada, escuchando la cadencia de las porras contra la carne y los alaridos de pi klang mientras las chicas se retuercen bajo las luciérnagas, incitadas por los gritos de los hombres y de las putas? ¿Es porque carece de la voluntad necesaria para morir? ¿O porque es demasiado obstinada para consentirlo?

Raleigh sostiene que todo llega en ciclos, como la subida y la bajada de las mareas en las playas de Koh Samet, o la subida y la bajada de una polla ante una chica bonita. Raleigh pega palmaditas en las nalgas desnudas de las muchachas, se ríe con los chistes de la última oleada de gaijin y le dice a Emiko que por raro que sea lo que quieran hacer con ella, el dinero es el dinero, y no hay nada nuevo bajo el sol. Y quizá tenga razón. Raleigh no le pide nada que no se haya pedido ya antes. Ninguno de los castigos que sea capaz de imaginar Kannika para lastimarla y hacerle llorar será realmente innovador. Solo que los alaridos y los gemidos esta vez escapan de una chica mecánica. En eso, al menos, radica la novedad.

«¡Mirad! ¡Es casi humana!»

Gendo-sama decía que era más que humana. Le acariciaba el pelo negro después de hacer el amor y decía que le parecía una lástima que los neoseres no fueran más respetados, y más todavía que sus movimientos jamás fueran fluidos. Pero aun así, ¿acaso no gozaba de una vista y una piel perfectas, de unos genes resistentes al cáncer y a todas las enfermedades? ¿Quién era ella para quejarse? Al menos su cabello no encanecería nunca, ni envejecería tan deprisa como él, pese a todas las operaciones, las pastillas, los ungüentos y las hierbas que lo mantenían joven.

4 comentarios

  • Mon abril 16, 2012en12:20 am

    Me alegro que te gustara.

    Un abrazo

  • David. abril 17, 2012en12:35 am

    Son buenas noticias para la ciencia ficción, siempre en la picota del debate de si está o no en horas bajas, que aparezca una gran novela y un autor joven promesa. Una pregunta tan solo, que yo aún no le he leído, ¿dirías que es cf hard, tipo Egan, Baxter; o más bien una space opera? Saludos.

  • Palimp abril 17, 2012en9:16 am

    Mon, me gustó mucho.

    David, es más tipo ciberpunk, pero cambiando el ambiente informático y de tecnología virtual por una visión más sucia e industrial de la ingeniería genética con un mundo a lo madmax de escasez de combustible.

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