Meetup In vino veritas

abril 10, 2018

El pasado sábado, 7 de abril, celebramos el primer encuentro literario In vino veritas, un taller de escritura creativa en vivo con diferentes secciones y retos. Asistieron 12 personas -límite de aforo- y contamos sucesos vergonzosos, escribimos sobre personajes en paisajes con sentimientos, hicimos bibliomancia y una serie de continuar la historia. Todo esto regado por unas copitas de vino o de refrescos. Nos lo pasamos muy bien.

A mí me tocó escribir sobre un callista birmano bizco adicto al kick boxing, en una casa con corral y con sentimientos lascivos. El resultado fue el siguiente:

Parafilia

Yo quería ser campeón de Kick-boxing. O, por lo menos, ganarme la vida como profesional. Pero no pudo ser. Claro, era incapaz de fijar la atención. Tenía buena pegada, casi mortal, pero no acertaba casi nunca. Ahora sólo lucho para mantenerme en forma.
Acabñe de callista porque en este país, si eres oriental, sólo puedes dedicarte a los pies. Fue una suerte. El primer pie femenino que traté me volvió loco. Se me puso dura como el acero. Cada chac de la piedra era un espasmo en mi entrepierna. Aquí mis ojos son una ventaja. Con uno me deleito en el pie, y con el otro vigilo a la dueña.
Finalmente soy feliz, con mi gallinas, en esta casa grande donde puedo atender a mis clientas habituales. Algunas, en ocasiones, se quedan un ratito de más.

Aquí algunas fotos de la sesión:

Fotos In Vino veritas

Y el relato conjunto:

Era una noche fría y tormentosa. Las gotas de lluvia golpeaban en el cristal. Sintió un escalofrío, se acerco a la chimenea y puso otro tronco. Bebió un sorbo del vaso y empezó a entrar en calor. Entonces recordó la úotima vez que se vieron en la estación cuando su hermanana y su madre le despdedieron, justo después dell entieero del padre de su mejor amigo y de su antiguo jefe aquelmalvado ser abyecto que l único que había hecho en de whiskuu vida fue explotar a aquel grupo de personas que salían de la prisión.
Se sirvió otro vaso de whisky. Se sentó en el sofá de delante de la chimenea y empezó a romper las páginas del libro y a tirarlas indolentemente al fuego. Si crispear la hacia sentirse viva que nunca. En aquel momento le apeteció escribir. Y escribió estas palabras; y mientras tanto en este lapso de tiempo, escribo te escribo, palabras que se desvanecen en un horizonte de aquello que no es y sin embargo fue. Fuera del hoy estaba ausente, de hecho siempre le había gustado ausentarse de sí misma huir quizá de aquel pasado que quería olvidar y dejar atrás y olvidar de nuevo, las veces que fuese necesarias…
Toc. Toc.
¿Cómo que “toc, toc”? En la cabaña, alejada de toda civilización, lejos de carreteras y autopistas…
Toc. Toc.
“No me j…”. Fue a abrir la puerta, con el temblor adueñándose de las piernas. “Será el whisky”.
“Ábreme, Lucía, que no soy el cartero…”.
Muerta de miedo porque el pasado volvía a visitarla. ¿Qué podía hacer? Salir volando por la ventana, quizá, pero tampoco quería que los lugareños se diesen cuenta de que escondía un secreto de aquel calibre.
Correcto! Ella, aunque no lo aparentara, era una bruja a la antigua usanza, de las clásicas vamos, de ésas que salían volando por las ventanas y….
“Socorro!” Ese grito la despertó de golpe. Había estado soñando con esa extrañísima historia!! Estaba en su cama, la de toda la vida. Y ni había muerto su padre ni se había dedicado a quemar libros. Pero recordaba aún a el héroe imposible del sueño, le vino a la memoria una canción estúpida, holding out for a hero, de Bonnie Tyler. Su puta madre! Así me ha ido a mi en la voida con los tíos, los putos heores, dame un hombre como dios manda, joder! En fin!
Me pusé a escribir de repente, dando rienda suelta a todo lo que el sueño me había inspirado. Sueños siiestros, imágenes aterradoras de brujas y fantasmas que se presentaban desde el pasado para asustarme y recordarme que estaba sola.
De repente estalló un trueno y sentí que se me encogía el corazón. Una ventana se abrió de repente y entró un ave. Era una especie de urraca extraña. En su pico llevaba un papel. Me acerqué con el corazón saltando fuetemente dentro de mi pecho. Cogí el papel que llevaba en su pico. Lo abri y empecé a leer uno de aquellos poemas que mi hermana había escrito cuando era pequeña. Aquellos días de verano parecían eternos. Pero no dejaría a nadia arrebatármelos. Esas memorias eran mias. Para siempre. Y aunque ella había crecido y cambiado para siempre, y ya nada nos unía, aquellos paseos por el parque por las mañanas, los helados de pistacho que se derretían y comíamos con tantas ganas siempre. Decididamente había sido una mala idea aislarse en aquella cabaña, el ataque de nostalgia, los recuerdos de su famila, los wiskis de la noche, y ese cuervo que había entrado. Eso si que era real, ey debía indicar alguna cosa. Como un mal presagio. La urraca era como en ese cuento de poe.

Querido o querida Ckochard si por casualidad has venido a dar con tus huesos a este bosque y por casualidad tiene el fortunio(O INFORTUNIO9 de encontrar este escrito, no pienses que ya estás edn un Deleirum Tremens, simplemente es quelo escribieron 22 manos y con sus correspondientes vasos de un infame tintorrito que nos dejó a todos a punto del aquelarre, lo de la bruja aun estamos dilucidando si era verdad o no. CaGONENLApUTA SIEMPRE ME PASO LO MISMO.

Un comentario

  • Miriam abril 12, 2018en4:44 pm

    madre del amor hermoso!!! Cómo se nos va la pinza.

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