Blake Butler. El atlas de ceniza.

abril 3, 2019

Blake Butler, El atlas de ceniza
Alpha Decay, 2013. 192 páginas.
Tit. Or. Scorch atlas. Trad. Javier Calvo.

Novela construida a partir de relatos breves, en ocasiones de menos de una página, sin personajes comunes pero con el mismo paisaje de fondo: una tierra consumida sobre la que parecen haber caído las plagas bíblicas: enfermedades, sequías, cenizas omnipresentes, lluvia cenagosa, un erial en el que no se puede vivir y apenas es posible arrastrarse en un simulacro de vida.

Una prosa por momentos poética, siempre asfixiante, repleta de situaciones desoladoras, enfermedad, muerte, violencia, desesperación y pústulas, en la carne en la tierra y en el paisaje. Una lectura desasosegante y en ocasiones perturbadora.

Tiene páginas increíbles, aunque se me hizo larga tanta tierra devastada. El ejemplar que tomé prestado de la biblioteca está lleno de frases subrayadas. Otra reseña: El atlas de ceniza

Muy recomendable.

mohada a la que le había puesto el camisón de dormir de ella. Luego se dedicó a cavar en el jardín de atrás, desnudo y sudando. Puso el disco favorito de ella en el equipo de música para que sonara una y otra vez, muy fuerte, a modo de señuelo. Y cuando arrancamos la moqueta de mi dormitorio para ver si estaba debajo, lo único que encontramos fue madera. Y debajo de la madera había hormigón agrietado. Y debajo del hormigón había tierra. Y debajo de la tierra había una cavidad con agua. Yo me zambullí en aquel agua tapándome la nariz y con los pulmones ardiéndome en el pecho, pero no pude encontrar el fondo y tampoco pude ver nada.

SANGRE
Aunque nos negábamos a llamarla así —juramos no reconocer las entrañas de nuestros padres que nos estaban lloviendo espectacularmente encima—, no tardó en despertarnos de nuestras visiones. En aquellos torrentes largos y relucientes había un olor que nos resultaba familiar: un vertido interminable procedente del cielo y un contenedor sin fondo. Había tramos en que la maraña de plaquetas formaba escalones. Aquella semana no hubo sol ni luna ni sueños, ni tampoco palabra alguna de labios de un vecino u otro, mientras esperábamos un final, escondido y tanteando únicamente bajo la cara de la tierra, ancha y cenagosa, coagulándose.

CARNE
Durante una larga hora de aquella mañana roja: cartílago, tejido, tendón, vena y hueso. Había quien intentaba roer la carne gris. Había quien se asfixiaba con las mejillas llenas. Otros sabían por el hedor que no debían probarla. La burbuja del cielo. Yo ya había quemado lo que recordaba. No me pasé mucho rato buscando sus nombres: las cabezas, cuellos y mejillas de todos aquéllos que llovían y a los que seguramente alguien había amado una vez.

2 comentarios

  • Cities: Walking abril 10, 2019en9:52 am

    Éste lo tengo en la wish list the amazon desde hace años. Como ya he dedido restringir al máximo la compra de libros nuevos por falta de espacio, lo buscaré en las bibliotecas públicas de la Comunidad de Madrid.

  • Palimp abril 15, 2019en5:25 pm

    Yo creo que merece la pena.

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