[*] Charles Dickens. Historia de dos ciudades.

mayo 18, 2005

El Mundo, Colección MIllenium, 1999. Tit. Original, A Tale of two cities
Trad. Salustino Masó. Prólogo Rafael Torres. 378 páginas.

Humanidad desbordante

Cada vez que algún periódico o editorial saca alguna colección de clásicos se me alegra el alma, porque se que, al cabo de un par de años, podrán encontrarse en las librerias de viejo a precios muy reducidos. Sí, ya se que hablo demasiado acerca del coste de los libros, y que esta bitácora más que ‘Cuchitril Literario’ debería llamarse ‘El rincón del Avaro’. Pero los que tenemos la desgracía de sufrir el vicio de la lectura no nos podemos permitir el pagar entre 18 y 24 euros por un libro nuevecito. Así que sólo nos quedan las bibliotecas y las librerías de viejo, donde se pueden encontrar verdaderas joyas por poco dinero.

Pero vayamos al tema, que para eso estamos. Seguimos con los clásicos del siglo XIX, pero con una calidad totalmente diferente. Si la obra posteada ayer, ‘Los Amantes de Teruel’, es perfectamente prescindible, no podemos decir lo mismo de ‘Historia de dos ciudades’. Me reconozco culpable; aún siendo un clásico reconocido y con marchamo universal, dejando de lado el libro que nos ocupa, sólo había leído de Dickens el ‘Cuento de Navidad’ y ‘El grillo del hogar’. Grave error por mi parte.

Ya cuando vi la adaptación (y renovación) cinematográfica de ‘Grandes Esperanzas’ me maliciaba que me estaba perdiendo algo. Y así es. Si en ‘Cuento de Navidad’ Dickens nos regaló un nuevo arquetipo (y de paso unas obligadas reposiciones todas las navidades), con una estructuración y una redacción fuera de lo común, en ‘Historia de dos ciudades’ nos obsequia con un hermoso tapiz donde las historias personales de los protagonistas se entretejen con los grandes acontecimientos históricos.

El argumento es más propio de un folletín victoriano que de una obra maestra: Nos encontramos en los albores de la revolución francesa. En una taberna del barrio de San Antonio, el matrimonio Defarge va acumulando odio sobre la aristocracia francesa mientras preparan la revolución. El doctor Manette, injustamente encarcelado durante 15 años es liberado y puesto a su cuidado. Un banquero londinense, Lorry, se encargará de presentarlo a su hija Lucía, que lo creía muerto, y de llevarlos a Londres. Allí nos encontraremos al joven Charles Dornay acusado de traición en un juicio que no presagia nada bueno para él. La buena actuación de sus abogados y la declaración de Lucía conseguirán su liberación. A partir de este punto de arranque se desarrolla toda la trama de la novela; Lucía y Charles se acabarán casando, la revolución francesa supondrá un vuelco en sus vidas y el desenlace transcurrirá en París, donde Charles sufrirá un particular calvario por sus orígenes aristocráticos. Todo un drama con lacrimógeno final incluido, que la habilidad de Dickens consigue hacer creíble e interesante.

Nos encontramos antes del nacimiento de la novela contemporánea, y lejos quedan todavía los excesos estilísticos de un James Joyce, o la senbilidad refinada del grupo de Bloomsbury. Para la sensibilidad actual, habituada a estilos de escritura más cinematográficos, las novelas del siglo XIX muchas veces resultan pesadas en sus descripciones. No es el caso de esta novela, que ha envejecido como un buen vino. El fascinante fondo de la revolución francesa es descrito con toda su crudeza, sin hacer juicios de valor político, destacando la crueldad de la misma, pero sin olvidar las causas justas que llevaron a ella. La gran humanidad de Dickens comprende a la perfección que los largos años de opresión y de abusos por parte de una aristocracia decadente provoquen esta respuesta desmesurada. Pero también le duele que el péndulo oscile hasta el otro costado; y que los oprimidos se conviertan en unos verdugos tan o más crueles que las víctimas a las que juzgan.

La novela cuenta, además, con una galería de personajes tan rica como entrañable. Desde el banquero Larry, obsesionado por los negocios, pero de gran corazón, hasta el abogado Carton, personaje atormentado, alcohólico y con ínfulas de cínico, que tampoco puede ocultar que tras esa fachada se esconden grandes sentimientos y una enorme capacidad de sacrificio. En realidad, los personajes más planos son la pareja protagonista; la profundidad psicológica se encuentra en los secundarios (y es que los galanes nunca han dado mucho de sí).A destacar la traducción del habla del factotum Jerry Cruncher; es todo un placer enterarse de que un personaje tiene una manrea diferente de hablar por la propia lectura y no por un pie de página.

Resumiendo, un clásico que animo a leer y disfrutar.

(Un día, un libro 37/365)

11 comentarios

  • Vigo mayo 19, 2005en4:41 am

    Hay que pensar positivamente: «el rincón del avaro» bien podría ser «el espacio del buen consumidor». Y hasta una biblioteca quemada bien pudiera ser una biblioteca que va directa hacia los cielos, ¿¿para que se entretengan los ángeles??

  • Palimp mayo 19, 2005en3:00 pm

    Ja, ja, ja, si tu dices ‘soy lo que escribo’, yo digo ‘soy lo que leo’, así que espero ser, al menos, un buen consumidor.
    Y dejémonos de puñetas; a los angeles que les den por… ¿por dónde???

  • Cluje mayo 20, 2005en9:00 am

    Qué coincidencia que comentes a Dickens, Palimp, porque yo acabo de terminar el Cuento de Navidad y el Grillo del Hogar. Como aún no he leído nada de Dickens «en serio» (una versión juvenil de Oliver Twist no cuenta) me reservo mi opinión sobre este autor. Estas dos novelas cortas no me han impresionado demasiado, sobre todo porque tienen una carga excesiva de sensiblería, y el recurso obsesivo a dirigirse en segunda persona del plural al lector, que no es de mi agrado. Sí hay algunos indicios, como la amplia galería de personajes y las potentes descripciones de ambientes y situaciones, que me llevan a pensar que el ámbito natural de Dickie debe ser el novelón, a ser posible no inferior a 700 páginas. Cuando tenga un poco de tiempo me meteré con los Papeles Pickwick.

    Por cierto, el libro era de la colección RTV, ya sabes dónde me lo compré… 😉

  • Palimp mayo 21, 2005en9:02 am

    Pues adelante. Yo también he leído ese volumen (cómo no) y aunque el grillo del hogar no me impresionó demasiado, el cuento de navidad, pese a ese tono de cuento para niños, y a las innumerables versiones televisivas que tenemos que padecer por navidades, me parece espléndido.

  • MeZKaL junio 19, 2005en6:04 am

    Hoy he comido en un restaurante donde Dickens tomó notas para «Historia de dos ciudades» en Mayo de 1842.

    L’Usine de Spaghetti du Vieux-Montréal
    273 Saint-Paul Est
    Vieux-Montral

  • Palimp junio 22, 2005en11:48 am

    Ay, menuda envidia!!!

  • MeZKaL junio 23, 2005en2:06 am

    Ya queda poco…

    Dentro de dos semanas quedamos para tomarnos unas cañitas.

  • Palimp junio 23, 2005en7:56 am

    Que pena…

  • duban octubre 1, 2006en6:55 pm

    me parecio vacana la hiastoria narrada ya que deja una enseñasa suyper vacana

  • Palimp octubre 2, 2006en12:13 pm

    ¿Qué significa ‘vacana’?

  • tomiko septiembre 9, 2008en9:36 pm

    aunque no he terminado de leer el libro, lo encuentro hasta el momento muy bueno, ojala me mandaran mas libros para leer ,igual a este.

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