Amelie Nothomb. Higiene del asesino.

abril 14, 2008

Circe Ediciones, 1992. 180 páginas.
Tit. Or. Hygiène de l’Assassin. Trad. Sergio López.

Amelie Nothomb, Higiene del asesino
Duelo de palabras

Tenía ganas de leer algo de Amélie Nothomb -con quien comparto fecha de cumpleaños- y el Reto 2008 me da la excusa; así recorro Bélgica. ¿Con qué libro empezar? Pues con el primero, el que más le gustó a Thersuva y que Portnoy no deja del todo mal.

Al premio Nobel Prétextat Tach le quedan dos meses de vida y ha decidido otorgar, por fin, algunas entrevistas a los medios. Unos cuantos periodistas tratarán de enfrentarse a este voluminoso escritor y a su no menos voluminoso ego. Sólo hay una que logrará estar a la altura de la tarea.

Como novela no está mal, aunque un poco artificial para mi gusto. El enfrentamiento entre el escritor consagrado y la joven periodista se ha querido ver como una metáfora del propio enfrentamiento de la autora con sus colegas.

Eso sí, aunque no es de sobresaliente hay que reconocer que engancha; su estructura en forma de diálogo no deja lugar a pausas y siempre quieres saber que es lo que ocurrirá después. Para hacerme una idea correcta de la autora debería leer algún otro libro más. Creo que puede valer la pena.

Reto 2008: Bélgica.

Descárgalo aquí:

Nothomb, Amelie – Higiene del asesino.doc

(Te hará falta el Emule)

Escuchando: Mientras Dure Este Beso. Doctor Deseo.


Extracto:[-]

—Si es así, ¿por qué le desagrada hablar de sus novelas?

—Porque hablar de una novela no tiene ningún sentido.

—Sin embargo, resulta apasionante escuchar a un escritor hablar de su creación, explicar cómo, por qué y contra quién escribe.

—Si un escritor consigue ser apasionante al respecto, entonces sólo hay dos posibilidades: o repite en voz alta lo que ya ha escrito en su libro, en cuyo caso es un loro; o cuenta cosas interesantes de las que no ha hablado en su libro, en cuyo, caso el susodicho libro es un fiasco, pues no se vale por sí mismo.

—Sin embargo, muchos grandes escritores han logrado hablar de sus libros sorteando esos escollos.

—Se contradice usted: hace un momento dijo que todos los grandes escritores sentían un enorme pudor cuando se trataba de hablar de sus libros.

—Pero se puede hablar de una obra sin desvelar su secreto.

—¿Ah, sí? ¿Acaso lo ha intentado alguna vez?

—No, pero yo no soy escritor.

—¿Entonces, a santo de qué me viene con esas chorradas?

—No es usted el primer escritor al que entrevisto.

—¿Por casualidad no me estará comparando con los plumíferos a los que suele entrevistar?

—¡No son plumíferos!

—Si logran ser apasionantes y púdicos al hablar de su obra, no hay duda de que se trata de plumíferos. ¿Cómo quiere que un escritor sea púdico? Es el oficio más impúdico del mundo: a través del estilo, de las ideas, de la historia, de las investigaciones, los escritores no hacen otra cosa que hablar de sí mismos, y además con palabras. Los pintores y los músicos también hablan de sí mismos, pero lo hacen con un lenguaje mucho menos crudo que nosotros. No, señor, los escritores son obscenos; si no lo fueran, serían contables, conductores de tren, telefonistas, serían gente respetable.

—De acuerdo. Entonces explíqueme por qué es usted tan púdico.

—¿Pero con qué me sale ahora?

—Claro. Hace sesenta años que es escritor a tiempo completo y ésta es la primera entrevista que concede. Nunca aparece en los periódicos, no frecuenta ningún círculo literario o no literario; a decir verdad, sólo abandona este apartamento para ir de compras. No se le conoce ningún amigo. Si eso no es pudor ya me dirá usted qué es.

—¿Sus ojos ya se han acostumbrado a la oscuridad? ¿Puede ver mi rostro ahora?

—Sí, vagamente.

—Mejor para usted. Sepa, caballero, que si fuera guapo, no viviría recluido aquí. De hecho, si hubiera sido guapo, nunca me habría convertido en escritor. Habría sido aventurero, tratante de esclavos, camarero, cazador de dotes.

—¿Establece una relación entre su físico y su vocación?

—No es una vocación. Apareció cuando me di cuenta de lo feo que era.

—¿Cuando se dio cuenta?

—Enseguida. Siempre he sido feo.

—Pero no es usted tan feo.

—Veo que, por lo menos, es usted delicado.

—Quiero decir que es gordo, pero no feo.

—¿Qué más quiere? Una papada cuádruple, ojos de cerdo, nariz de patata, tanto pelo sobre la cabeza como sobre las mejillas, un acordeón de michelines en la nuca, mejillas colgantes, y, por respeto a usted, me limito al rostro.

—¿Siempre ha sido tan gordo?

—A los dieciocho años ya era así —puede llamarme obeso, no me molesta.

—De acuerdo, obeso, pero uno puede mirarle sin estremecerse.

—Estoy de acuerdo con usted en que aún podría ser más repugnante: podría tener la cara rosada y llena de verrugas…

—No obstante, tiene una piel muy hermosa, blanca, pálida, que se adivina suave al tacto.

—Una tez de eunuco, querido amigo. Hay algo grotesco en tener una piel así sobre la cara, particularmente sobre una cara mofletuda e imberbe: de hecho, mi cabeza se parece a un par de nalgas, lisas y blandas. Es una cabeza que se presta más a la risa que al vómito; a veces, me hubiera gustado más provocar el vómito. Resulta más tonificante.

17 comentarios

  • Musa abril 14, 2008en2:54 pm

    Señor Palimp,

    pasé a felicitarlo por su actuación del viernes. Me he quedado impresionada con el gran actor que se esconde en su crítico.
    Ha sido un gusto escucharlo (aún con los ojos cerrados he oído muy bien también a su compañero, no se confíe: tengo unas antenas poderosas que interceptan cuentos aún en estado de letargo semanal…)

    😉

    Un abrazo para usted
    musa

  • Nacho abril 14, 2008en6:27 pm

    Yo he leído «Estupor y temblores», y me pareció interesante y divertido, aunque tal vez en mi caso influyera que conozco bastante de cerca los entresijos de la vida de oficinista, y esto sin duda sumaba un tanto a favor respecto a mi predisposición a leer la obra.

  • Elena abril 14, 2008en11:51 pm

    Antecrista es mi única lectura de Nothomb hasta el momento, y a pesar de su brevedad me pareció inquietante, me enganchó desde el principio y me convenció para volver a leerla en el futuro. Utiliza una prosa relativamente sencilla, por lo que puedo disfrutar al leerla directamente en francés, un idioma que me encanta. Una autora que, al menos, no deja indiferente.

    Un saludo

  • Palimp abril 15, 2008en6:07 pm

    Musa, muchas gracias pero ¡tenga cuidado! Alimentar el ego de un actor es más peligroso que alimentar el de un escritor: puede explotar como un sapo.

    Me apunto las referencais que dáis, Nacho y Elena. Por aquí aparecerán.

  • Vigo abril 16, 2008en1:43 am

    Tengo en mis estanterías bastantes libros de A. Nothomb, la mayoría en francés. Fue mi apuesta a aprender francés leyendo a algún autor de esta lengua. Sin embargo mi francés se ha ido deteriorando a marchas forzadas, y los libros están ahí esperando que un día los desempolve.
    Tal vez algún día comience otra vez por este camino.

  • guillermob abril 16, 2008en5:50 am

    Palimp. Vengo de leer La Métaphysique des Tubes, de Nothomb. El inicio es uno de los más geniales que puedan encontrarse (las primeras 7 u 8 páginas, incluso). El final, amarrado con ese inicio, es notable. En el medio, no hay nada demasiado meritorio (por momentos me recordó un libro nada querido de Aira, narrado desde el punto de vista de una niña), y hasta llega a ser aburrido o muy corriente. Al final, debo decir que esperaba más.

  • Palimp abril 16, 2008en9:35 am

    Vigo, ya lo sabes, fuera pereza y a por todas.

    Guillermob, esto me ha pasado a mí con este libro: esperaba más, y quizás por eso me decepcionó un poco.

  • ericz abril 16, 2008en1:20 pm

    Yo leí dos, con resultados distintos:
    Cosmética del enemigo, Malo.
    El sabotaje amoroso, Bueno.

    suerte.

  • Palimp abril 17, 2008en7:12 pm

    Oído cocina. Si a ti no te gusto es probable que a mí tampoco.

  • MCMendoza abril 18, 2008en8:28 pm

    He leido varios de esta autora, que me gusta mucho, la verdad, aunque no todos están a la misma altura. El último por ejemplo, el del campo de concentración que salía pro Tv (se me olvidó el título, que horror)… no me pareció igual de bueno que «Estupor y temblores» o «Las catilinarias» (con este me moría de risa, esa mujer del médico, por favor). Creo que esta autora hace bueno el tópico de que los escritores siempre escriben el mismo libro en el fondo… Siempre los mismos temas, las mismas obsesiones… Pero sigue siendo inquietante.

  • Palimp abril 21, 2008en12:37 pm

    Nada, nada, que ya tengo una buena lista de libros más recomendables de la Nothomb. Tengo casi todo lo suyo en formato electrónico, así que lo tengo fácil.

  • MCMendoza abril 28, 2008en8:01 pm

    Pues ya sacó uno nuevo: Diarios de Golondrina….

  • Palimp abril 29, 2008en4:27 pm

    Bueno, primero leeremos los anteriores.

  • Laurita junio 14, 2009en7:36 am

    Please donde consigo ese libro !!??
    Me estan faltando los dos de editorial Circe, de los traducidos al español !
    Tks

  • Palimp junio 17, 2009en4:39 pm

    He puesto un enlace a la descarga.

  • Blanca octubre 26, 2009en2:51 pm

    He leído todo lo que de Nothomb ha caído en mis manos porque me encanta su prosa, tan ligera y tan poco enfática. También pienso que su peor libro es el del reality de Tv, y que «estupor y temblores» y «Metafísica de los tubos» son dos logros.
    A mi modo de ver, escribir un libro donde la vida de la protagonista transcurre de cero a tres años es algo que a priori parece imposible sin que el libro se venga abajo. Los dos lectores que se sintieron desilusionados por sus grandes expectativas, deberían reconsiderarlo, tal vez.
    También me parece que su originalidad reside no sólo en las historias que cuenta sino en el modo desenfadado, culto y-por qué no decirlo- sincero, o como diría ella «impúdico». Es lo «antipomposo»
    y «antiplumífero»lo que hace de su prosa algo tan refrescante, en medio de un mundo literario cada vez más pretencioso y plúmbeo.

  • María Clara enero 17, 2011en8:21 pm

    He leído y disfrutado casi todos los libros de la Nothomb publicados en castellano. Me declaro nothombiana, porque confieso que su obra, especialmente la de tinte autobiográfico, me encanta. El humor ácido y fresco, y sus frases cortas y contundentes me gustan. Así, prefiero en orden de importancia: «Ni de Eva de ni de Adán», «Estupor y temblores», «El sabotaje amoroso», «Biografía del hambre», «Ordeno y mando»; y una cuyo narrador es un personaje masculino, «Las catilinarias».

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