Ishmael Reed. Mumbo Jumbo.

noviembre 8, 2017

Ishmael Reed, Mumbo Jumbo
La fuga, 2016. 332 páginas.
Tit. Or. Mumbo Jumbo. Trad. Inga Pellisa.

Una extraña epidemia recorre Estados Unidos. Se trata del Jes Grew, una enfermedad que obliga a bailar y conduce al desenfreno. Para evitar el desastre se ponen en marcha diferentes fuerzas y facciones, desde Papa LaBas, doctor budú a Hinckle Von Vampton, uno de los últimos templarios. Un tablero de ajedrez lleno de personajes singulares y aventuras dislocadas.

Prosa fresca y torrencial, mestizaje del dadá parisiense y el jazz americano, fraseos libérrimos y neologismos saltarines. He reconocido muchas de las invenciones lingüísticas que ya había leído en otras obras.

No todo me ha parecido de la misma calidad, al final hay una reinterpretación de los mitos egipcios con una visión moderna que me ha parecido tediosa y sin mucho sentido. El encadenamiento de situaciones extremas no siempre tiene la misma calidad. Pero, al contrario de lo que me pasó con El tutú, aquí sí que hay una calidad literaria que merece la pena leer (y aprender).

Recomendable.

Abdul ve que no hay nadie en la puerta. Desprovisto de público, cambia de actitud. De pronto se vuelve cortés afable paciente razonable.
O.K. LaBas, Hermán, me habéis pillado. Johnny James, Southside Chicago. ¿Satisfechos? Yo no nací con el velo cubriéndome la frente, PaPa LaBas. Ni tampoco auguró mi llegada como auguró la tuya una adivina, Black Hermán, aquella vieja que predijo que serías «la maravilla de tu tiempo». No he desarrollado una psiquiatría Hudú como tú, PaPa LaBas, ni puedo hablar con los animales o gastar 2 veces el mismo dólar como has hecho tú, Hermán. ¿Comprendéis? Vosotros estáis enclaustrados protegidos por vuestros seguidores y benefactores y clientes, pero yo estoy fuera en la calle viendo cómo lo que en su día fue una bonita comunidad se convierte en una madriguera de esclavos. Está empezando a gotear gente llegada del Sur y apuesto a que antes o después va a haber un éxodo que rivalizará con el de Las Escrituras. ¿Quién va a ayudarlos? Ahora ha llegado el Polvo de la Felicidad. ¿Qué otras drogas extrañas y esclavizantes vendrán después? ¿Dónde va a trabajar está gente y quién los va a alimentar? ¿Qué comerán? ¿Incienso, velas? Quizás lo que decís sea cierto con respecto a la naturaleza de las religiones que existieron hace lOOOes de años, ¿pero cómo vamos a sobrevivir sin disciplina? Mirad: yo pasé 9 largos años en la cárcel por apuñalar a un hombre que pretendía desahuciar a mi madre porque ella no se lo quería follar. Entré en casa 1 día y ahí estaba él, mi madre medio desnuda y los dedazos mugrientos del tipo manoseando su carne. 9 años estuve en la trena, y 2 de ellos en una celda de aislamiento. Fue entonces cuando empecé a leer todo lo que me caía en las manos. Siempre me pregunté por qué los profesores del colegio nos lanzaban el conocimiento sin más, por qué no se preocupaban de si aprendíamos o no. Descubrí que ese conocimiento que habían convertido en cabala, una vez despojado de sus términos y códigos privados, de su jerga, se podía aprender en pocas semanas. No hacían falta 4 ;iños. Los 4 años de universidad se montaban así para que pudieran llevar a cabo un proceso en el que deshacerse de los rebeldes y los disidentes. A través de los estudios y del ritual académico el Hombre Blanco se asegura de obtener personas que trabajen para él. Ni una de ellas ha igualado la monumental obra de J. A. Rogers, el que fuera en su día mozo de la Pullman. Algunos que van por ahí con sus lítulos proclamando a gritos que son los Nuevos Negros no hacen más que servir al Hombre Blanco que les otorgó esos títulos, que los inició en su jerga y los juzgó «cualificados», o lo que es lo mismo, leales.


Ah… Creo que tendrías que preguntarles a PaPa LaBas o a Black Hermán. Verás, los Americanos no se saben toda la larga y tediosa lista de deidades y ritos como nos la sabemos nosotros. Lo suyo es la taquigrafía. Ese es el sistema con el que han sintetizado el Hudú del Vudú, su esencia bleeblop; han aislado el componente desconocido del que surgen los loas. El Ragtime. El Jazz. El Blues. Lo último. Esa forma de tocar el tambor con los labios cuando habláis. Ese es vuestro estilo. Habéis encontrado aquí una forma de arte experimental a la que todos nosotros creemos que merece la pena estar atentos. Así que no me preguntes a mí cómo coger el Jes Grew. Pregúntale a Louis Armstrong, a Bessie Smith, a tus poetas, tus pintores, tus músicos, pregúntales a ellos cómo cogerlo. Pregúntales a esos que sacuden las panderetas, inmunes a las burlas que les dispensan los Atonistas Negros y Blancos, mientras el fantasma de Europa hace tintinear sus cadenas por los pasillos desiertos de sus cerebros. Pregúntales a esos granujillas de color que «inventan» nuevos pasos de baile y al loa de ese cocinero Negro que escribió los últimos versos de The Bailad o/Jesse James. Pregúntale al hombre que, privado de una guitarra eléctrica, cogió una tabla de lavar y se puso a tocar con ella. Al Loco de las Rimas que se sienta en Remowto Misisipi y se pasa horas soltando «disparates». Al deslumbrante paródico socarrón picaro pre-Joyceano
juego estilístico de toma-y-daca de ultra-absurdo de vuestro Cakewalk vuestra Calenda vuestros Minstrels. Pregúntale a la gente que envuelve los peines con papel de cera y sopla a través de ellos. En otras palabras, Nathan, lo que quiero decirte es: Ábrete-Al-Aquí-Y-Ahora, y así conseguirás algo nacido de tu propia experiencia que el mundo entero admirará y necesitará. Pero vuestros músicos están muriendo vuestros novelistas viven exiliados por contar la verdad vuestros poetas empeñan sus abrigos por 10 dólares vuestra gente va por ahí hablando del movimiento de los Nuevos Negros pero no conocen a fondo a más de 2 escritores o a 1 solo pintor y cuando hablan de Scott Joplin el Apóstol del Ragtime veo la vergüenza en sus ojos. Mira, Nathan, nuestra nación desoyó las profecías de sus artistas y lo pagó caro. No

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