P.A. Balcells. Autoretrato de Mozart.

julio 9, 2008

El acantilado, 2000. 458 páginas.

P.A. Balcells, Autoretrato de Mozart
Epistolario de un genio

Mozart fue todo un personaje. Pese a morir muy joven, con apenas 35 años, nos ha dejado una obra de innegable talento. Además fue un virtuoso, algo que demostró desde muy tierna edad; por suerte para él no fue tan sólo un niño prodigio. Por desgracia su genio musical estaba unido a un carácter infantil que le trajo no pocos disgustos.

Este libro construye su biografía y carácter a través de una selección de sus cartas. Cuando empecé el libro pensé ¡Horror! Una aburrida recopilación epistolar. Pero nada de eso; tenía que confiar en el buen juicio de la editorial Acantilado. El autor nos presenta una semblanza espléndida de Mozart, apoyado por las propias palabras del autor. El resultado es un retrato fidedigno y muy entretenido.

Además nos ofrece, de propina, una visión de la época a través de los ojos del músico. ¿Sabían que la venta de gafas de sol para ver eclipses ya estaba de moda en la antigüedad?

Decididamente, los necios no son inteligentes en ninguna parte. En apariencia, de París está desterrada toda superstición, e incluso llegan a considerar supersticiosos muchos mandamientos eclesiásticos. Y, figuraos: ¡un eclipse puede » convertirse en París en motivo de alarma general! Desde hace 14 días, los vidrieros de París han ido recogiendo todos los trozos de cristales rotos que han encontrado, […] los han hecho teñir de azul, o más bien de negro, les han decorado los bordes con papeJ dorado y los han puesto a la venta […]. Esto no es todavía ninguna superstición—pero que la gente corriera por la mañana temprano a las iglesias para encontrar protección segura contra el envenenamiento del aire que había de provocar este eclipse, que todo el mundo dijera y creyera que, a causa de esto, a las 9 habría la última misa porque después serían cerradas todas las iglesias, que este eclipse sería tan grave que había que temer en el futuro una peste, que durante tres horas enteras sería tan oscuro que la gente tendría que usar candelabros, y cien cosas más, eso sí que son sin duda vulgares supersticiones. […]. Los vidrieros , no han hecho sus vidrios en vano; pero los compradores han gastado en vano su dinero. Ha habido una fuerte tempestad, e incluso así no estaba más oscuro que cuando empieza a caer la tarde.

Aunque Mozart tuviera facilidad para el piano, dedicaba muchas horas a practicar:

Miró inmóvil mis dedos cuando toqué para él. Después no paraba de repetir: «¡Dios mío! Los esfuerzos que debo hacer yo, y los sudores que me cuestan, y no obstante no obtengo ningún éxito, y para vos, amigo mío, parece que todo sea un juego.» «Sí—dije—, yo también tuve que esforzarme, para no tener ahora que esforzarme más.»

Un libro que me ha resultado tan ilustrativo como instructivo. Muy bueno.

Escuchando: Something Beautiful. Clem Snide.


Extracto:[-]

Despedirse de la primita también resultaba a veces trabajoso:

Adiós Basle. Soy, era, sería, he sido, fui, hubiera sido, ¡oh!, si yo fuera, ¡oh!, si yo pudiera ser, Dios quisiera que yo fuera, llegaría a ser, seré, si tuviera que ser, ¡oh!, si pudiera llegar a ser, habría sido, habré sido, ¡oh!, si hubiera sido, ¡oh!, como me hubiera gustado ser, quisiera Dios que yo hubiera sido, ¿qué?—un monigote.

Era otra de las bufonescas maneras que tenía de autocalificarse, usada en este caso para defraudar burlescamente la tan solicitada solidaridad del lector. Pero no siempre se trataba de fingidas lamentaciones, sino a veces incluso de vehementes protestas. Entonces la repetición servía para revestir de forma exuberante el impulso de la blasfemia:

¡Rayos y truenos de mil sacristías, croatas de miseria, diablos, brujas, harpías, batallones de cruzados sin fin, maldición de elementos, aire, agua, tierra, fuego, Europa, Asia, África y América, jesuitas, agustinos, benedictinos, capuchinos, minoristas, franciscanos, dominicanos, cartujos y caballeros de la Santa Cruz, canónigos regulares e irregulares, y todos los haraganes, miserables, canallas, verdugos y cabritos uno encima del otro, asnos, búfalos, bueyes, locos, estúpidos y cretinos! ¿Qué son estas maneras, 4 soldados y 3 bandoleras?—¿un paquete así y ningún retrato?—ya estaba lleno de ansia—creía que con seguridad—ya que vos misma me escribisteis no hace mucho que muy pronto, sí, muy pronto, lo recibiría […]. Bien pues, os lo pido, enviádmelo, y cuanto antes mejor. Espero que sea como yo lo pedí, es decir, en vestido francés.

Mozart quería el retrato de su primita en indumentaria francesa porque consideraba que, vestida así, su aspecto mejoraba, y no se puede decir que tuviera una idea borrosa de la medida de esta mejora; tres semanas antes había escrito a su padre:

Mi primita, para darme gusto, se ha vestido a la francesa. De esta manera está un 5 por ciento más guapa.

Podemos imaginar que el porcentaje al cual añadir este 5 por ciento debía de ser ya notablemente jugoso como para justificar, con la suma, tan irascible decepción. Más adelante no dejará de aparecer alguna otra muestra de su curiosa manera de «ligar»; de momento, la colección de truculencias lingüísticas continúa, y además de forma acumulada. Ya ha quedado bien de manifiesto el gusto por repetir, o por remover y revolver una misma idea. Ahora, al despedirse de su hermana, parece que por momentos vuelva a patinar, pero consigue restablecer el equilibrio. A continuación introduce los nuevos motivos de farsa:

No me tomaré a mal que mi insignificante amigo no me haya respondido; tan pronto como tenga tiempo, ciertamente, por cierto, sin duda, seguro y puntualmente me responderá. Mis cumplidos a todos los buenos amigos y amigas. Beso la mano de mamá. Dios a, y novéame pronto alguna escribidura. La Alemania del correo todavía no ha llegado.
Oidda
Siempre como soy
MOZART WOLFGANG
Milano ne, 2771 ed noviembre ed 12

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