Neil Gaiman. Objetos frágiles.

enero 20, 2012

Neil Gaiman, Objetos frágiles
Roca, 2008. 448 páginas.
Tot. Or. Fragile Things. Trad. Mónica Faerna.
Oscuros

Se lo regalé a mi mujer y luego lo leí yo: ventajas de regalar libros. Una colección de relatos que listo a continuación:

Estudio en esmeralda
La danza de las hadas
La presidencia de Octubre
La habitación Oculta
Las esposas prohibidas de los siervos sin rostro de la secreta morada de la noche
Por la senda del recuerdo
Hora de cierre
Renacer Salvaje
Amargo despertar
Los otros
Recuerdos de familia y otros tesoros
Los niños buenos mereces favores
La verdad sobre el caso de la desaparición de la señorita Finch
Niñas extrañas
Corazón de Arlequín
Rizos
El problema de Susan
Instrucciones
¿Cómo crees que me siento?
Mi vida
Quince cartas de un tarot vampírico
Alimentadores y alimentados
Crup del hipocondríaco
Al final de los tiempos
Goliat
Fragmentos de un diario encontrado en una caja de zapatos olvidada en un autobús de linea en algún punto entre Tulsa, Oklahoma y Louisville, Kentucky
Cómo hablar con las chicas en las fiestas
El día de los platillos volantes
El pájaro del Sol
Inventando a Aladino
El monarca de la cañada

Hay tantos porque el libro es un poco cajón de sastre y se incluyen poemas, textos breves que son casi reflexiones, etcétera. Me decepcionó; esperaba más del autor. Los mejores son los que tienen un trasfondo oscuro y tenebroso. Con la distancia pensé que quizás el libro es mejor que lo que recordaba, pero creo que no. El cuento que más me gustó es el último, que es un descarte de American Gods, novela que tampoco me parece de lo mejor del autor.

Otras reseñas aquí: Objetos frágiles, Objetos frágiles.

Calificación: Esperaba más.

Un día, un libro (142/365)

Extractos:
A mís hijos les encanta escuchar historias de cuando yo era niño: «Aquella vez que papá amenazó a un guardia de tráfico con arrestarle», «El día que le rompí los dientes a mi hermana dos veces», «Cuando fingía ser dos hermanos gemelos» e, incluso, «El día que maté al jerbo sin querer».
La historia a continuación no se la he contado nunca. Me resultaría francamente difícil explicaros exactamente por qué no.
Cuando tenía nueve años, en el colegio nos pidieron que escogiéramos el instrumento musical que más nos gustara. Hubo algunos que escogieron el violín, el clarinete o el oboe. Otros se inclinaron por los timbales, el pianoforte o la viola.
Yo era algo canijo para mi edad y fui el único en toda primaria que escogió el contrabajo, más que nada porque me encantaba lo incongruente de aquella idea. Me divertía imaginarme tocando un instrumento mucho más grande que yo y llevándolo de aquí para allá.
El contrabajo pertenecía al colegio, y me causó una profunda impresión. Aprendí a saludar, aunque no me interesaban mucho las técnicas del saludo, prefería pulsar con mis dedos aquellas gruesas cuerdas metálicas. El dedo índice de mi mano derecha estaba permanentemente lleno de ampollas blanquecinas que acabaron haciendo callo.
Disfrutaba como un enano estudiando la historia del contrabajo: descubrí que no pertenecía a la misma familia que los violines, la viola y el violonchelo; sus curvas eran más suaves, más delicadas, más pronunciadas; de hecho, era el último superviviente de una familia de instrumentos ya extinguida, la del violón o, hablando con propiedad, la del contrabajo de violón.

2 comentarios

  • panta enero 20, 2012en11:54 pm

    Ajjj… ¡sacrilegio!¡Disiento!
    ahora en serio, no recuerdo del libro casi nada, después de este leí ‘los hijos de Anansi’ y olvidé cualquier defecto que pudiese tener.Creo recordar un cuento como una especie de ceremonia en una isla donde aparecía un personaje que ya había asomado en otro anterior, pero todo son brumas (lo malo de no reseñar casi nuca es que olvidas con mayor facilidad)

    Es verdad que Gaiman tiene una virtud especial para hacer de lo misterioso-aterrador algo cercano.

    Saludos

    PD: dentro de poco gracias a alguien que conozco 😉 estaré en mejores condiciones de darte la réplica respecto a ‘American Gods’

  • Palimp enero 25, 2012en5:54 pm

    Ves, no lo recuerdas 🙂

    El cuento que dices es el final, el descarte de ‘American Gods’, con lo que casi me das la razón.

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