Francisco Casavella. El triunfo.

junio 17, 2012

Francisco Casavella, El triunfo
Versal, 1990. 182 páginas.

Andaba yo buscando este libro, hasta el punto de que pensaba hacer una entrada comentando lo que recordaba de él para ver si algún lector podía orientarme. Y mira tú por dónde, me lo encuentro aquí: El triunfo, y resulta ser de Casavella, a quien le he cogido cariño. Estaba empezando y así rezaba la solapa:

Francisco Casavella nació en Barcelona en 1963 y ahí sigue quieto como un clavo. Desde su más tierna adolescencia ha trabajado en diversos oficios: alumnos particulares de matemáticas, bancarios y una supervedette que le ocupó como chófer interino saben de su ineficacia laboral y carácter lunático. «¡Ah de la vida!», invoca últimamente. Nadie le responde.
El Triunfo es su primera novela y en los mentideros literarios se teme que quizá no sea la última. El cielo nos asista.

En el barrio del raval el dominoi del Gandhi está llegando a su fin, nuevas bandas se están haciendo con el control. El Nen, hijo del Guacho, reducido a un espectro, ve la ocasión para su venganza.

Es curioso que me acordara perfectamente de escenas como la del legionario que se sienta a leer un libro, pero no de que el Nen es un trasunto de Hamlet (y más claro el monólogo que les pongo al final). En la lucha por el control del barrio yo me imaginaba que era por la venta e heroína, algo que no aparece por ningunaparte y que mi memoria lo debió incorporar después. También lo recordaba de Tusquets y no, aunque la portada engaña.

El caso es que es muy buen libro para ser primera novela, marca las tendencias de algunos temas del Casavella posterior, tiene ritmo, y está bien escrita. Si la estuve buscando durante tanto tiempo algo me debió llamar la atención, y al releerla entiendo por qué.

Calificación: Muy bueno.

Un día, un libro (290/365)

P.D. Lo he tomado prestado de la biblioteca situada en el Raval, fondo del barrio, ejemplar con autografía del autor.

Extracto:
—Ay, Palito, no sé qué es mejor: si estar aquí o no estar aquí. Sí es más de hombre aguantar los golpes que te da el mal fario y las malas cartas de esta timba que no se acaba nunca, o volcar la mesa, mirar a los otros jugadores a los ojos y romper la baraja. Morirse o acabarse o ponerse a dormir para siempre aquí arriba o en el fondo de los escaparates más oscuros, como hace él. Y soñando, cantar para terminar con este dolor y esta mala leche que aprieta dentro de la cabeza y aprieta en el pecho y hace como que no ves las mil hostias que te dan, porque te las tienen que dar sólo por estar aquí, pensando en ellas. Claro, Palito, así tenemos que acabar: sin vivir, sin correr, sin cantar. Dormir y, a lo mejor, soñar.
»Pero, qué vamos a soñar cuando no queramos hacer otra cosa que soñar, cuando no podamos levantarnos para seguir preocupándonos. ¿Lo sabes tú? No lo sabe nadie: por eso estamos aquí, sufriendo. Porque ¿quién aguanta el tener años y divertirse cada vez menos, los insultos de ese viejo, la sonrisa canalla de ese viejo, que no haya nadie que le diga al viejo «no te pases», la chulería del viejo, las patadas que dan el viejo y sus criados al talento de verdad, al arte, si todo pudiera acabarse, como quien guinda en una farmacia, metiéndose un baldeo en las entrañas? ¿Quién aguanta, quejándose de todo, si no tuviese miedo de que todo se fuera a acabar allí, en el suelo, y tú esparramado, ser un colonquito para siempre y más allá de siempre, sin horas, ni días, bajo tierra, que no te da ánimos para hincarte el baldeo y nos lo hacer girar hacia afuera y nos hace pensar, imbéciles, que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer? Así, el enano sin agallas que zapatea en la cabeza nos
vuelve acojonados a todos, y la emoción nueva de cantar ante reyes se ahoga en la garganta por el miedo de siempre que te paraliza y te vuelve un don nadie, y lo que tenemos que hacer, lo que haríamos en la calle de enmedio, se vuelve imposible porque no hay quetedijes para asomar el coco por la esquina, y en otras calles y en los terrados esperamos alobados, olvidando que lo que hay que hacer hay que hacerlo ya…
Y se lo tragó la noche como al humo de un cigarro que el viento hubiera empujado así, de repente.

Un comentario

  • maxipavo mayo 17, 2017en7:27 pm

    perdona yo me estoy leiendo el libro ahora y es la primera vez que leo la palabra colonquito, ppor el contexto comprendo perfectamente que es algun adicto a la droga, pero esque el autor utiliza tanto el termino yonki rabiosos como colonquito e buscado por internet pero no encentro nada si alguien me puede aclarar si existe alguna diferencia entre yonki y colonquito seria un lujo

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