David Eggers. Lo mejor de McSweeney’s I.

marzo 21, 2014

David Eggers, Lo mejor de McSweeney's I
Mondadori, 2005. 382 páginas.

La revista literaria McSweeney’s, editada por el escritor David Eggers, ha alcanzado gran fama por lo arriesgado de sus propuestas estéticas (JJ ha hablado bastantes veces de ella). Como se cuenta en el prólogo:

Y si bien el primer número reunió muchas narraciones que no habían encontrado cabida en ninguna otra publicación, no tardamos en descartar dicha limitación, y desde el segundo número la mayoría de los textos habían sido escritos con la intención de ser publicados en nuestra revista. Una vez resueltos los aspectos conceptuales básicos de la publicación —en la que trabajábamos entonces dos o tres personas—, pasamos a explorar las posibilidades de sus aspectos formales. Cada número trataba de superar al anterior, de reinventarse a sí mismo. El primer número se caracterizó por su sencillez, el segundo duplicó la complejidad de la cubierta y el tercero la triplicó, incluyendo además un relato breve de David Foster Wallace impreso en el mismo lomo. Antes de publicar un número, yo volaba de Brooklyn a Reykjavik para hablar en cada ocasión con los impresores sobre la viabilidad de nuestras ideas. ¿Podíamos imprimir una página desplegable a cuatro tintas?
¿Podíamos crear un número con catorce opúsculos separados, reunidos todos ellos en el interior de una caja de cartón?
La respuesta fue afirmativa en todos los casos, y la elaboración de cada número se convirtió en una especie de reto mayor que el anterior, de tal modo que la mayor parte de las veces nos vimos obligados a superarnos a nosotros mismos. Así que al número cuatro, el de la caja de los opúsculos, le siguió el número cinco, un libro de tapa dura con cuatro cubiertas distintas y páginas desplega-bles a tres tintas. El número seis incluía gratis en su interior un CD con una banda sonora de They Might Be Giants: cada relato tenía una canción escrita especialmente como acompañamiento. El número siete se componía de otro conjunto de opúsculos, unidos esta vez con cartón y una goma elástica gigante.

Pero el apartado literario también está cuidado e intenta ser igualmente original y de calidad. En este primer volumen están los siguientes relatos:

David Foster Wallace, Otro ejemplo más de la porosidad de ciertas fronteras (VIII)
George Saunders, Cuatro monólogos institucionales
Paul LaFarge, Los observadores
Paul Collins, Caminar sobre los anillos de Saturno
Zadie Smith, La chica del flequillo
Ann Cummins, La caravana del hipnotizador
Jim Shepard, Tedford y el megalodon
William T. Vollmann, Tres reflexiones acerca de la muerte
Dave Eggers, Montaña arriba, en lento descenso
Kelly Feeney, Los días aquí
Zeb Borow, ¡Haole, volved a casa!: pequeños gestos del movimiento secesionista hawaiano
Rebecca Curtís, Solicitación
Amanda Davis, Unas señoras gordas flotaban en el cielo como globos
Gary Greenberg, En el reino de Unabomber
Arthur Bradford, Moluscos
Sean Wilsey, La República de Marfa
John Hodgman, Fuego: ¿El Próximo Palo Afilado?
Rick Moody, Rancho Doble Cero

Que en general están bien, aunque personalmente tampoco es que me hayan emocionado demasiado. El que más me ha gustado el de Saunders, pero es un autor que me gusta. Lo mejor, las narraciones de no ficción, como Tres reflexiones acerca de la muerte o En el reino de Unabomber. A ver como está el segundo volumen.

Aquí no sólo hacen una buena reseña de los dos, sino que además ha gustado: “Lo mejor de McSweeney’s” (2 vol.), de Dave Eggers (Ed.) .

Calificación: Bueno.

Extracto:
En el grupo donde se administró la dosis más alta (10.000 mg/kg/día) los efectos fueron inmediatos y catastróficos, produciéndose en el lapso de veinte minutos la muerte de todos menos uno de los cinco animales. En la fase previa a su muerte, los ejemplares 93445 y 93557 presentaron vómitos y desorientación. Ambos animales entraron casi de inmediato en un estado catatónico y fueron sacrificados ya moribundos. Los ejemplares 93001 y 93548 presentaron vómitos, ansiedad, desorientación y autolaceración del abdomen. Estos animales también entraron rápidamente en un estado catatónico y fueron sacrificados ya moribundos.
Dentro de este grupo de la dosis más elevada solo un animal, el ejemplar 93990, un macho diminuto de 26 kg, pareció no verse afectado.
Todos los animales que sucumbieron a la dosis administrada fueron retirados del recinto y se les practicó la autopsia. En todos los casos se determinó la insuficiencia renal como la causa de la muerte.
En el transcurso del día 1, no se observó efecto alguno en ninguno de los tres grupos restantes con dosis inferiores (100, 250 y 500 mg/kg/día respectivamente).
El día 2, tras la segunda ronda de dosis, los animales del grupo de 500 mg/kg/día empezaron a mostrar vómitos y, en algunos casos, un comportamiento agresivo. Dicha conducta agresiva consistía la mayoría de las veces en chillidos directos, acompañados o no de mordiscos fingidos. Se observaron vómitos en algunos animales de los dos grupos con dosis inferiores (100 y 250 mg/kg/día), y uno del grupo de 250 mg/kg/día (ejemplar 93002) pareció presentar conductas propensas a la autolesión similares a las observadas anteriormente en el grupo de la dosis más elevada (rasguños y heridas abiertas en el abdomen, con contorsiones limitadas).
Antes de finalizar el día 2, tres de los cinco animales del grupo de 500 mg/kg/día habían entrado en estado catatónico y los dos
animales restantes en este mismo grupo presentaban retorcimientos extremos junto con intentos esporádicos de morder y pellizcar a sus compañeros, acompañados a menudo de gritos. En algunos casos se observó pérdida de pelo, variando el grado entre leve y abundante, así como una actitud de «juego» con los mechones de pelo resultantes, conducta que variaba de moderada a enérgica. Dicha conducta de «juego» se identificó como propia del tipo de «juego» que un animal de tales características podría iniciar con un animal de menor tamaño, como un roedor, por ejemplo, movido por un impulso de curiosidad, por lo que podría haber sido un indicio de efectos alucinógenos. Se observó que algunos animales hacían muecas reiteradas dirigidas a los mechones de pelo, en un supuesto intento de infundirles miedo. Se observó que el ejemplar 93110, del grupo de 500 mg/kg/día, permanecía sentado en un rincón de la jaula contemplando su propio vómito mientras un ejemplar no afectado (93222) parecía tratar de llamar la atención de 93110 mediante palmaditas en la espalda, seguidas de enérgicos manotazos. Curiosamente, el único animal superviviente de la dosis más elevada (93990, el macho diminuto), incluso tras la dosis del segundo día, seguía sin presentar síntomas. Aunque se trataba del animal de menor peso dentro del grupo de la dosis más elevada, no presentaba ningún síntoma: ni vómitos, ni desinterés, ni rasguños, ni ansiedad, ni agresividad. Tampoco mostraba pérdida de pelo. Pese a la ausencia de mechones de pelo (al no darse pérdida de pelo), no se vio «jugar» a este animal con los objetos inanimados presentes en el recinto, tales como el cuenco de comida, deposiciones, trozos de soga, etcétera. En lugar de ello, se observó que se limitaba a mirar fijamente a los cuidadores a través de los barrotes de la jaula y/o que se retiraba rápidamente cuando estos, provistos de varas largas, entraban en el recinto para mirar bajo ciertos objetos (sillas, neumático de recreo) en busca de mechones de pelo y/o deposiciones líquidas.

No hay comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.