André Comte-Sponville. L’Anima de l’ateisme.

enero 22, 2009

Ediciones Paidós, 2007. 206 páginas.
Tit. Or. L’esprit de l’ateisme. Trad. Alexandre Gombau.

André Comte-Sponville, L'Anima de l'ateisme
Espiritualidad atea

El mejor complemento al libro de Dawkins sobre el ateismo es este. No sólo abunda en el tema de las pocas posibilidades de la existencia de Dios, sino que afirma -con fundamento- que la religión no es necesaria ni siquiera para nuestras necesidades espirituales.

En la solapa se afirma que la religión está volviendo y coincido en afirmar que es algo inquietante. Es más, no sólo vuelve el poder de la iglesia, también otros tipos de misticismo están cobrando auge. Opino que cada quien puede creer en lo que quiera, lo que me inquieta es que esto puede ser un síntoma de un abandono de la razón. Y eso si que da miedo.

El libro está dividio en tres partes. La primera se pregunta si podemos vivir sin religión. Es una pregunta con sentido porque si bien la idea de Dios puede ser algo inatacable, las religiones son algo humano que pueden examinarse como tales. El autor es tolerante y opina que no se debe luchar contra la religión; pero sí se puede atacar al dogmatismo y el fanatismo. Por otro lado, con buen criterio, explica que ser ateo no implica ser una bestia parda. Él está educado en el cristianismo y no va a renunciar a las cosas positivas que él considera que ha aprendido.

Es más, toda sociedad tiene sus rituales y es difícil prescindir de ellos, aunque estos no tienen por qué ser religiosos. Y al revés, ciertas corrientes filosóficas no son espirituales pero adolecen de los mismos defectos; aquí cita al nihilismo y a la sofística que provienen de un postmodernismo mal entendido. No todo vale.

En el segundo capítulo se lanza a la gran pregunta ¿Existe Dios? Bien, el afirma que no tiene pruebas de su no existencia, y que nadie las tiene. Pero hay una serie de razones o argumentos que le llevan a creer que no existe. En primer lugar, la debilidad de las supuestas pruebas de su existencia. En segundo lugar, la poca fiabilidad de las experiencias personales -y la escasez de éstas. Por último en el mundo existe mucho mal, el hombre es bastante mediocre como para estar hecho a semejanza de ningún dios y toda religión parece nacer más del deseo y de la ilusión que de algo sustancioso.

Por último propone que ser ateo no implica estar desprovisto de espiritualidad y que los mismos sentimientos que tiene un creyente puede tenerlos un ateo. Esta es la parte donde el autor defiende su tesis, y es la que menos me ha convencido. Estoy de acuerdo en que un ateo puede disfrutar de los mismos sentimientos místicos que un creyente pero ¿es necesario? Supongo que cada cual tendrá sus necesidades y en mi caso -ateo convencido- nunca he echado en falta ese misticismo.

Con las conclusiones estoy totalmente de acuerdo:

Fidelidad a lo verdadero: racionalismo.
Fidelidad al amor: humanismo.
Fidelidad a su separación: ateismo.

Si siguiéramos estos simples principios, probablemente el mundo sería un lugar mejor.

Escuchando: Muchos Colores. Tuxedomoon.


Extracto:[-]

NIHILISME I SOFÍSTICA: LES DUES TEMPTACIONS DE LA POSTMODERNITAT
Quin greu! Qui llegeix avui dia Bayle? Sade i Nietzsche, entre els nostres intel•lectuals, estan més de moda. Potser perquè es refereixen més a la nostra fatiga, al nostre tedi, als nostres sentits, o a la nostra ment afeblida… Un es cansa de tot, fins i tot de la grandesa. Altrament, podria haver-hi decadències? En tot cas, dues temptacions, ambdues mortíferes, representen una amenaça des de l’interior a la nostra modernitat o la transformen en postmodernitat: la temptació de la sofística, des d’un punt de vista teòric, i la temptació del nihilisme, des d’un punt de vista pràctic. La postmodernitat, diria a la manera de Régis Debray, és el que resta de la modernitat quan s’han apagat les Llums [la Il•lustració] : és una modernitat que ja no creu en la raó, ni en el progrés (polític, social i humà), ni per tant tampoc en si mateixa. Si tot s’hi val, res no val: una ciència no és altra cosa que una mitologia més, el progrés només és una il•lusió i una democràcia respectuosa dels drets humans no és de cap de les maneres superior a una societat es-clavista i tirànica. Però, aleshores, què resta de la Il•lustració, del progressisme i de la civilització?

Que el progrés no és lineal ni està garantit és una evidència. Però és la justificació perquè lluitem per aconseguir-lo (la decadència també és possible), i no perquè hi renunciem.

Anomeno sofística tot discurs que se sotmet a una cosa diferent de la veritat o que pretén sotmetre la veritat a una altra cosa que no és ella mateixa. La seva culminació (o més ben dit, enfonsament) podria expressar-se en una afirmació d’aspecte dostoievskià, però de contingut més aviat nietzschià: «Si Déu no existeix, la veritat no existeix».

Anomeno nihilisme tot discurs que pretén invertir o abolir la moral no perquè sigui relativa, la qual cosa admeto de bona gana (també les ciències són relatives, i això no és cap raó per rebutjar-les!), sinó perquè sigui, com pretén Nietzsche, mentidera i nefasta. La qual cosa equival a reprendre aproximadament la frase d’Ivan Ka-ramazov: «Si Déu no existeix, tot és permès». Aquesta tendència culmina o es caricaturitza en un dels eslògans més famosos, i més ximples, del Maig del 1968: «Prohibit prohibir». Aquí és on es passa de la llibertat a la llicència, de la rebel•lió a la indolència, del relativisme al nihilisme. I només pot abocar a la decadència o a la barbàrie. Ja no hi ha valor que valgui ni deure que s’imposi; no hi ha altra cosa que el meu plaer o la meva covardia, els interessos i les relacions de forces.

Aquestes dues temptacions (sofística i nihilisme) van ser enunciades genialment per Nietzsche (i per aquest motiu destaca en la nostra postmodernitat: va pressentir l’abisme, amb el risc de vegades de precipitar-s’hi, amb l’empenta que el caracteritzava) a diverses obres seves, sobretot les més tardanes. En va resumir l’essencial en una frase que es troba als Nachgelassene Frag-mente: «Res no és veritat, tot és permès».

7 comentarios

  • Seikilos enero 22, 2009en2:24 pm

    Hay una contradicción clara ahí: si la religión es contingente, si la religión es fácilmente desarmable por el sentido común, si no hubiera necesidad de religión, la gente sería mayormente atea, y eso no es de ninguna manera lo que sucede. Creo que hay tres cosas esenciales que hacen que las personas se inclinen hacia una u otra forma de religión: una regla moral que venga dada por una autoridad ejemplar; la sensación de pertenencia grupal; la convicción de que algunas cosas no se explican. La primera habla de la necesidad de un orden moral para nuestra naturaleza tan inclinada al caos; un político no puede ser guía de nadie por mucho tiempo, y parece ser necesario la promesa de un gran premio o la amenaza de un gran castigo para que la gente sea más mesurada. La segunda está asociada a los conceptos de familia, clan, pueblo, país, folklore, tradición, es una de las formas de la seguridad en un mundo que fuerza cada vez más al individualismo. La tercera es esa serie de preguntas incómodas (comenzando por esa idea repetida a lo largo del Rey Lear de Shakespeare: nada sale de la nada) que filosofía y ciencia han intentado inútilmente responder desde Parménides y Heráclito, y que en última instancia terminó expresada en el siglo pasado como angustia existencialista. Mientras estos tres aspectos no tengan otra vía de resolución, seguirá existiendo la religión.

  • Palimp enero 22, 2009en8:29 pm

    El libro no afirma que la religión sea fácilmente desarmable, es más, su principal planteamiento es afirmar que se puede vivir sin religión y que hacerlo no lo convierte a uno en un monstruo degenerado. El autor se define como ateo y da sus razones, pero no afirma que Dios no exista o que la religión es inútil.

    La razón no puede decirnos que Dios exista o que no exista, a lo más que nos puede conducir es al agnosticismo. Lo que no quiere decir que no haya afirmaciones de religiones concretas que la razón pueda discutir -el creacionismo, por ejemplo.

    No se discute si la gente tiene necesidad de religión; está claro que es así. La crisis de las grandes religiones sólo ha traído un auge de pequeñas creencias -vuelta al esoterismo, astrología, etcétera. Eso sí, podemos discutir si esta necesidad nos beneficia o nos está perjudicando. También tenemos necesidad de comer por encima de nuestra capacidad y no vamos a defender el colesterol por eso.

    Discrepo en dos de tus razones, totalmente de acuerdo en una. El ser humano es tribal, un animal de manada, y como tal le gusta pertenecer a una comunidad, tener rituales y tradiciones. La religión es muy buena en esas cosas. No creo que necesitemos ninguna moral religiosa para vivir en sociedad. Creo que todos nacemos con una moral innata -más o menos flexible y moldeable por la cultura, está claro- y que la relgión lo único que ha hecho es apoderarse de esos principios. De ahí que muchas religiones coincidan en sus normas. Me remito al libro comentado aquí El mono que llevamos dentro y a las palabras de Mencio (372-289 a.c.):

    Si los hombres ven a un niño que está a punto de caer en un pozo todos sin excepción experimentarán un sentimiento de alarma y pesar. No sentirán así como una estrategia para ganarse el favor de los padres del niño, ni para buscar el elogio de sus vecinos y amigos, ni para evitar dar la mala impresión de no conmoverse por ello. Este caso nos permite percibir que el sentimiento de conmiseración es esencialmente humano.

    ¿Hay cosas sin explicación? Sí, desde luego. La existencia es una, el yo es otra, sin ir más lejos. No creo que encontremos una respuesta racional a esas preguntas nunca. Pero dudo que la religión esté para saciar estas honduras metafísicas. Seguro que hace muchos años la gente adoraba al sol pensando que sería algún dios, pero no creo que nadie rece hoy en día pensando en el milagro de la existencia.

    Nacemos en un universo indiferente a nuestra existencia. No poseemos ningún control sobre nuestras vidas. La suerte es caprichosa, te portas bien con tus vecinos y se muere tu hijo, mientras a las malas personas todo le va bien. La muerte acecha al final del camino. Pero nuestro cerebro, delicada maquinaria capaz de ordenar el caos, no puede admitirlo. Algo tendrá que haber más allá o ningún acto tendrá sentido. ¿Es de extrañar que necesitemos la religión?

  • Seikilos enero 23, 2009en4:46 pm

    Ignoro qué sucede, pero las respuestas que envío no aparecen…

  • Seikilos enero 23, 2009en5:29 pm

    En contra de mi devoción por este lugar, mi imagen en el Cuchitril últimamente parece ligada a la del objetor 😉 pero creo que estamos mayormente de acuerdo. La contradicción que señalaba era esa que vos mismo ponés: «no se discute si la gente tiene necesidad de religión; está claro que es así», pero en tu reseña el libro «afirma -con fundamento- que la religión no es necesaria». El 83% de los estadounidenses es creyente (http://religions.pewforum.org/reports); las estadísticas de España o Argentina no son diferentes. Es claro que nuestra honestidad intelectual nos impide creer en una religión, a vos, a mí, al autor del libro, pero es igualmente claro que la mayoría de la gente no piensa así y se inclinará a la fe, aunque la religión católica, por caso, sea golpeada duramente por la biología, la astronomía o incluso la moral (recordar la Inquisición o la Conquista de América, sin ir más lejos). Las tesis de libros como estos son entelequias que funcionan únicamente en su ámbito, pero que no parece que puedan aplicarse a la mayor parte de la humanidad desesperada en creer en algo, aunque sea a todas luces falso.

  • Palimp enero 23, 2009en5:43 pm

    Voy a aclarar un poco lo que quiero decir con lo de que la religión no es necesaria. El libro no dice que la religión no sea necesaria y que ya podemos empezar a reconvertir templos. Quiere decir lo que apuntas, que cualquier persona particular puede -si quiere o lo siente así- vivir sin religión. Sin que le falte moral o espiritualidad.

    Estableciendo analogías sería como decir que podemos vivir sin comer carne. Efectivamente, se puede, la prueba son los vegetarianos. Ahora ¿va a dejar la gente de comer carne? En su mayoría está claro que no. ¿Puedo vivir sin religión? Sí, y puedo tener mi moral y mi espacio espiritual. ¿Va a dejar la gente la religión? No.

  • NeverMore enero 25, 2009en5:38 pm

    Después de disfrutar con El espejismo de Dios de Dawking (no te pierdas los tres episodios sobre Darwin escritos y presentados por Dawking en el DVD que ofrece la revista Historia y Vida), ahora estoy con Irreligion (en inglés, pero en marzo aparecerá la versión española) del matemático Paulos. Muy recomendable por como desmonta, uno por uno, todos los argumentos a favor de la existencia de Dios.

  • Palimp enero 27, 2009en10:23 am

    Me lo leeré cuando salga en castellano. Aunque nunca he pensado que exista ninguna prueba real sobre la existencia de Dios.

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