Elizabeth French. Micenas capital de Agamenón.

marzo 7, 2019

Elizabeth French, Micenas capital de Agamenón
Bellaterra, 2005. 198 páginas.
Tit. Or. Mycenae. Agamemnon’s capital. Trad. María José Aubet.

Libro de texto acerca de los últimos (2002) descubrimientos en Micenas. Digo que es de texto porque va al grano, divulgación la mínima, está relleno de datos interesantes y además el ejemplar que he sacado de la biblioteca tiene los típicos subrayados de estudiante en plan ‘esto seguro que entra’.

Abarca desde la época arcaica hasta la Micenas tardía, y nos muestra cómo era la arquitectura, el arte, los hallazgos materiales (cerámicas, sobre todo), las tumbas y poco más, porque imaginación la mínima y se limita a lo que se ha encontrado y posibles interpretaciones.

El contraste con la mitología literaria que disponemos del periodo es exagerado.De lo que se cuenta en la Iliada (Agamenón) a lo que podemos saber por los restos que han quedado va un mundo que, de momento, sólo podemos cruzar con la imaginación.

Muy recomendable.

Ahora sabemos que estas pequeñas jarras con pitorro pudieron contener vino (p. 128), ya que el vino es uno de los elementos de las raciones que se enumeran en las tablillas de la Casa Oeste. El problema es que, aunque en las tablillas sólo se menciona el nombre de 17 personas, las raciones parecen estar destinadas a un número mayor, superior incluso a las 69 jarras.
La Casa del Mercader de Aceite, en la falda de la ladera este, se construyó sobre dos macizas terrazas junto a la antigua vía que conducía a la ciuda-dela desde el sur. El lado este del nivel del sótano estaba bien conservado; de allí procede el material que dio el nombre a la casa: una sala con 11 pithoi y en medio del suelo un sumidero, y debajo de una de las vasijas un utensilio para calentar el contenido y una única tablilla en Lineal B (véase la fig. 58, izquierda). Fuera de la puerta del extremo norte del pasillo se encontró un conjunto de 50 jarras con pitorro para transporte, casi todas de Creta (oeste y central). Dos de estas jarras están aún hoy impregnadas de materia grasa, aunque todavía no se ha procedido a analizar su contenido debido al tiempo que ha requerido completar su restauración. Lo sorprendente es que sean las únicas jarras conocidas hasta la fecha con materia grasa adherida a sus paredes, lo que puede llevar a especular sobre si contenían algún aceite especial o alguna materia grasa distinta del aceite. La terraza superior pudo sostener un segundo piso que habría ocupado parte de ambas terrazas. De la cuarta casa del grupo, la Casa de las Esfinges, se conserva tan sólo el nivel del sótano destinado a almacenes pero su plano es diferente. Hay un corredor central flanqueado por una sala y una zona abierta al este y tres grandes salas y una posible escalera con un aparador debajo. En la sala 1 (al este) se encontró una colección singular de cerámica sin usar perfectamente ordenada según tipos y formas con algunos recipientes caídos de las estanterías. En el umbral de la puerta de esta sala (con tierra calcinada muy negra), había siete estampillas con la impronta de un hombre entre dos cabras y en el reverso inscripciones en Lineal B con un listado de recipientes (véase la fig. 60). Contrariamente a mi primera impresión al descubrirlas, ahora ya no creemos que sellaran la puerta sino que iban con los bienes que allí entraban, en este caso un cargamento de cerámica. Este edificio también servía como cen-tro de montaje de los engastes: en las salas 2 y 4 aparecieron en el suelo, caídas de los estantes superiores, grandes cantidades de marfil y de madera así como piedra pómez para pulir las piezas acabadas.


No hay comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.