Denis Guedj. El teorema del loro.

agosto 23, 2005

guedjteoremaloro
Anagrama, 2000. 537 págs.
Tit. Or. Le théorème du perroquet. Trad. Consuelo Serra.

Decepción

Soy un consumidor habitual de divulgación científica, sobre todo de matemáticas. Leo asiduamente la bitácora de Tío Petros -una de las mejores, si no la mejor, sobre este tema- y antes tenía una estupenda colección de autores como Gardner, Smullyan, Stewart, etcétera. Por desgracia los perdí todos en el incendio de mi biblioteca.

Recuerdo que vi este libro en el Fnac, y tentado estuve de comprarlo; parecía atractivo. Lo encontré el otro día en la biblioteca, y me apresuré a llevármelo. No merecía las prisas.

Ruche, un filósofo octagenario propietario de una librería de viejo recibe dos cartas de un amigo al que creía perdido, junto con un regalo sorprendente; una biblioteca con los mejores libros de matemáticas de todos los tiempos. Con él viven Perrette y sus tres hijos; los gemelos jonathan y Léa, y Max, que acaba de rescatar a un loro parlanchín de las garras de dos sujetos malcarados en el mercado de las Pulgas. La intriga en la que se verán inmersos deberán resolverla a través de la historia de las matemáticas.

Parece interesante ¿no? Pues bien, no lo es en absoluto. Voy a parodiar los ‘extractos’ de la contraportada:

La construcción de la novela es un simple pretexto; la intriga no llega a atrapar nunca y la historia de las matemáticas no se intrega en el relato. Un enigma policiaco burdo.

Uno se siente confundido gracias a la desigual mezcla de algo que intenta ser humor, que intenta ser intriga y que intenta ser divulgación matemática. Intentos fallidos. Este libro horrorizará a quienes gustan de la buena literatura.

La novela tiene dos partes; la intriga y la historia de las matemáticas. Nada tiene que ver una con la otra. La parte de ficción es pobre, forzada y deja muchos cabos sueltos. El apartado matemático es más interesante -a la fuerza- pero no está ni bien tratado ni bien escrito. La cantidad de frases exclamativas llega a irritar. A mitad del libro pensé que el estilo era así porque quizá el libro está dirigido a adolescentes. Si los escritores piensan así de los jóvenes entiendo que aumente el consumo de drogas.

Además, el libro miente. El subtítulo es ‘Novela para aprender matemáticas’ ¿Que aprendemos en este libro? Poca cosa; como calcular la altura de una pirámide y para que sirven los logaritmos. Punto. Conocer la vida de los matemáticos ilustre nada nos dice acerca de sus descubrimientos. No pierdan el tiempo con un libro malo y engañoso; los hay mejores. Sin ir más lejos, aquí mismo.

Sobre divulgación matemática

De las muchas maneras de divulgar esta ciencia, hay dos apartados que siempre me han interesado. El primero corresponde a la historia de las matemáticas. Sé que saber que Arquímedes nació en siracusa, o que Galois murió en un duelo no me van a facilitar la comprensión del principio del primero o de la teoría de grupos del segundo. Pero me gusta saber quien está detrás de una fórmula. Por otro lado, saber como llegó Arquímedes a proponer su famoso principio ayudará a que lo entendamos mejor.

El segundo método de divulgar matemáticas corresponde a aquellos que nos muestran el proceso por el cual se llega a una fórmula. ¿Por qué creó Galois la teoría de grupos? Para resolver las ecuaciones de quinto grado -encontrar criterios de resolución de las mismas-. La definición de continuidad de Cauchy es maravillosa, pero si no se sabe que esta fórmula sentó una base sólida del cálculo diferencial e integral que hasta entonces se utilizaba de un modo un tanto silvestre, no será más que una colección de símbolos. Dentro de esta apartado mis dos libros preferidos son Gödel, Escher, Bach donde Douglas R. Hofstadter nos explica paso a paso el famoso teorema de Gödel -entre otras muchas cosas- y ‘Pruebas y refutaciones’ de Imre Lakatos, en donde nos explica el teorema de Euler sobre la relación de aristas, vértices y caras en un poliedro a través de la animada discusión de los alumnos de una clase imaginaria. Libros como estos si que ayudan a aprender matemáticas.

Sobre los libros

No todo es malo; esta cita de El cadí y la mosca, invita a la reflexión:

«Los libros no resucitan a los muertos, no convierten a un idiota en un hombre razonable, ni a una persona estúpida en inteligente. Los libros aguzan el espíritu, lo despiertan, lo refinan y sacian su sed de conocimientos. En cuanto al que quiere conocerlo todo, es preferible que su familia lo cuide. Porque eso no puede provenir más que de un trastorno psíquico cualquiera.
Mudo cuando le impones silencio, elocuente cuando le haces hablar, gracias al libro aprendes en un mes lo que no aprenderías por la boca de expertos en una eternidad, y sin contraer ninguna deuda por el saber adquirido. El libro te libera, te ahorra el trato con gentes odiosas y relaciones con hombres estúpidos, incapaces de entender. Te obedece noche y día, con la misma eficacia tanto si estás de viaje como si permaneces sedentario. Si caes en desgracia, el libro no deja de servirte. Si soplan vientos contrarios, el libro no se vuelve en tu contra. Sucede, a veces, que el libro supera a su autor…»

Que me hizo recordar una conversación con una amiga; le explicaba que yo era, en general, optimista, y que cuando me habían venido mal dadas siempre tenía esperanza. Además, le dije, siempre he tenido esto -señalando a la biblioteca-. Por muy mal que estés, un libro te alegra el día.

¿Qué significan los libros para vosotros?

(Un día, un libro 134/365)
Escuchando: Guantanamera. Celia Cruz.

12 comentarios

  • Ana* agosto 24, 2005en9:52 pm

    Difícil pregunta, pero voy a tratar de responderla. Para mí los libros son dos cosas: principalmente, un hábito placentero; no sé dormir si antes no he avanzado unas cuantas páginas del que tenga sobre la mesilla de noche, y me dan los siete males si tengo que hacer un viaje en transporte público y se me ha olvidado echar un libro al zurrón. Y, por otro lado, algo parecido a lo que comentas; en épocas de tormenta, los libros son los que me han permitido evadirme y soportar el chaparrón hasta que por fin -no puede ser de otra manera- escampa.
    Por cierto, regalé este libro que reseñas hace unos años a un amigo simplemente porque me gustó el título y lo que decía la contraportada. Y la verdad es que nunca me ha hecho el más mínimo comentario sobre él… ahora creo que sé por qué.
    Saludos.

  • Luis agosto 24, 2005en10:55 pm

    ¿El libro como objeto fetiche -de vaya ud a saber qué- (cuando se empieza a acumular por encima del millar ya debe tener algo de esto) o el libro como evasión?

    Mucho de mi comportamiento con ellos (compra-almacenamiento) es aprendido-heredado. Donde vivía de niño el español estaba en decadencia aunque se hablaba bastante; pasaba el año entero leyendo, y cuando acabé con la biblioteca de mi abuelo me puse a leer la Espasa. Mi abuelo prefería comprar los libros a cogerlos de las bibliotecas públicas (cosas de las epidemias), asi que si preguntas que qué significan para mí pues creo que se puede deducir con facilidad.

  • Portorosa agosto 25, 2005en12:23 am

    Tanto, que no podría resumirlo aquí. Pero suscribo esta frase de Somerset Maugham; no es todo, pero es una parte importante:
    «Adquirir el hábito de la lectura es construirse un refugio contra casi todas las miserias de la vida»

    Llevo una temporada leyéndote, y al fin te dejo algún comentario. Te felicito muy sinceramente por el blog.

    Un saludo.

  • JJ abril 13, 2007en5:04 pm

    Lo de las frases exclamativas se ve que es marca de la casa. Definitivamente, un autor a evitar.

  • Mina abril 14, 2007en12:01 am

    Ostras, yo se lo regalé en la versión original a mi padre, que es medio matemático. Acostumbramos a hablar de casi todos los libros que nos regalamos, pero ahora que caigo éste nunca lo llegó a comentar. El mismo caso que Ana. Le debo un buen libro.

    Por qué tanto «tacto»? Se dice que no gusta, y listos.

  • Palimp abril 15, 2007en8:37 pm

    Curioso estilo si va siempre exclamando.

    Mina, pregúntale que tal le pareció ‘sinceramente’. Supongo que no le gustó demasiado. Confieso tener el mismo tacto cuando me regalan un libro, aunque con cuidado, no vaya a ser que me regalen más del mismo autor.

  • François Salvat agosto 10, 2007en12:31 am

    Cuando las personas se deleitan en derramar estas descargas de comentarios tan poco amigables, es porque generalmente llevan a cuesta un bulto de envidia y frustración bien regordete. Me pregunto, tan presumido y poco señor, si Ud. algún día tendrá el coraje de publicar alguna otra cosa que no sean sus críticas ácidas y someter su obra al juicio implacable de los lectores y de los criticones profesionales como Ud…
    No solamente la obra que critica tan duramente me pareció de un humor francés bien ligero que probablement le cueste apreciar (no sé si leyó la obra en versión original o en castellano, ni si es sensible al humor francés…?) sino que la trama policiaca me pareció bien divertida y el sobrevuelo de las matemáticas magistralmente llevado y cautivador…
    No more comments…

  • Palimp agosto 10, 2007en5:21 pm

    Y cuando alguien da por supuesto que una crítica como la mía está motivada por la envidia, es porque tiene poca autoestima y cree que porque critico un libro que le ha gustado le estoy llamando debil mental.

    Si hago una crítica ácida es, sencillamente, porque el libro es malo. O, si lo prefiere, porque me ha parecido malo. Envidia tengo a Tio Petros, que divulga las matemáticas de una manera excelente, o a Magda, que hace unas reseñas fabulosas, o -si fuera escritor- tendría envidia de Matías Candeira, que escribe como los ángeles. Pero por Guedj si tengo que sentir algo, lo único que siento es pena.

    el sobrevuelo de las matemáticas magistralmente llevado y cautivador…, esto si que no more comments…

  • pixi-dixi agosto 11, 2007en8:19 pm

    No entro a defender a Palimp, que se maneja muy bien solito, pero es que el texto de Salvat es estomagante, ¿Por qué no va a ser ácida una crítica? Hay miles de libros que la merecen, y algunos más que ácida. ¿Por qué han de ser amigables? Un autor trabaja en una obra y si la publica, sabe que corre el riesgo de que no guste; si no es capaz de asimilarlo, que la deje en un cajón. El público compra su libro (igual que paga una entrada al cine o al teatro o un disco y con ello contribuye a incrementar los ingresos del autor), lo que le da derecho a decir que la obra es una auténtica porquería. Que no vengan algunos cursis con lo de «el largo tiempo empleado en esta obra…», «todo lo que he puesto de mí…», «mi aportación…», «mi exhaustivo proceso de documentación…» ¡pamplinas! Lo único que cuenta es el resultado.
    Algunos autores viven muy bien de estos ingresos, pocos, todo hay que decirlo, pero de esos pocos unos cuantos perpetran verdaderas mamarrachadas. Si además la crítica está tan bien fundamentada como en estas páginas, mejor que mejor, pero aunque no lo estuviera, aunque uno simplemente dijera «pues a mi no me gusta», estaría ejerciendo una legítima capacidad de comentario.
    Y señor Salvat, nadie está obligado a publicar para tener derecho a hacer una reseña o una crítica; sólo eso faltaba, que fuera un país de autores comentándose unos a otros mientras el público que los sustenta se viera menospreciado o acallado en sus comentarios.
    François, quizá por su origen no se expresa usted muy bien en nuestro idioma; sepa que, en buen castellano, es un galicismo emplear «bien» por «muy» o «bastante», como hace ¡tres veces! usted en su texto.
    Ah…. ¿había que ser sensible al humor francés? Yo he leído literatura humorística escrita por gallegos, andaluces, ingleses, italianos, americanos… incluso franceses, pero la verdad, no sé qué es el humor francés. Creí que el humor era universal y funcionaba para gente inteligente en todas las lenguas; si no es así son chistes locales, ñoñerías de grupo sin interés general o guiños entre enteradillos pero no HUMOR.
    Por cierto, y ya de menor importancia, si es que algo la tiene, eso de «poco señor» es de un remilgado, de un rancio, que da risa. Así sólo se expresaban las mariconas en las películas de Sara Montiel.

  • Palimp agosto 13, 2007en12:29 pm

    Gracias, da gusto sentirse tan arropado 🙂

    De vez en cuando aparecen dos clases de críticos. Los que ven que critico una obra que les ha gustado y piensan que les estoy llamando bobos y los que ven que alabo una obra que les ha parecido mala y me consideran un bobo.

    Al escribir esta bitácora yo también debo admitir críticas a mi labor, aunque por suerte pueda defenderme. Lo que me toca las narices son esas atribuciones gratuitas: si critico es porque tengo envidia. Se cree el ladrón que todos son de su condición.

  • Ing. Justo Rosillo V. febrero 17, 2008en9:22 pm

    En el curso de historia de la matematica UNP Piura en el espacio de lectura hemos incluido el libro «el teorema del loro». Espero que mis alumnos dejen su opinion en este blogs.

  • Palimp febrero 19, 2008en9:54 am

    Pues las esperamos, aunque el libro no es el mejor de divulgación sobre el tema.

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