Lorenzo Silva. El alquimista impaciente.

junio 9, 2010

Planeta-DeAgostini, 2000. 282 páginas.

Lorenzo Silva, El alquimista impaciente
Buscando a la víctima

No es la primera vez que hablo aquí de Lorenzo Silva. Me metió el gusanillo JJ y mi hermano acabó de rematarlo regalándome dos libros suyos. Éste se lo he robado a mi suegra.

Ha aparecido un cadaver sin violencia en un hotel de carretera, en una postura comprometida. No se sabe si ha sido una muerte accidental en un juego sexual o si se trata de un asesinato. El muerto trabajaba en una central nuclear de las cercanías. Desvelar este misterio requerirá de la paciencia de los alquimistas.

De momento este me parece el libro más redondo del autor y no es de extrañar que se haya realizado una adaptación cinematográfica. La historia engancha y la resolución es original sin ser rebuscada, algo que le va muy bien a la pareja de protagonistas. Pueden leer un análisis más denso aquí, El alquimista impaciente.

Descárgalo gratis:

Silva, Lorenzo – El Alquimista Impaciente.pdf

(Te hará falta el programa EMule)


Extracto:[-]

Aquel mediodía nos reunimos a comer con Marche-na y su gente. El almuerzo, en la propia casa-cuartel, lo aprovechamos para ponernos recíprocamente al corriente de nuestros respectivos avances, suponiendo que merecieran tan benévolo nombre. Después de la entrevista con la viuda, la sensación que teníamos Chamorro y yo era más bien desastrosa.

Marchena y sus hombres, por su parte, se habían entregado a buscar con ahínco a algún testigo que pudiera dar razón de los últimos movimientos del difunto. Conforme a las instrucciones del comandante, que yo les había transmitido obedientemente, habían puesto especial celo en tratar de conseguir alguna información acerca de la dichosa rubia.

De acuerdo con los datos que obraban en nuestro poder, los últimos que habían visto con vida a Trinidad, sin contar al recepcionista del motel, eran los de seguridad de la central, que le habían levantado la barrera para dejarle salir a las 18.05. Blanca Diez aseguraba que esa tarde no había vuelto por casa, así que el agujero negro se extendía desde entonces hasta las 0.15, hora aproximada de su llegada al motel, según el testimonio del recepcionista. Nuestros compañeros se habían empleado a fondo para tratar de rellenar ese hueco, pero todos sus esfuerzos habían resultado baldíos.
-Nadie le vio en esas seis horas -concluyó Marchena-. Ni en este pueblo ni el otro, donde vivía. Casi hemos ido puerta por puerta preguntando. Y en cuanto al asunto de la rubia, lo único que hemos conseguido es que se nos descojonaran todos. Cono, uno ochenta; ya lo creo que me acordaría. Te aseguro que al cuarto chistoso se te quitan las ganas de insistir.

-Ya me hago cargo -dije, mirando al techo.

La situación era comprometida. Allí estábamos, con la cabeza caliente y los pies fríos, sin saber muy bien a dónde apuntar. Había llegado al fin el momento temible, ése en el que uno se da cuenta de que la caja de cerillas está vacía y se pregunta con qué demonios va a prender la lumbre. El silencio que se apoderó de la habitación, y que se prolongó durante unos segundos interminables, era la mejor expresión de nuestra zozobra.

-Lo que yo tengo claro -acabó saltando Marchena-, es que esa tarde debió de irse de la comarca. A Guada-lajara, o incluso a Madrid. Es una hora de ida y otra de vuelta. Le sobraron cuatro para hacer el granuja.

-Eso nos proporcionaría una explicación para la chica -reconocí.

-Y un problema pistonudo -juzgó Chamorro-. Aquí no habría donde esconderla, pero en Madrid ya podemos echarle un galgo.

Compartía el disgusto de Chamorro. Ser un policía rural presenta sus inconvenientes, por ejemplo una indudable falta de glamour en muchas de las faenas que uno se tiene que echar a la cara. Sólo hay que fijarse en esas peleas a escopetazos que se organizan en algunos pueblos de vez en cuando. Pero por otro lado tiene la ventaja de que uno se mueve por ámbitos reducidos, donde nadie pasa desapercibido jamás.

3 comentarios

  • Diego junio 9, 2010en4:12 pm

    Pues, a mi ya no me queda nada por leer del Silva. Me gusta, sobre todo para el verano.

    Y, como anécdota absurda, te diré que precisamente ayer me dio por por poner al Chamorro y Bevilaqua haciendo un cameo literario en una cosilla que ando escribiendo.

    Ah, y devuelve el libro a tu suegra, si es que….

  • JJ junio 13, 2010en8:29 am

    A mi también me parece de los mejores, tanto en el estilo, como en el ritmo, como en la resolución. Pero tampoco he leído el último, que acaba de salir.

  • Palimp junio 14, 2010en6:47 pm

    A mí todavía me quedan… así que cuando caigan a disfrutar.

    JJ, ya escribirás tu opinión cuando lo leas.

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