Meetup 16 de septiembre de 2017
Noticias / septiembre 25, 2017

Se recomendaron lo siguientes libros: Lidia: Deixa’t portar pels somnis. Massimo Gramellini. Cristina: Mi corazón al desnudo. Charles Baudelaire. Rosa: Bartleby y compañia. Enrique Vila-Matas. Carmen: Mis páginas mejores. Julio Camba. Rosa: El tango de la guardia vieja. Arturo Pérez-Reverte. Raquel: Matadero 5. Kurt Vonnegut. Toni: El libro de arena. Borges. Yeliz: La esposa deseada. Naguib Mahfouz. Nati: El ángel sombrío. Mika Waltari. Miriam: Tesla. William Bernard Carlson. Flor. Intemperie. Jesús Carrasco. Dani: El corazón de las tinieblas. Joseph Conrad. Sergio. Historias de Cronopios y de famas. Julio Cortázar. Jordi: La cámara sangrienta. Ángela Carter. Montse: Almas grises. Philippe Claudel. Juan Pablo: Fenómenos de circo. Ana María Shua. Lola: De qué hablo cuando hablo de escribir. Haruki Murakami. Una nutrida asistencia que hizo que la sesión se alargara más de lo normal. Se comentaron bastantes de los libros, de la dureza de Matadero Cinco (aquí un buen artículo: Matadero Cinco: un soldado perdido en el tiempo) a las versiones sangrientas de los cuentos tradicionales. De cómo le robaron a Tesla sus ideas, y de la crudeza asfixiante de Intemperie. Se leyeron los cuentos que debían empezar con una palabra y acabar con otra. Aquí tenemos una buena muestra: Noche y…

Gabriel Sofer. Bestiario y fuga.
Novela / septiembre 25, 2017

El olivo azul, 2010. 130 páginas. Los animales de Nueva York -palomas, cuervos, hormigas, etc- reflexionan sobre lo divino y animal con pensamientos poéticos que para sí los quisieran los humanos. El autor escribe muy bien, soy un admirador de su prosa. En este libro hay fragmentos y reflexiones remarcables (dejo un par de muestra). Algunas de las historias -como la guerra entre hormigas y termitas o la enemistad-amistad entre el palomo sobrio y el cuervo juerguista- son cautivadoras. Pero el enfoque perenne de animales hablando y reflexionando.. no sé, me ha dejado un poco frío. En cualquier caso un libro recomendable. El cuervo vuela mientras dura la luz del día, visita todos los barrios, intenta meter su pico en todas las casas, guaridas y escondrijos, observa con sus grandes ojos negros la vida de las criaturas que se arrastran como pueden allí abajo, en la ciudad. Apenas descansa unos minutos, se refresca en alguna fuente, y sigue con su quehacer contemplativo. Todos los días, además, no se sabe si porque realmente lo disfruta o porque no quiere que se piense que es un intelectual, busca alguna pájara a la que robarle un beso o una sonrisa y busca también…