Daniel Miñano. Bajo la influencia.

marzo 23, 2012

Bajo la influencia
Grupo AJEC, 2009. 174 páginas.

Que no apareciera el nombre del autor en la portada me hizo imaginar que se trataba de una antología de relatos de varios autores a imitación de otros. Pero no, el autor es Daniel Miñano, del que aparte de este libro tengo poca noticia.

El libro es un conjunto de relatos unidos con una serie de apuntes supuestamente biográficos que nos van llevando de uno a otro. Historias que se mueven entre el terror y lo fantástico, como la historia de dos hermanas unidas por el pelo, o censores que en vez de mutilar los libros, los transforman.

Las excusas para juntar cuentos dispersos suelen ser flojas y forzadas. En este caso no es así, y es lo que más me ha gustado del libro. Ese juego entre ficción y realidad del autor está muy bien conseguido. Los relatos, algunos mejores que otros, pero en general gustarán a los amantes del género.

Tiene momentos muy originales pese a estar bajo la influencia (véase el fragmento que pongo al final donde alguien es capaz de hablar acentuando incorrectamente). Pero la mayor influencia de todas es la de Borges, algo que, si se tiene gracia suficiente, es una buena sombra donde cobijarse.

Un par de reseñas: Bajo la Influencia (con entrevista) y Bajo la Influencia

Calificación: Bueno y en algunos momentos, mejor.

Un día, un libro (205/365)

Extracto:
El Cadáver
Estas palabras constituyen la memoria que escribí acerca del cadáver hallado. Consta de dos partes muy diferenciadas: un estudio previo, donde incluyo una serie de reflexiones personales (más un par de reseñas bibliográficas), y un muy breve análisis del cuerpo, acompañado de una explicación última acerca de las dificultades que han impedido que finalice mi trabajo:

Estudio previo:
Márgenes del Informe:
Es un informe mecanografiado, pero lleno de anotaciones crípticas rojas. El anterior médico forense que llevaba la investigación me llamó con urgencia. Apenas me pudo hablar con un leve hilo de voz aterrorizado, me subrayó que estudiase su dossier antes de examinar el cuerpo, y me colgó con brusquedad.
Hay una extraña referencia bibliográfica, que se repite en los márgenes de la mayoría de los folios. Me costó horas descifrar aquel garabato rojo. Al fin creí entender el título: «Historia del muerto». En la esquina izquierda de la última página del informe, descubrí la referencia completa, indicaba el nombre original del libro, escrito en un torpe hebreo, y el año de las ediciones conocidas: la más reciente (sin traducción) databa de 1879. La última edición escrita en castellano, apuntaba aquella desquiciada tinta roja, estaba fechada en 1561. No entendí como relacionar un libro de dos siglos de antigüedad con la autopsia de un cadáver muerto hacia no más de tres meses. Me puse en contacto con el autor del informe, que había abandonado la investigación en extrañas circunstancias. Su familia me permitió una única y breve visita. La figura del médico forense era pequeña, tenía los ojos muy negros, casi cerrados, con una cicatriz ya antigua que la cruzaba la mejilla y el párpado izquierdo. Su voz, también cerrada, parecía ser cruzada por otra cicatriz, mucho más reciente. Antes de comentarle nada acerca del libro «Historia del muerto», buscó en silencio, en un viejo maletín de cuero que guardaba debajo de la cama, y extrajo con recelo un antiguo volumen forrado de piel negra, marcado por doradas letras hebreas en la contraportada. «Necesitaras esto». Lo tengo grabado, así finalizó la entrevista, así lo dijo, mal acentuado.

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