Ivo Andric. Un puente sobre el Drina.

junio 3, 2012

Ivo Andric, Un puente sobre el Drina
DeBols!llo, 2010. 500 páginas.
Tit. Or. No Drini Cuprija. Trad. Luis del Castillo Aragón, revisión René Palacios More.

Había leído muchas recomendaciones sobre este libro y lo encontré por casualidad en un sitio de intercambio, es decir, me salió gratis. El autor fue premio Nobel de literatura de 1961, algo que no siempre significa algo.

El libro gira alrededor del puente construído sobre el Drina (pueden verse fotos en google: Drini cuprija), desde su construcción y las leyendas que se tejen a su alrededor, hasta el comienzo de la primera guerra mundial. Una población en la frontera entre el mundo cristiano e islámico, que como sabemos acabó con una guerra terrible.

Las frases de contraportada son un género aparte, pero cuando en este libro ves un solitario:

Sabiduría en estado puro

Te alarmas ¿Es lo mejor que han encontrado? Leyendo el libro se entiende. Está bien escrito, las historias son atractivas, con ecos de narración oral, tiene fragmentos muy interesantes, pero sin más. No hay un estilo deslumbrante. Me ha resultado bastante normalillo.

Vamos, que está bien, pero tanto como para el nobel, en mi humilde opinión, no. Comparado con un Faulkner, por poner un ejemplo de la misma época, sabe a poco.

Calificación: Se deja leer.

Un día, un libro (276/365)

Extractos:
Stikovic, que habitualmente llevaba las riendas de la conversación, aquella noche estaba callado y fumaba. Se sentía turbado y, en su fuero interno, descontento; pero ocultaba su mal humor como ocultaba siempre sus verdaderos sentimientos, sin lograr nunca esconderlos del todo. Aquella misma tarde había tenido su primera cita con Zorka la maestra, una muchacha interesante, bien formada, de tez pálida y ojos ardientes. A instancias de Stikovic, habían hecho lo que, en una pequeña ciudad, resultaba más difícil para un muchacho y una muchacha: reunirse en un lugar escondido sin que nadie los viera ni lo supiese. Se encontraron en la escuela que, durante las vacaciones, estaba completamente desierta. Él entró por una calle, cruzando el jardín, y ella por la otra, utilizando la entrada principal. Se vieron en una habitación medio a oscuras, polvorienta, en la cual se hallaban apilados, hasta el techo, los bancos de la escuela. Y es que la pasión amorosa se ve obligada a menudo a buscar lugares perdidos y feos. No pudieron sentarse ni tumbarse. Los dos se sentían emocionados y torpes. Inundados por el deseo, fogosos, se besaron y abrazaron sobre uno de aquellos bancos gastados, tan familiares a Zorka. No apreciaron nada de cuanto les rodeaba. Fue él quien satisfizo primero su deseo. Inmediatamente, de un modo torpe, sin transición, como es corriente entre los muchachos, se puso la ropa y se despidió. La chica empezó a llorar. La desilusión fue recíproca. Cuando Stikovic logró calmarla como pudo, se marchó, huyó casi, en dirección a la salida excusada.

—Escucho con atención todas esas discusiones y os escucho a vosotros y a las demás personas instruidas de la ciudad; leo periódicos y revistas. Y cuanto más os oigo, más me convenzo de que la mayoría de esas discusiones verbales o escritas no tienen ninguna relación con la vida ni con sus exigencias, ni con sus problemas reales. Porque la vida, la verdadera vida, la contemplo lo más cerca posible, la veo seguir su curso en los demás y la siento en mí mismo. Quizá me equivoque o no sepa expresarme bien, pero a menudo brota en mí el pensamiento de que el progreso técnico y la paz relativa del mundo han creado una especie de calma chicha, una atmósfera especial, irreal y ficticia en la que una cierta clase de gente, esa que han dado en llamar «los intelectuales», puede entregarse libremente a un juego, despreocupado y divertido, con las ideas y con «la visión de la vida y el mundo», algo así como un invernadero del espíritu en el que se mantiene una flora exótica, pero sin que exista ningún vínculo con la tierra, con ese fondo real y firme en el que se mueven las masas de seres vivos. Creéis que estáis discutiendo sobre el destino de esas masas y sobre el empleo que habéis de darles para que alcancen las metas que tenéis marcadas para ellas; pero en realidad el engranaje que da vueltas en vuestras cabezas no está relacionado en modo alguno con la vida de las masas, ni siquiera con la vida en general. Y en este punto, vuestro juego se vuelve peligroso, o al menos puede serlo tanto para vosotros como para ellos.
Glasichanin calló. Stikovic se sintió tan sorprendido ante aquella exposición larga y meditada que no pensó en interrumpir a su amigo, ni en contestarle. Tan sólo cuando oyó la palabra «peligroso» hizo un gesto irónico con la mano, que tuvo la virtud de irritar a Glasichanin, el cual prosiguió con más viveza:
—Te juro que, cuando se os escucha, podría creerse que todas las cuestiones han sido felizmente resueltas, y que todos los peligros se han desterrado para siempre, y que se han allanado todos los caminos y que ya solamente queda ponerse en marcha. Ahora bien, en la vida no hay nada resuelto ni puede resolverse nada fácilmente; ni existe la esperanza de una solución completa; muy por el contrario: todo es difícil y complicado, todo se paga con creces, y para alcanzar la meta hay que superar una serie de riesgos enormes, desproporcionados; no se ven por ninguna parte huellas de las atrevidas esperanzas de Herak ni de tus grandes perspectivas. El hombre se tortura durante toda su vida, nunca tiene lo que necesita ni, menos aún, lo que desea. Con teorías como las vuestras, se limita a satisfacer su eterna necesidad de juego, a halagar su vanidad, engañándose y engañando a los demás. Ésta es la verdad, o, si prefieres, lo que yo creo que es la verdad.

2 comentarios

  • madison junio 3, 2012en11:26 pm

    Yo disfruté con la lectura, creo que está muy bien escrito.
    Un abrazo

  • Palimp junio 6, 2012en11:33 am

    Yo también; me gustó sobre todo su retrato de generaciones y sus ecos de historias contadas al calor del fuego. Pero como para un nobel, no sé.

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