Herminio Almendros. Pueblos y Leyendas.

agosto 20, 2007

Editorial Seix Barral, 1961. 162 páginas.

Herminio Almendros, Pueblos y Leyendas
Los niños escogen

Me preguntaba si el autor de este libro tenía alguna relación con Nestor Almendros y resulta que sí; Herminio Almendros es su padre. Fue un pedagogo que escribió muchos libros para niños entre los que se cuenta este Pueblos y Leyendas

La idea es original; presentar diversos cuentos y leyendas de diferentes países a los niños y que ellos decidan cuales son los que les resultan más interesantes. En este libro se presenta la selección ganadora y se incluyen cuentos de Japón, China, India, Arabia, Rusia, Escandinavia, Países del Rin, las Islas Británicas, Francia, del Noroeste de Africa y de los negros de América. Como ven, una buena muestra.

Hay leyendas bastante flojas -como Los tres ladrones– pero en general todas resultan interesantes. Algunas, como Buen genio resultan muy divertidas. Otras, como Snegorochka (Niña de nieve) son tiernas y poéticas. No faltan las historias de pícaros, como La justicia del Cadí o Till Eulenspiegel.

No sólo para los niños están estas leyendas.

Escuchando: Dedicated to the one I love. The shirelles.


Extracto:[-]

En el hogar de la humilde aldeana brillaban unos troncos encendidos. Por la ventana entraba la luz fría de la mañana blanca de nieve. Los dos viejecitos se habían recogido al amor de la lumbre, y abuela Marocha rodeada de brasas la marmita donde bullía la sopa en un hervor lento.

Abuela Marucha estaba triste. Habían pasado los años encorvándola con su pesadumbre y blanqueando su cabeza con la nieve de los inviernos. Habían pasado los años llevándose la ilusión de los dos viejos: la ilusión de que les naciera un hijo que les hubiera llenado de alegría la vida.

El viejo Yuchko trajo un haz de palos secos para avivar el fuego. La cocina se llenó del rumor de la leña al arder. Fuera se oía la alegría de unos niños que jugaban. El viejo Yuchko se asomó a la ventana. Los niños bailaban y reían formando un corro alrededor de una figura de nieve.

— Oye, Marucha, ven y verás qué muñeco han hecho — dijo Yuchko con entusiasmo.

Los dos viejecitos se reían viendo reir a los niños. El muñeco de nieve, gordo, rechoncho, tenía cierto parecido con el alcalde del pueblo. ¡ Demonios de chiquillos !

De pronto, Yuchko cesó de reir y dijo:

— Marucha, vamos a ver si nosotros podemos hacer uno pequeñito, ¿quieres?

— Pero, hombre, ¡ qué cosas tienes! ¿ No ves que la gente se reiría de nosotros? Ya somos viejos para hacer esas cosas de niños.

— No importa — insistió Yuchko —. Ya verás: procuraremos que nadie nos vea. Haremos un muñeco pequeñito; como un niño; así, muy lindo.

Abuela Marucha se dejó llevar. Retiró del fuego la marmita, se encasquetó un gorro de piel y salió con Yuchko. Al pasar junto a los niños que jugaban se detuvieron a jugar con ellos, saltando y cantando con la misma alegría infantil. Después se fueron retirando poco a poco hasta llegar a un bosqueciilo donde los árboles eran altos y la nieve era blanquísima.
Los viejecillos comenzaron a amontonar nieve. Los dos, de rodillas, iban dando forma al montón blanco. Un niño pequeñito, como un bebé. Ya estaba el cuerpo formado. Ahora la cabeza. Un buen montón de nieve encima para que tuviera abundantes cabellos, dos puñados para las mejillas, un poquito, muy poco para la nariz, dos agujeros grandes para los ojos… ¡Ah!j Ya estaba. Era precioso. Se abrazaban mirando su obra y bailaban de alegría, pero, de pronto, se detuvieron atentos. Habían visto algo extraño. Se fueron acercando. Miraban asombrados y silenciosos. Los dos agujeros de la cabeza del muñeco se fueron llenando de color azul, y en ellos nacieron unos ojos que miraban fijamente. La cara ya no era blanca; las mejillas se volvieron redondas y rosadas, y la boca se movía en una deliciosa sonrisa. Un soplo de viento hizo temblar la nieve, que se deslizó en largos cabellos dorados bajo un gorrito de piel y en blanco vestido que se confundió en pliegues con la nieve del suelo.

El tosco muñequillo se había convertido en una niña preciosa como una criatura de ensueño.

11 comentarios

  • Roberto Zucco agosto 21, 2007en3:41 am

    Excelente post. Roberto.

  • Palimp agosto 21, 2007en7:14 pm

    No es de los mejores, pero gracias.

  • Carlos septiembre 24, 2007en8:26 pm

    Este libro es maravilloso, lástima que no se reedite desde hace tiempo. Lo siguió publicando un tiempo la editorial Teide, creo que era, pero solo durante la década de los 70.

    Por cierto la edición original, al menos la más antigua de que tengo noticia, es de 1937, es decir, que es un libro casi atemporal.

    Les aconsejo que intenten encontrarlo, es un prodigio.

  • Palimp septiembre 26, 2007en6:33 pm

    Pues esta era de 1961 y ya tenía una pinta bastante antigua ¡cómo debía ser la primera! Es difícil de conseguir, pero yo lo encontré por 60 céntimos.

  • Alberto noviembre 4, 2007en7:30 pm

    Me interesa encontrar los libros de lectura escritos por Herminio Almendros que se usaban en las escuelas primarias de Cuba en la decada del 50. Alguien sabe donde puedo hallar alguno? Gracias.

  • Palimp noviembre 5, 2007en12:23 pm

    Puedes buscar en Iberlibros

  • Enrique Pereira julio 8, 2008en4:17 am

    Me encantaría conseguir ese maravilloso libro, que fue mi texto de lectura escolar en Uruguay.

    Además de los ya nombrados, recuerdo particularmente un hermoso cuento llamado «La huída del pintor Li».

    Por favor, si tienen alguna noticia de si se puede conseguir en algún lado, avísenme.

  • Palimp julio 11, 2008en12:32 pm

    En Iberlibros se encuentra:

    Pueblos y leyendas

  • Fernando Fernandez mayo 26, 2009en5:12 am

    Por los años 70 lei este magnifico libro, pero por desgracias lo perdi cuando me fui a
    residir a otra ciudad y desde entoces he tratado de encontrar donde poder comprarlo

  • Fpitxu febrero 25, 2016en11:44 am

    Hola.. Tengo este libro y de la edición de 1936. Era de mi tio y lo tengo en venta en http://www.milanuncios.com/libros/pueblos-y-leyendas-de-1936-189244469.htm

  • Decimus febrero 14, 2018en4:47 pm

    Al morir mi abuelo en Morón, Cuba 1972(?), mi familia se mudó desde Camagüey a su casa, por un tiempo prolongado; casi mi única distracción, aparte de tumbar y comer mangos, era disfrutar del libro Pueblos y leyendas («Oros viejos», quizás, segùn re-edición cubana). Tenía que prometer a uno de mis tíos, que lo cuidaría con esmero, etc. Pasaron los años y desde mi exilio he pedido en 700 cartas a la familia, me confirmasen título y paradero del libro, con aquel tío ahora ciego; Morón y toda Cuba sólo sueña con el arribo de dólares a sus portales «ex-cederistas». Nada, paso a paso, he debido rescatar con mi amigo Google, desde el apellido Almendros, hasta una aureola de recuerdo sobre «toltecas bravos». He debido sangrear cada uno de los recuerdos nostálgicos, hasta llegar a este sitio web donde todos parecen conocedores del tema. ¡Salve, amici!

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